Cine de superhéroes y corrección política - Parte 1 de 2

Por Francisco X. López

Hace 20 años ver en pantalla grande una historia adaptada de superhéroes aún se consideraba una curiosidad. De 1978 a 1988 sólo hubo cinco cintas con esta temática y en la siguiente década el número se redujo a cuatro. El siglo XXI le pertenecece a los héroes de los comics y con ese dominio en las taquillas mundiales ha llegado también el escrutinio por parte de los fans,la crítica y los medios en general.

En estos años difícilmente pasan dos meses sin que las salas se vean copadas por una producción multimillonaria, que involucre a renombrados actores y directores, con campañas de promoción inimaginabales hace dos décadas.

La presencia de las redes sociales hace que un porcentaje del público analice con lupa cada noticia, cada anuncio, cada declaración; y cuando los medios tradicionales replican estas manifestaciones, que antes sólo se daban en pleitos de fans, se genera un clima de enfrentamiento que no aporta, al contrario, siempre termina por restar al mundo del entretenimiento.

Es difícil ser ajeno a la polémica que rodea a Capitana Marvel desde que se anunció su producción. Marvel Studios y Disney claramente estaban en busca de una protagonista que conectara con su publico mayoritario (50% son mujeres, de las cuales el 54% son caucásicas). Los grandes estrenos ya no sólo estan pensados para vender entradas o apoyar el lanzamiento de juguetes y productos licenciados. Lo que en un principio se planeaba para divertir, ahora se construye con el objetivo de no molestar a nadie, de satisfacer las ideas del público meta, de ser políticamente correcto.

Originalmete los superhéroes son una creación estadounidense, que se debe en gran parte a los escritores y dibujantes judíos hijos de inmigrantes europeos. No es de extrañarse que los primeros protagonistas fueran hombres blancos y aún así, casi desde el principio, la inclusión se hacia presente en las páginas de los cómics. “Sheena, la reina de la Jungla” fue la primera heroína.

Le siguió la “Mujer Maravilla”, tambien una mujer caucásica, pero que fué concebida a partir de ideales feministas, con la idea de dar a las niñas un modelo a seguir.
Con el paso de las décadas el público se habituó a estos personajes. Blancos, altos, fuertes, algunos rubios, otros de ojos azules. Pero siguiendo los signos de los tiempos, nuevos tipos de héroes aparecerían en escena.

En 1983, en “Superman III”, se le dió un protagónico al comediante afroamericano Richard Pryor, lo cual causó molestia en algunos pero no por su etnicidad, sino por el tono que se le daba a la cinta y como se desaprovechaba su presencia. Al año siguiente, tuvimos la primera superheroína en pantalla, “Supergirl”, y nadie se quejó por ello. Al igual que con “Superman III”, las criticas se centraron en una historia “tonta” y una comedia simplona, Helen Slater interpretaba a una adolescente inocente que salva al mundo, pero cuyo mensaje era de justicia, verdad y amor.

Catorce años después el primer superhéroe no blanco apareció cuando Wesley Snipes dió vida a “Blade, el cazador de Vampiros”, con buenos resultados en crítica y taquilla, siendo punta de lanza para lo que el nuevo siglo depararía. No se lucró con su color de piel ni se le colocó como un ícono de inclusión. Los verdaderos problemas vendrían después.

Continuará....