Por Gerson Gómez

Prendemos con inocencia la televisión. Después de la jornada de trabajo. El calor se presentó a tiempo. Los encabezados del noticiero escandalizan. Caja de oportunidades de actos sangrientos.

Luego le siguen, si el recuento no es basto en lo local, las incursiones del narco en la nación. Si aún no llena, las frecuentes disputas en todos los campos de batalla internacional.

Una barnizada de deportes. El papel tapiz anodino de los espectáculos. Por último, el reporte del clima para la jornada de mañana.

Dejamos por fuera la noticia de buena fe. Donde el vecino hace algo por la comunidad. Sembrar un árbol, tapar un bache o incluso, ayudar a cambiar de calle a un invidente.

Nuestros telediarios funcionan ahora como caja de pandora. Ofrecen la cabeza cercenada de Medusa. La recuperación del talón de Aquiles.

El dispendio de funcionarios de salida de administración. Pólizas por posibles malos manejos de más de 100 trabajadores. 

Pongan más notoriedad a lo sucio. A la venta la entrevista en premium time. La caja registradora hace corte. Verdad como luce en plenitud el candidato. Nada como las carillas impuestas de la muchacha competidora.

Si escucha de casualidad por radio, las noticias suenan a página impresa del apocalipsis.

Vamos sugiriendo a los dueños de las concesiones a revalorar la información. Con eso estaremos saneando la colectividad mental de una sociedad alarmada y sin corazón.
 

 


 

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