Espada de Dos Manos: El feminismo radical

Marcelo Fabián Monges/ Escritor y Periodista

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México

 

Tal vez la mejor expresión para definir qué hacer frente al feminismo radical la colocó en Twitter una usuaria argentina que me sigue, cuando puso: “las mujeres normales tenemos que empezar a tomar distancia de estas cosas.”

Una expresión más de ese feminismo radical, que actúa mucho más allá de la razón, se pudo ver este viernes pasado en la FIL de Guadalajara, donde un grupo de estas mujeres se dedicó a quemar libros.

Los libros que quemaron puede que su contenido sea muy discutible, pero incendiar libros es el máximo acto que se puede realizar como censura, contra la libertad de expresión, y contra el debate en base a la razón de las ideas.

Tal vez alguien debería explicarles a estas “feministas” radicales que si algo caracterizó al nazismo en sus comienzos, fue la quema de libros.

La tarde del 10 de mayo de 1933 afuera del Opernplatz de Berlín unos 70 mil nazis se dedicaron a quemar libros que según ellos, se caracterizaban por tener una posición en contra del “espíritu alemán”. La misma actitud reprodujo el partido nazi esa misma noche en la mayoría de las ciudades alemanas.

Cerca de la medianoche de ese día, habló por radio Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Reich (doctor de filología germánica) quien argumentaba: “Hombres y mujeres de Alemania, la era del intelectualismo judío está llegando a su fin y la consagración de la revolución alemana le ha dado paso también al camino alemán”.

El principal motor de esta acción era el odio, como lo reflejaban los discursos y las proclamas. Entre sus principales slogans estaban los que llamaban a este tipo de acciones. “contra la decadencia y la corrupción moral”. Todos sabemos lo que vino después. El odio solo engendra destrucción y más odio.

La reacción internacional a la quema de libros por parte de los nazis fue una clara advertencia de lo que vendría.

Newsweek, La revista norteamericana, lo llamó en ese momento como el Holocaust of books (Holocausto de libros).

"Donde se queman libros se terminan quemando también personas", había predicho mucho tiempo atrás Heinrich Heine. El poeta, de origen judío, quien también fue ensayista, era uno de los tantos autores que los nazis querían hacer desaparecer de las bibliotecas. La frase de Heine, muerto mucho tiempo atrás, en 1856 en su exilio parisino, resultó profética. Años más tarde, comenzaría el genocidio contra todo tipo de minorías y personas consideradas indeseables, entre ellos seis millones de judíos, conocido ahora como holocausto.

Antes hubo en la historia de la humanidad otras quemas de libros. Seguramente la más importante de todas, la quema de la Biblioteca de Alejandría. La humanidad de hoy sería otra si la sabiduría atesorada en la Biblioteca de Alejandría no se hubiera extinguido por un incendio irracional.

Las feministas radicales que queman libros en Guadalajara no organizarán un holocausto para quemar personas, al estilo nazi. Pero hay otras formas de quemar personas, o arruinarles la vida, como lo son estos movimientos que promueven las acusaciones sin pruebas, con hechos que se sostienen únicamente en su “palabra de mujer”. Lamentablemente la “palabra de mujer” no basta para una acusación real de acoso o de cualquier tipo de abuso sexual, porque hay mujeres que son capaces de inventar o de mentir al estilo Laura Karen Espíndola, quien inventó una situación que daba a entender que era secuestrada por un taxista para irse de parranda, o como muchos otros casos de los que veremos aquí algunos.

Después de ir a quemar libros, no hay más nada. Dedicarte a quemar libros es como firmar que has renunciado a la razón. Al debate de las ideas. Dedicarte a quemar libros es como firmar tu propio autoritarismo en contra de cualquier argumento. Es una manera de decir que no tienes argumentos para debatir. Porque si entiendes que el debate se da en el terreno de la razón y de las ideas, no puedes dedicarte a quemar las ideas de los demás, por más disonantes que sean con las tuyas, por más equivocadas que te pudieran parecer, o por más incorrectas que estas sean de acuerdo a tu punto de vista y forma de pensar. A donde tienen que ganarle a esos autores, de los libros que fueron a quemar, es en el terreno de las ideas, no en el de la bestialidad. Quemar libros es declarar la propia bestialidad.

