Eres ¿Tigre o Rayado?

Por Omar González 

Una de las tres primeras preguntas obligadas de alguien que se entera que soy de Monterrey es: “¿A quién le vas? ¿Eres Tigre o Rayado?”. No miento, lamentablemente es verdad. En otras partes del país, los llamados regios –gentilicio que a mí en lo particular me desagrada- somos identificados por “codos” o por ser presuntos seguidores de esos dos equipos de futbol. 

Cierto es que el pambol en regiolandia es –como diría mi amigo y colega Carlos Tamayo- “una religión”, pero, en algunos casos, de simples creyentes se cae en el fanatismo sin escrúpulos, absurdo e irracional como lo ocurrido el pasado domingo 23 de septiembre entre barras bravas de los dos clubes de Nuevo León. 

En el lugar, la Avenida Aztlán, a casi 10 kilómetros de donde se llevaría a cabo el Clásico Regio, el par de bandos de energúmenos, orgullosos portando sus playeras amarillas y a rayas, protagonizaron una riña campal. Del lado de Rayados, unos auténticos psicópatas a bordo de un vehículo intentaban arrollar a los seguidores felinos. La escena, si se hubiera registrado en otra parte del mundo, podría haber sido calificada como de “terrorismo”. 

El saldo de esta atroz pelea fue de un joven de 19 años, aficionado de Tigres, al borde de la muerte por las heridas con piedras, golpes y arma punzocortante que recibió en la refriega. Lo voy a escribir con todas sus letras, no es falta de sensibilidad ni de tacto, pero la víctima identificada como Rodolfo Manuel Palomo, sabía a lo que se exponía y tomó un gran riesgo al bajar del transporte público, como todos los vándalos participantes en la trifulca, para “partirle la madre” al rival... Ahora paga las consecuencias. 

Desafortunadamente, estos inadaptados manchan el grado superlativo y de excelencia –con grandes intereses económicos de por medio- que una compañía cervecera, Televisa, TV Azteca y algunas instituciones financieras se dieron a la tarea de otorgar a los “hinchas” regios entre los años 90 e inicio de este siglo XXI, el de “LA MEJOR AFICIÓN DE MÉXICO”. Una estrella más para nuestro ego regiomontano, hasta en eso “somos chingones”. 

Memorias de un regio puma 

Es verdad que este tipo de sucesos no son exclusivos de Monterrey y que cada vez más se presentan en varios puntos del país, convirtiendo al futbol en la excusa para que gente con pocas aspiraciones personales y profesionales desquite sus frustraciones tomando como marco un partido. 

Pero tras ver los videos de la revuelta del domingo, vinieron a mi memoria vivencias con “LA MEJOR AFICIÓN”, siendo yo aficionado de Pumas, regio y en mi tierra bendita que me vio nacer. 

Ir al Volcán y al Estadio Tecnológico siempre como “visitante” era una aventura peligrosa. Como en muchos estadios, en este caso “LA MEJOR AFICIÓN” no respetaba a un seguidor de un equipo rival. De cajón regresaba a casa bañado en meados, madreado o con más 100 mentadas de madre. 

Hay dos experiencias, nada placenteras de los más de 20 partidos que viví como apestado en Monterrey. En la primera, en 1993, mi hermano Ulises González y yo estábamos a punto de ingresar al Estadio Universitario, pero me percaté que en el estacionamiento las garantías de salir ilesos del inmueble se esfumaron. Un grupo de enjundiosos “tigueres”, sin discriminar hombres, mujeres o niños con playeras de pumas, los agarraban a golpes, les quitaban sus boletos y se los rompían.  

Decidimos ir a un bar a ver el partido. Jorge Campos y Jesús Olalde le metieron tres pepinos a los Tigres y Pumas terminó ganando 1-3. En el establecimiento mi hermano y yo sólo pudimos ver dos goles, porque el mesero y los parroquianos nos corrieron “por ser chilangos”. Al llegar a casa nos enteramos en las noticias que dentro del estadio se habían presentado desmanes. En uno de ellos, un vecino al que le decían “El Huevo” fue el protagonista... Se defendió de un “goya” de una mujer embarazada, la calló a golpes y con patadas en el vientre. Injustamente “El Huevo” fue a dar al bote. Él sólo defendía los colores de su equipo. Las fotografías en los diarios locales lo mostraban dándole patadas en el estómago a la dama caída en las tribunas. 

La otra historia me tocó con el bando opuesto de “LA MEJOR AFICIÓN”. Fue el 11 de diciembre de 2004, Rayados recibía a Pumas en el partido de vuelta de la final. Ese día me desperté temprano para ir a comprar carne para asar. Tenía que tomar transporte público. Se me hizo fácil ponerme la playera de los Pumas. Eran las 9:00 horas, el partido iniciaba a las 19:00, desde que salí de casa recibía el saludo de los automovilistas con el clásico “ti-ti-ti-ti-ti" del claxon. Mientras esperaba el camión, un taxi se para frente a mí, de él baja un sujeto como de unos 45 años, ya estaba hasta atrás de borracho. Su familia, esposa e hijos, en el interior del auto de alquiler.  

-Quítate esa pinche playera o te meto unos chingazos-, me aborda el borrachote. Yo, amablemente le pedí que se subiera al taxi, que su familia estaba asustada y no quería aprovecharme de su estado inconveniente. El tipo insistió, entonces sólo le hice un amague y el hombre cayó. Su mujer e hijos gritaban: “No lo golpeé por favor”. Obviamente no lo iba a hacer. El taxista lo subió al auto y se fueron.   

Por fin logré llegar a la carnicería. Filas enormes de seguidores rayados y todos a coro “¡lárgate! ¡A este puto no le vendan!”. Podrán decir que era en tono de broma, pero la verdad que la hostilidad se siente. Hasta el carnicero se negó en despacharme en un principio. Pero como ya había pagado, no le quedó de otra que darme lo que compré. La historia ya la saben, al final de ese día todos esos malos momentos se borraron con un bicampeonato. 

Y el público pide gol 

¿A que va un aficionado al estadio? Yo, a disfrutar del ambiente, observar el partido en vivo, gritar porras a tu equipo, pero... ¿a escuchar lo que te dice un comentarista en la radio? A poco no es ridículo. 

Bueno, para “LA MEJOR AFICIÓN” había un semidios, lo que él dijera era ley. Ellos lo llamaban “Don Rober”, su nombre Roberto Hernández Jr. 

Movedor innato de las masas. El señor era capaz de vender como “exclusivas” rumores y noticias de días anteriores en su programa “Futbol al Día”. No importaba si no eran veraces, su audiencia se lo creía. 

Era un experto en “calentar” los clásicos regios. Durante los 31 años que viví en esa tierra bendita donde nací, fui testigo de su gran arte en la manipulación de la gente ávida de futbol. 

“Don Rober” era el tema de muchos, la neta de otros tantos, el ser que logró que una gran cantidad de incautos llevarán sus audífonos al estadio para escuchar su narración. Entonces “Don Rober” era el director, él decidía lo que la afición debía gritar en determinado momento del partido. 

“Tiro de esquina... Y el público pide gol”... Y en el estadio se escuchaba: “Goooooool”. 

La rola 

En relación a la pregunta que regularmente me hacen de si soy Tigre o Rayado, mi respuesta siempre es en tono de broma –sin ofender a todos mis amigos regios que sienten estos colores ni a LA MEJOR AFICIÓN- “Soy regio, pero no mediocre... Le voy a los gloriosos Pumas”.  Les dejo esto de Molotov: 

 

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México

 

 

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