De acuerdo con la doctora Rebeca Granados Ramírez del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, el intenso calor en la Ciudad de México se debe a las características arquitectónicas que la construyen.
Granados Ramírez comentó que el concreto de la capital incrementa el calor hasta 33 grados centígrados y el asfalto alcanza temperaturas de hasta 49 grados., lo que convierten a la ciudad en una "isla de calor."
Asimismo, explicó que la construcción de edificios se ha convertido en barreras para la circulación del aire.
Vivimos en una cuenca cerrada en la que se ha modificado la fluctuación de los vientos gracias a la pérdida de espacios naturales, incluso los lagos eran un regulador de la temperatura, pero al irse acabando aumentó la temperatura”, comentó la doctora.
Comentó que para que sea considerarse una onda de calor, el 80 por ciento de las instalaciones del Sistema Meteorológico deben registrar temperaturas mayores a los 30 grados por tres días continúos.
La doctora resaltó que para minimizar las ondas de calor y sensación de calor, la arquitectura de las construcciones debe permitir la fluctuación del viento y aumentar las zonas verdes que ayuden a la absorción del balón.