Pretender que una acusación es válida solo por el hecho de que lo haya dicho una mujer, es tan ridículo como pretender que cualquier acusación es válida, o cualquier defensa, solo por el hecho de que lo ha dicho un hombre.

No faltará después alguna experta en manipulación, que diga que si comparan la quema de libros de la FIL de Guadalajara por parte de las feministas con la quema de libros por parte de los nazis es porque la violencia contra la mujer existe.

Hay grupos feministas que para defender el derecho al aborto van a defecar a la puerta de la Catedral de Buenos Aires o a orinar afuera de las iglesias en Chile, o a defecar al interior de las iglesias en París. Lo único que provocan con ese tipo de actos es asco.

Este tipo de eventos han realizado al frente y al interior de muchas iglesias. Acá la pregunta que se deberían hacer es: ¿Esto le suma algo a su causa? Sí, definitivamente sí, le suma repudio y no ninguna otra cosa. ¿Es esta una forma en la que vamos a convencer a la sociedad de que la violencia contra la mujer es inaceptable y de que tiene que haber igualdad de derechos? La respuesta es no, definitivamente no.

La violencia contra la mujer existe. Y debe dejar de existir. Y todo lo que se pueda hacer para ello se debe hacer. Sin ahorrar ni un solo acto, ni una sola acción, ni una sola medida. Pero la violencia contra la mujer no se va a terminar mediante el odio, ni la destrucción de edificios, ni por la suma de afrentas.

La violencia contra la mujer tampoco se va a terminar mediante la promoción del resentimiento y el odio al hombre. Por más fuerte que griten. Por más monumentos que destruyan.

La violencia contra la mujer solo se va a terminar mediante la educación. El machismo solo puede ser desterrado educando a los hombres y a las mujeres de manera diferente.

Hay injusticia de todo tipo en este terreno. Y corregirlas implica necesariamente un mirar más profundo, acciones con más sentido, exigencias más a fondo. Corregir las injusticias que se producen en temas como estos no se van a lograr mediante la destrucción de monumentos, ni realizando actos escatológicos asquerosos.

En en el municipio de Ejutla de Crespo, Oaxaca, a fines del mes de noviembre, un juez condenó a un violador de una menor de 4 años de edad a cuatro años de prisión[1].

Cabe preguntarse ¿Y por qué un juez condena solo a cuatro años de prisión a un violador de una menor de 4 años?

Si el Código Penal Federal, en su título Cuarto Capítulo 1 artículo 176 establece que: “si la persona ofendida fuere menor de catorce años la pena de prisión será de quince a veintidós años y hasta quinientos días multa”[2].

La condena solo se entiende si el juez, que emite una sentencia tan permisiva para el violador, es un pervertido o un degenerado. Algo que no debería de ser muy extraño en un poder judicial que solo castiga el uno por ciento de los delitos cometidos en México. ¿Qué otra razón podría llevar a un juez a ser tan permisivo en la sentencia con un violador de una menor de 4 años? ¿El dinero? ¿La corrupción? Todas causas iguales de degradantes.

No hay que olvidar en este sentido que el Ministro Presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, ha actuado por momentos, veladamente como promotor de la causa gay, a lo cual tiene todo el derecho, pero no a hacerlo como Ministro de la Suprema Corte. No tiene el derecho de hacerlo como Ministro de la Suprema Corte porque eso viola los principios de imparcialidad y justicia del máximo tribunal, porque está promoviendo privilegios para determinados grupos sociales.

Para el que no lo recuerde, es preciso traer a la memoria el programa del periodista Joaquín López Dóriga en Foro TV, titulado: “Si me dicen no vengo”, en donde la defensa de estos grupos por parte del Ministro Zaldívar era tal, que la diputada Norma Edith Martínez Guzmán, de Encuentro Social, le terminó preguntando a Arturo Zaldívar si estaba allí como activista de la causa o como Ministro de la Corte[3].

En el mes de octubre de este año, la jueza del Tribunal Tercero en lo Penal, de Oaxaca, Betzzalia Cruz Mendoza, dejó en libertad a un individuo de nombre Constantino García, pese a que había múltiples pruebas de que había violado a un menor de 4 años[4].

