Economía fallida y la Revolución Mexicana

 

Hoy como cada 20 de noviembre conmemoramos la Revolución Mexicana, un período de transformación necesario, que vino a impulsar una nueva forma de vida para los 15 millones de mexicanos de aquella época 

Zapata, Villa, Carranza y Madero a quienes conocimos como héroes desde nuestra infancia, fomentaron la decisión de lucha entre campesinos y trabajadores cuyo hartazgo era provocado principalmente por la situación económica que prevalecía en México. 

Con la producción agrícola en manos del latifundio y la recaudación de impuestos del gobierno imperialista, los campesinos e incipientes obreros pasaban sus días sumidos en la pobreza. La supremacía de los burgueses prevalecía por encima de las propias instituciones durante el mandato de Porfirio Díaz, llevó a los mexicanos a demandar un cambio, una reacción en cadena que se propagó por todo el territorio nacional. 

La riqueza del país se hallaba en las manos de 840 hombres que hacía que la tierra produjera sólo para ellos y del espíritu de libertad de los mexicanos, solo una utopía. Las “tiendas de raya” en las que los campesinos compraban sus pocos bienes de consumo eran las mismas en donde sus 25 centavos de sueldo o menos regresaban a las manos de sus explotadores. 

La gente vivía en la miseria y esto se reflejaba en los campos de cultivo en donde se encontraba el 90 por ciento de la población, pues a finales del siglo XIX México era un país rural y agrícola. 

Las guerras de reforma y la intervención extranjera pusieron pausa al orden instaurado con la Constitución de 1824; sin embargo una de las mayores contribuciones a la inconformidad de los mexicanos, fue el poder centralizado otorgado a la Secretaría de Fomento en 1853.  

La falta de infraestructura de los estados para la promoción de la economía dio al traste con el ánimo de los campesinos quienes veían caer a latigazos a sus mujeres e hijos en los campos de siembra, pues en 1883 el presupuesto asignado a la Secretaría de Fomento para la agricultura, era de sólo 62 mil 672 pesos, es decir .5 por ciento de presupuesto total. 

A pesar de la llegada de capitales extranjeros, los beneficios no se reflejaron en las manos de los trabajadores, la ausencia de una legislación laboral los obligaba a trabajar 12 horas o más al día. 

Latifundistas, caudillos políticos, el clero y empresarios nacionales y extranjeros eran los dueños de las miserables vidas de los mexicanos que lucharon por más de treinta años en contra de un sistema de “paz, orden y progreso”. 

Hoy hacemos un reconocimiento a quienes pelearon en los campos de batalla y a los que siguen batallando en los campos de cultivo, a quienes abogaron por el fomento a la agricultura no solo para llevar alimento a sus mesas, sino a la de todos los mexicanos.

AHZ