Entrometido deprimido

Por Mike Volta

De jóvenes, muy jóvenes, la depresión y la melancolía parecían dar sentido a la vida, queríamos y deseábamos, literalmente, tocar fondo para sólo de ahí ir para arriba.

Yo ponía el “Final Cut” de Pink Floyd y parecía disfrutar de depresión, soledad y tristeza, así melancólicos como los chavos.

Con que facilidad pudiéramos pensar en la debacle de la vida.

En estos días de incertidumbre, de carencias, de relaciones impersonales resquebrajadas, el planteamiento trágico y el pensamiento pesimista suele adueñarse de nuestros anhelos y nuestras acciones, resulta muy fácil pensar en renunciar, botar el arpa y decir “ingue su”.

Cualquier situación pudiera detonar el sentimiento de tristeza, de ausencia, de la terrible desolación qué hay en los momentos malsanos de soledad, la soledad no es en sí mala cuando puedes aprovecharte de ella con autoconocimiento, pero cuando sientes que no te tienes ni a ti mismo para hacerte compañía, que tu voz no tiene eco en tu conciencia, incluso cuando se tiene la certeza de qué hay a quien le preocupamos, las veces de catarsis nos llevan a un aislamiento nocivo... nada parece reconfortarnos e incluso el buscar a Dios parece muy complicado, o imposible... la Fe se resquebraja… el hambre disminuye y el cansancio aumenta, el cuerpo lo resiente.

Es necesario sacar fuerzas de flaqueza, entender que no hay otro camino que, hacia adelante, al final sabemos que todo pasará y en algún momento recordaremos esa sensible angustia dentro de la tristeza, como ese algo especial y único que nos dio una gran fuerza; la fuerza necesaria que nos da el sentido de supervivencia, las ganas de continuar y de no ceder... ya que eso significa perder.

La mentalidad ganadora existe, pero existe en la plena conciencia de saber que el éxito está construido de múltiples fracasos y desilusiones, de escuchar a esa gente que no quiso salir de su zona de confort para ir contigo y lanzarse a lo que parece un vacío, pero que resulta mejor que no moverse y permanecer estático.

Es obvio que hay que trabajar mucho, a veces nunca dejarás de hacerlo, pero la felicidad es un camino, no una meta.

Es doblemente difícil si quien está así... es alguien que amamos y que además nos sabemos culpables de ello, de una u otra forma, sentimos esa necesidad de ser empáticos con la depresión o infelicidad de quien amamos; todo pasará, si el amor es fuerte, sobrevivirás y por fin se habrá domado al KRAKEN!!

Comenten