En este caso la que liberó al violador de un menor fue una jueza mujer, pese a que se contaban con sobradas pruebas. ¿A qué se debió esta medida de esta Jueza? ¿A un acto de corrupción? ¿Al hecho de que para este tipo de jueces una violación es un hecho sin importancia, o un hecho menor? Tal vez, cuando se comiencen a señalar a este tipo de jueces con nombres y apellidos y las manifestaciones las realicen incluso en las puertas de sus domicilios, entonces se empiecen a ver más resultados, que los obtenidos mediante la destrucción del patrimonio de la ciudad o la quema de libros.

 

El caso de Abril

El juez de control Federico Mosco, quien ahora se encuentra suspendido, dejó en libertad al ex marido de Abril Pérez Sagaón, luego que este la golpeara con un bate, y antes hubiera intentado asesinarla con un bisturí. Juan Carlos García, marido de Abril, salió en libertad gracias a la decisión de este juez, y unos días después ella fue asesinada por unos sicarios al frente de uno de sus hijos[5].

Sobraban elementos para dejarlo preso al agresor despiadado de Abril. El día que le pegó con un bate mientras estaba dormida, cuando ella trató de escapar le trató de cortar el cuello con una navaja o un bisturí, y la salvó la dramática intervención de uno de sus hijos, quien logró salvarle la vida[6].

Juan Carlos García, en el colmo de la manipulación, después de agredir a su esposa, lanzó una serie de tuits, donde la culpaba de robarle 26 años de su vida, y de haberlo herido con una navaja en un pulmón. La decisión del juez Federico Mosco, de dejar en libertad al agresor de Abril, permitió finalmente que Abril Pérez Sagaón terminara asesinada.

¿A qué se debe que un juez subestime una amenaza semejante? ¿A su concepción machista, que ve como comprensible o normal la violencia ejercida por un hombre contra una mujer? ¿A que este juez ve a las mujeres como un objeto del hombre ( una costilla por ejemplo, según la biblia) y por lo tanto como dueño de ese objeto el hombre puede hacer lo que quiera con ella? Hay hombres en México que sostienen que a la mujer se le debe pegar, por si hizo algo, o por las dudas también. Aunque usted no lo crea hay hombres en México que piensan así. Hay muchos hombres que piensan así en México, no sería raro que haya jueces cuya concepción machista sea la que influya en este tipo de resoluciones. Lo cierto es que un juez así no puede ejercer sus funciones, con probidad, como lo exige algo tan delicado como la impartición de justicia. Es aquí, en estos casos donde hay que poner el foco.

El insulto generalizado, el odio a todos los hombres por algunos abusadores o golpeadores, o poner toda la carga de la culpa en el Estado Patriarcal no las va a llevar a ningún lado. Ningún juez va a tener más prudencia a la hora de sus sentencias si las feministas radicales gritan e insultan desaforadamente al Estado Patriarcal. Si los comienzan a señalar con nombres y apellidos a los que en vez de hacer justicia con sus sentencias o resoluciones promueven la impunidad en el abuso contra las mujeres, tal vez los resultados sean otros.

El caso de Karen

El martes 3 de diciembre, Laura Karen Espíndola de 27 años de edad ( ya bastante grandecita para hacer ese tipo de cosas, debería ser responsable por sus actos) le envió un mensaje a su mamá diciendo que el tipo del taxi donde iba “se veía grosero y sospechoso”.

Textualmente el mensaje decía: “Mami, este señor se ve bien sospechoso y grosero", a lo que su madre le respondió "Bájate mi amor y toma otro taxi. Mándame tu ubicación en tiempo real"[7].

Karen no se volvió a comunicar esa noche con su familia, lo cual hizo suponer que había sido víctima de un secuestro. No sería la primera víctima a bordo de un taxi en la Ciudad de México. Algo muy lamentable pero que se repite como moneda corriente. El mensaje de Karen hizo que su familia hiciera la denuncia correspondiente con las autoridades. También dieron a conocer la pésima noticia en redes sociales. De inmediato, el reclamo se hizo sentir en las redes sociales, que ardieron clamando que lencontraran a Karen y por una respuesta inmediata de parte de las autoridades.

Pero resulta que Karen estaba en un bar, bailando, junto a un hombre, y que llegó por su propia cuenta a su casa a las 11 de la mañana del día siguiente.

