¿Es posible hacer de Latinoamérica la 'zona más atractiva del mundo para la inversión'?

Por Moris Beracha

Las cifras van y vienen. Sucede en Latinoamérica, región tradicionalmente convulsa, plena de contradicciones de toda índole: social, económica, política. Desde los gobiernos más conservadores, hasta los acérrimos defensores de la izquierda. Desde economías liberales, hasta las más controladas. No existe uniformidad de criterios, tan solo en lo que se refiere al pobre desempeño económico y a las crisis estructurales que por años han acompañado el devenir de la zona.

En este panorama, surge un nuevo liderazgo. El recién electo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone, ha señalado que su meta principal es la de hacer de América Latina “la zona más atractiva del mundo para la inversión”, frase ideal para aquellos inversionistas que han hecho de este lado del continente un refugio seguro para sus capitales, no obstante, la difícil y coyuntural situación que por aquí se vive.

Con un optimismo a toda prueba, Claver-Cardone ha destacado que se propone lograr que esta no sea otra década perdida para la región. Y es allí donde precisamente estriba el principal argumento que han esgrimido los analistas de organismos multilaterales, quienes, en razón de los pobres resultados que hasta ahora ha mostrado América Latina, no han dudado en catalogar que este periodo signado por la pandemia sea el responsable de que 10 años de crecimiento económico se extravíen.

El recién electo presidente del BID, quien arrancará con su gestión el venidero mes de octubre, ha sido fuertemente cuestionado por sus vínculos como asesor del mandatario estadounidense Donald Trump. Una de las críticas que se le ha hecho es que es el único estadounidense que ha ocupado un cargo solo destinado para latinoamericanos. En momento alguno han sido cuestionadas sus capacidades para dirigir organización financiera.

Entre las promesas básicas de su campaña destaca su intención de apoyar a los países más vulnerables económicamente, a quienes están en el deber de ayudarles a reestructurar la deuda que han tenido que asumir para hacer frente a la crisis actual. De igual manera, ofreció su colaboración para hacer que los fondos provenientes de instituciones financieras internacionales estén total y rápidamente disponibles para que sean utilizados en el instante en que los soliciten los países para afrontar la emergencia.

Un reto importante y sumamente necesario es el que tendrá que asumir desde el primer instante Claver-Cardone. Sin embargo, su principal objetivo de hacer que esta región cambie para bien no obedece tan solo a sus buenas intenciones. Dependerá, en gran parte, del éxito de las medidas económicas que han implementado los gobiernos regionales, cuyo objetivo sea el de minimizar las graves secuelas sociales que deja a su paso la pandemia. ¿Lo logrará el nuevo presidente del BID? Su gestión aún no se inicia, así que el tiempo tendrá la última palabra…