José Revueltas y el parque hundido de la BJ

Ciudad de México.- El poema “Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido" fue escrito por el poeta Enrique Gonzáles Rojo Arthur y nace de una anécdota del creador de El Apando que cuenta que después de tomar unas copas con su amigo pintor Héctor Xavier Guerrera, ambos salieron de su departamento de la calle Holbein para comer unas tortas en el Parque Hundido.

José revueltas

José entonces empezó a alimentar a los perros con su torta, así primero llego uno pero después llegó una jauría, así parecía que aquello era un mitin canino, es en esta anécdota se planta el poema.

Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido

Compañeros canes: 
Aprovecho esta concentración 
para tomar por asalto la palabra 
y decirles mi desdén, mi resistencia, mi furia 
por la vida de perros
a que se les ha sometido
y que ustedes aceptan
sumisamente
con una larga, peluda y roñosa
cobardía entre las patas
(animación en el parque).

Camaradas perros callejeros:
¿Van a continuar luchando unos con otros?
¿Van a rodear el hueso
el pobre hueso conquistado,
con la cerca de púas
del gruñido?
¿Y lanzarse a dentelladas
contra el que también vive las manos del hambre
cerrándose en su cuello?

Ah mis pinches
mis bonitos perros:
¿qué pasó con la táctica?
¿dónde sus olfateos de dialéctica?
Cada uno de ustedes ha acabado por ser el ámbito
en que sólo las pulgas están organizadas
autogestivamente.

Algunos
(ya los conozco)
pretenden luchar
para que el número de Sociedades Protectoras
de Animales
aumente al mismo ritmo
del crecimiento demográfico
de los perros.
Canallas.
Otros
por el mejor trabajo
de los veterinarios.
Sinvergüenzas.
Unos más
porque las vacunas antirrábicas
se repartan a pasto.
Farsantes.
(murmullos de aprobación).

Camaradas perros:
Ustedes lo saben mejor que yo.
Lo espío ya en sus ojos:
hay que hacer a un lado la perrera egoísta
o el árbol por la individuación humedecido.
Desenterrar el hueso colectivo del atreverse.
Darle existencia histórica a las fauces
y soltar las tarascadas
en el número preciso requerido
para el triunfo.
Yo lo he soñado así.
En mi puño mi fuero interno mis lágrimas
clandestinas
yo he pensado que llegará un día
camaradas
en que por fin no sea
el perro hombre del perro
(ladridos entusiastas).

Mas quiero algo decirles.
En esta lucha.
En este joderse.
En esta pasión
no vaya a ser que otros les coman el mandado.

No vaya a ser que los perros guardianes.
No vaya a ser que los perros de presa
o los perros policía.
No vaya a ser que los canes cultivados
los que cuelgan su rosal de ladridos
en medio de los jardines.
No vaya a ser que los advenedizos
los que sólo hasta ahora merodean
a sus propias mandíbulas y dientes.
No vaya a ser.
No vaya a ser que aquellos
cuando ustedes destruyan este mundo
se erijan en los nuevos mandarines
chorreantes de colmillos
y que ustedes se queden
sufriendo nuevamente
su existencia de perros
(aullidos exaltados).

José guardó silencio.
Bajó del montículo que le servía de estrado.
Y una insinuante perra que atravesó la calle
le dio en la madre al mitin
a la pálida flor de la justicia
a la solemnidad del crepúsculo
y a la conciencia de clase
que fugaz
se había encendido
en esta efímera concentración
de perros callejeros.

José Revueltas fue un prolifero escritor de ideología marxista, uno de los creadores más comprometidos de su tiempo, además, ganó el Premio Nacional de Literatura por El luto humano. Fue parte de una familia de grandes artistas compuesta por Silvestre, Fermín y Rosaura Revueltas.

ACS