Entonces a partir de allí, comenzó otra disputa, de quienes pedían que no se criminalizara a Karen. Tal vez, una de las defensas más encendidas de Karen la realizó una conductora de televisión, que dijo textualmente: “ahora tratan a Karen de mentirosa, porque la violencia contra la mujer existe”. Bueno, se equivoca sobradamente esta conductora. A la gente que miente se le llama mentirosa, sea hombre o sea mujer. Y en primer lugar, si algo deberían tener en cuanta quienes realizan la defensa de Karen y su mentira, es que mentir es violencia. Y esto no se exceptúa en ningún caso. Sea quien sea el mentiroso o la mentirosa y su víctima.

En el caso de Karen, quienes han recurrido a toda clase de manipulación o maromas para defenderla, están las que argumentan que Karen solo le tiene que rendir cuentas a su mamá, que es a la única a quien le mintió. Se equivocan quienes sostienen eso no prendieron la TV, ni leyeron los diarios, ni escucharon la radio, ni vieron lo que sucedía en las redes sociales. Karen Espíndola, enviándole a su madre un mensaje donde le da a entender que estaba siendo víctima de un secuestro, le mintió a través de ella a toda la sociedad, a quien tuvo en vilo, pidiendo por su vida y por su integridad.

En Argentina, hace un tiempo, un hombre inventó que cayó un rayo en un edificio y provocó un incendio. Con su alarma y falsa denuncia provocó una enorme movilización policial y de los bomberos. El resultado fue que se lo llevaron preso, y lo imputaron por fraude y estafa social. Lo cierto es que este tipo de actos debería estar penalizado. Así como se castiga y penaliza las llamadas falsas a los números de emergencia.

No es por criminalizar a Karen o no. Lo que hay que dejar claro es que no hay derecho, nadie tiene derecho, a angustiar a toda la población mediante un mensaje falso. La responsabilidad social en este sentido no puede ser exigible solo para las empresas y los funcionarios, también los ciudadanos comunes debemos tener todos, en cada acto, responsabilidad social. Tampoco es válido, o puede ser permitido, que cualquiera, por la razón que fuere, disponga de los recursos que se necesitan para una investigación policial, de una movilización de los elementos de seguridad, por motivos falsos. Para empezar, porque esos recursos humanos y materiales le cuestan al Estado, y por lo tanto, a los contribuyentes. Y por consiguiente, porque esos recursos se necesitan para otros problemas de seguridad reales. Entonces, quienes han promovido la indulgencia con la mentira piadosa de Kaeren Espíndola se equivocan. Es un acto de tremenda irresponsabilidad, que merecería una sanción ejemplar, no de indulgencias.

El caso de Karen Espíndola y la invención de su secuestro es tal vez, una de las muestras más claras, para que no se deba aceptar en ningún caso, ninguna acusación de abuso o de acoso sin pruebas contra nadie. ¿Si alguien se pregunta por qué? Para los que necesitan todos los razonamientos masticados, podemos decir que por la simple razón que, así como en el caso de Karen, hay mujeres capaces de inventar y de mentir. Casos sobran, ahora veremos otros.

También se entiende que en un país como México, donde según datos oficiales solo se castiga al 1 por ciento de los delitos, pedir castigo para un caso como el de Karen parezca un exabrupto, pero acá el tema es que la impunidad no se termina con indulgencias, ni con abrazos en vez de balazos, ni con Fuchi Guácala, sino con la aplicación de la Ley.

El caso de Chihuahua

A principios de diciembre de este año, una mujer de 23 años, de nombre Mariana Liye N, inventó en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua un embarazo y su desaparición. Al haber sido descubierta, terminó confesando el engaño a su pareja y a su familia y también debió hacerlo frente al Ministerio Público, por lo cual quedó detenida[8].

Lo empalaron y le quemaron la casa

Por una falsa denuncia de su ex mujer, a un hombre, en la localidad cordobesa de Capilla del Monte, en Argentina, lo empalaron y le quemaron la casa. Después de esto, la mujer fue imputada por instigación a delinquir. Pero mientras tanto, el hombre quedó en terapia intensiva y sin su casa.

Los hechos sucedieron en agosto de 2017, el fiscal de la causa Martín Bertone declaró que: "Ha sido un caso de condena social muy violenta y prematura". La mujer hizo la falsa denuncia en Facebook, se difundió rápidamente en redes sociales, y las consecuencias fueron atroces e injustas. La mujer inventó nada menos que el hombre había violado a su hija menor y con eso desató la furia de parte de la comunidad, que agredieron al hombre de tal manera que terminó en terapia intensiva. Al respecto el fiscal de la causa aseguró que no había ningún tipo de pruebas de que nadie hubiera abusado sexualmente de la menor[9].

 

El caso de Agustín Muñoz

Agustín Muñoz era un joven de 18 años, que vivía en la ciudad argentina de Bariloche, hasta que una amiga suya lo acusó de abuso sexual. Primero, la chica, quien en ese momento era menor de edad, aprovechó la realización de una marcha feminista que se llamó “Nunca más solas, nunca más calladas", para realizar la denuncia públicamente. Después la chica publicó en redes sociales su denuncia, la cual se viralizó.

Cuando Agustín escuchó su nombre en la marcha, en donde su amiga lo acusaba de abuso sexual, salió corriendo hacia su casa y se quitó la vida. La chica que lo denunció después pidió perdón, y contó que la denuncia había sido falsa, y que la había hecho en un momento de bronca. Un perdón que no le sirvió a nadie.

Silvina Castañeda, madre de Agustín Muñoz, junto a su marido, publicaron un video donde relatan que su hijo se había suicidado y solicitaron que se tome conciencia a la hora de formular este tipo de denuncias. "Estamos jugando con algo muy delicado", descargó su madre[10].

El director de danza

En diciembre de 2018, Luis María Rodríguez era director de danza y de deportes de San Pedro, una ciudad de la provincia de Santa Fé en Argentina, cuando fue víctima de una denuncia falsa, de abuso sexual, por parte Marianela Salazar, una ex alumna. Marianela Sánchez realizó un video donde lo acusaba de abuso sexual cuando ella tenía tan solo 13 años y lo lanzó a las redes sociales. El profesor de danza, Luis María Rodríguez era una personalidad pública en su ciudad, puesto que había presidido el Ballet Folclórico, estaba en pareja con Paula Ferreyra, quien estaba embarazada de seis meses. El resultado de la falsa denuncia de Marianela Sánchez fue que Luis María Rodríguez, el profesor de danza, se quitara la vida[11].

Cuando a Marianela Sánchez la citó la justicia para declarar, después de que Luis María Rodríguez se ahorcara, no concurrió a declarar argumentando que estaba descompuesta.

Una versión posterior, que corría en la pequeña ciudad de San Pedro, daría cuenta de que Luis María Rodríguez y Marianela Salazar eran amantes y la denuncia la realizó ella cuando el profesor de danza la dejó. En esos momentos se conoció también a través de redes sociales un video en donde Marianela Sánchez está bailando con el profesor de danza, un tiempo atrás (uno o dos años) sin ningún problema[12]. Marianela Sánchez sería investigada por la justicia argentina por incitación al suicidio.

 

 

El caso del cantante de Botellita de Jerez

Armando Vega Gil, el cantante del grupo de Botellita de Jerez, fue encontrado colgado de un árbol con un alambre, luego de una denuncia anónima y sin pruebas de violación en su contra, desde la cuenta @MeTooMusicosMexicanos.

Vega Gil afirmó, mediante una carta, que ante dichas acusaciones en redes, no tendría manera de defenderse y cualquier cosa que hiciera sería usada en su contra, puesto que constantemente estaba en contacto con mucha gente, entre ellos, menores de edad.

En la misiva escrita antes de suicidarse el cantante de Botellita de Jerez escribió: “En esta perspectiva, lo que menos deseo es que mi hijo se vea afectado por la falsa acusación que se me hace. Debo aclarar que mi muerte no es una confesión de culpabilidad, todo lo contrario, es una radical declaración de inocencia, solo quiero dejar limpio el camino que transite mi hijo en el futuro. La única salida que veo frente a mi es la del suicidio”[13].

Acá la pregunta es, ¿Cuántos muertos necesita este movimiento feminista para dejar de acusar sin pruebas? ¿Es válido acaso acusar sin pruebas y arruinarle la vida a alguien, el honor, su imagen social, su prestigio y estigmatizarlo sin pruebas, con la sola palabra de una mujer que decidió acusar a alguien sea mentira o sea verdad, y se condene socialmente, con la más completa irresponsabilidad, sin saber y sin tener elementos para saber si es verdad o no?

Si judicialmente una mujer puede denunciar una violación sucedida hace 30 años y lograr una condena judicial sin prueba alguna, estaríamos asistiendo a la creación de privilegios jurídicos para un grupo social, las mujeres, por el solo hecho de ser mujer, y que pueda ser condenado una persona, por la sola declaración de quien ha decidido ponerse en lugar de víctima. Algo contrario a todos los principios del derecho, desde los romanos hasta los actuales, en la historia de la humanidad.

Para la corrección política es más fácil darle la razón a los que protestan, o al menos no contradecirlos. Es más fácil seguir la corriente de sus reclamos, tengan o no razón, lo realicen de una manera adecuada o no, le sirva esto a su justa causa o no, porque de esa manera uno se sube al pensamiento de moda, termina como defensor de una causa, y puede colgarse la etiqueta de feminista, o de defensor o defensora de los derechos de la mujer.

A las mujeres hay que defenderlas. Por supuesto. Injusticias contra las mujeres y abusos hay muchos sin ninguna duda. Situaciones insostenibles de abuso y violencia contra la mujer, desde intrafamiliar hasta en un taxi o en la calle, hay muchas, y no pueden permitirse y tienen que ser castigadas. Pero esta es una lucha que hay que dar juntos, hombres y mujeres. No mujeres contra hombres ni hombres contra mujeres. Nadie ganará esta lucha ni ninguna otra a partir del odio. Ni a partir de la injusticia de una denuncia anónima y sin pruebas.  Tampoco se ganará desde la histeria. Porque es histérico destruir la ciudad y sus monumentos para combatir la violencia contra las mujeres. No se puede terminar la violencia contra la mujer alardeando más violencia. El único camino para terminar con la violencia contra la mujer es la educación, en los colegios, en las secundarias, en las universidades, en las familias.  Hacerles entender a los machos que las mujeres no son un aditamento del hombre, no son una cosa del hombre a la que tienen derecho a disponer según les plazca. Las mujeres tienen exactamente los mismos derechos que los hombres, justamente porque ya no estamos en la edad media. Y hay que hacerle saber muy bien a todos los hombres, desde niños, que el que le pega o abusa de una mujer, no es un hombre, es un cobarde. Y un cobarde no vale nada.

Son muchas las cuestiones que tienen que reencausar estos grupos que se dicen feministas, para tratar de lograr sus objetivos, que básicamente se resumen en el respeto a la mujer.

No he visto, nadie ha visto, a una sola feminista mexicana, de ningún tipo, ni sensata, ni moderada, ni extremista, ni a Martha Lamas, ni a Lidia Cacho, ni a las ultras que destruyen monumentos o incendian libros, salir a exigir justicia por las escorts extranjeras asesinadas en la Ciudad de México. ¿Acaso estas mujeres no eran seres humanos? ¿Acaso no merecen justicia? ¿Acaso la corrección política y la hipocresía no les permite pedir justicia por ellas porque eran trabajadoras sexuales? ¿Acaso porque eran extranjeras y no eran mexicanas no merecen la voz de sus reclamos? Nunca vi ni nadie vio a Sanjuana Martinez, feminista en otros tiempos, que hoy se dedica a echar a mujeres embarazadas en Notimex, levantar la voz por las escort extranjeras asesinadas en la Ciudad de México.

Digamos, existe un movimiento feminista que deja mucho que desear. Ojalá quienes hoy se ostentan como feministas, puedan defender la justa causa que levantan, desde la razón, desde la sensatez y con formas que sí promuevan el respeto por ellas mismas y por las mujeres en general.

Hay quienes reivindican “la ira de la mujer”, o “la rabia” como un elemento transformador. La ira no ayuda al uso de la razón. Más bien, todo lo contrario. Tampoco sirve para el entendimiento, ni de una causa ni de las demás personas. La ira solo puede garantizarle a alguien la soledad, la imposibilidad de convivir en pareja o en sociedad.

Las cifras de los feminicidios son desastrosas. Alarmantes. En México se asesinan mujeres porque se puede, como por deporte, porque no pasa nada. Porque la impunidad es lo que predomina en la enorme mayoría de los casos. La falta de medidas por parte de las autoridades, de soluciones reales, de justicia son una constante. Con todo eso hay que terminar. Pero esto es una tarea de todos. Debe ser una tarea de todos, de hombres y de mujeres. De toda la sociedad. No puede ser y no será un objetivo que consigan un grupo de radicales exacerbadas alardeando ira y furia por donde quieran que vayan. Para terminar con la violencia contra la mujer, lo que debe prevalecer es la razón, no la ira.