Espada de Dos Manos: La política del descaro

Marcelo Fabián Monges/ Escritor y Periodista

 

Si algo quedó claro después de la sesión del día martes 12 de noviembre en el Senado de la República es que Morena tendrá el descaro como forma de gobierno. Antes de comenzar, vi pasar a Ricardo Monreal por el Patio del Federalismo, acompañado de dos de sus colaboradores, con una actitud rara, que me llamó la atención, lo saludé. Cuando pasó lo que todo el mundo pudo ver, lo que todo conocemos, entendí a qué se debía la actitud de Ricardo Monreal. Monreal caminaba como quien lleva un puñal abajo del brazo.

Comenzó la sesión con el compromiso del Grupo Parlamentario de Morena, que dirige el Senador Ricardo Monreal, de que la votación para elegir al titular o a la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se realizaría de nuevo, para no dejar lugar a dudas, para que el proceso fuera legítimo, para que el nombramiento se diera con toda la legitimidad y la legalidad necesaria para el caso.

Si el Grupo Parlamentario de Morena no hubiera hecho este compromiso, el de que la votación se realizaría nuevamente, por todos los cuestionamientos y las acusaciones de que en la sesión anterior se robaron dos votos, lo más probable es que no hubieran podido convencer a la oposición de que hubiera sesión. Sin la voluntad política y el compromiso de que la votación se realizaría de nuevo no habría habido sesión. Que se votara de nuevo era no solo lo más civilizado, era lo conveniente para las instituciones del país, era lo único aceptable, era lo que le otorgaría legitimidad y legalidad a un proceso enturbiado por múltiples razones. Entre las que están la militancia de Rosario Piedra en Morena, su reciente renuncia cuando la Ley exige que la tendría que haber realizado un año antes. Su falta de trabajo en materia de derechos humanos. La única medalla que podía mostrar era la de ser hija de la activista Rosario Ibarra de Piedra. Algo que a nadie le debería servir para mostrarse como probo y capacitado para un cargo.

Pero comenzó la sesión. Con la trampa del compromiso de que se votaría de nuevo la elección del titular de la CNDH, Morena arreó a la oposición al recinto. El Senador Monreal subió a la tribuna con una actitud que me volvió a llamar mucho la atención, parecía en trance, en estado místico, hablaba con una tranquilidad asombrosa para el incendio que permeaba los ánimos. Habló de ética, dijo que no eran iguales, dijo que en Morena tienen principios, y después remató diciéndole a sus propios senadores, los de Morena, que podían votar libremente los que quisieran, lo que les pareciera bien.

Después de acusaciones mutuas entre los bloques por lo sucedido en la sesión anterior por el desaseo en la votación para nombrar a Rosario Piedra Ibarra, subió a la tribuna el Senador Félix Salgado Macedonio, quien fue el prime en decir abiertamente que estaba en contra de que se votara de nuevo, que no estaba a favor de la propuesta del Senador Monreal.

Cualquiera que sepa en realidad cómo funciona un parlamento, la Cámara de Diputados o en este caso el Senado, sabe que en la realidad las cosas no funcionan así. No existe en realidad tal libertad de expresión y de votación dentro de los Grupos Parlamentarios. Simplemente porque si esto fuera cierto, cada votación, la de cada Ley, sería un volado, una moneda al aire cada vez que alguien sube al recinto un Punto de Acuerdo o una Iniciativa. Y esto no es así.

Lo que sucedió es que Morena le puso una trampa con toda premeditación a la oposición para que fueran a la sesión. Como Morena sabía que no tenían los votos suficientes para alcanzar las dos terceras parte de la votación, empezaron dándoles atole con el dedo. “Aceptamos reponer el proceso, dijo Monreal”, pero según él, dejó en libertad para que sus senadores votaran como quisieran.

El resultado todos lo conocemos. Morena no permitió finalmente que se votara de nuevo por lo que no se repuso el proceso para elegir al titular o la titular de la CNDH. Impusieron así a una militante de Morena, sin credenciales de trabajo reales en materia de derechos humanos, a tal punto que después de electa, Rosario Piedra fue entrevistada y cuando le preguntaron por los periodistas muertos durante el gobierno de López Obrador ni siquiera sabía ni estaba informa de que hubo alguno.

De esta forma, Morena incumplió su palabra. Así quedó claro a qué se debía la actitud casi mística que tenía Monreal al subir a la tribuna. Era la actitud de quien esta disimulando con cautela un final que ya conocía. Era la Actitud de quien lleva la traición en las manos y tiene que esconderla. La prueba más clara es ese video del final donde luego de la imposición de Rosario Ibarra, sin que se votara de nuevo, Monreal aplaude y se ríe a pleno, disfrutando el final. Ya no necesitaba la cautela, Ya le habían pasado por arriba a todos, a la sensatez, a la decencia, a la oposición. De esta forma, Morena institucionalizó en el Senado la política del descaro como forma de gobierno. Tal vez el primero de los precedentes más fuertes en este sentido desde el inicio de este gobierno, fue esa expresión tan grotesca y desagradable de Paco Ignacio Taibo II, tal vez tanto como él, cuando dijo: “se la metimos doblada, compañeros” en la FIL de Guadalajara el año pasado, refiriéndose a su nombramiento al frente del Fondo de Cultura Económica. Un escritor que habla como cartonero. Hay muchos mecánicos que no son tan groseros y tan grotescos como Paco Taibo. Pero esas palabras aberrantes de Paco Taibo, describían cómo sería la forma de gobierno que caracterizaría a la 4a Transformación, y esa forma es la política del descaro.

Con el mismo descaro podemos ver cómo el gobierno de Claudia Sheinbaum nombra huésped distinguido de la ciudad al dictador de Evo Morales, ladrón de elecciones.

Con el mismo descaro desde el púlpito presidencial se niega en las conferencias mañaneras la falta de atención a los niños con cáncer, con el mismo descaro se descalifica desde el púlpito presidencial a cualquiera que haga una crítica seria y responsable. Con el mismo descaro López Obrador responde sin ningún pudor “yo tengo otros datos”, cada vez que le muestran que la realidad no coincide ni con sus promesas de campañas ni con lo que dice hoy.

Como si fuera poco, después de la gresca que se sucedió entre los que trataban que no le tomen protesta a Rosario Piedra y los de Morena que la querían imponer a toda costa, se la puedo ver a la Senadora Citlali Hernández gritar como si estuviera en un mercado, y con el mismo descaro que es ahora política oficial, salir a decir que ella solo trataba de calmar al Senador Gustavo A. Madero.

Y con el mismo descaro que ahora no tienen ningún pudor en arremeter contra cualquiera que se oponga a sus caprichos o a sus designios, Morena en el Senado ha amenazado con quitarle la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos en el Senado a la Senadora Kenia López Rabadán, por decirle de frente y sin reparo que en la sesión anterior se robaron dos votos.

Levantando el descaro como bandera, sin pudor, sin vergüenza, Morena demostró en el Sendo con lo que sucedió el día martes, que no tiene palabra, que no le importa cuidar las formas, que no les importa ni siquiera cómo los vean, ni la legalidad ni la legitimidad de un nombramiento tan importante como el del titular de la CNDH. Lo que les importa es hacer lo que ellos quieran, imponer lo que les convenga y les dé la gana, por encima de la Ley, los procedimientos, el consenso, o lo que sea. Así, el martes en el Senado de la República, Morena oficializó como forma de gobierno, el descaro.

En el día de ayer renunciaron cinco Consejeros de la CNDH, por la falta de legalidad en el nombramiento de Rosario Piedra. Amnistía Internacional reprueba la imposición de Rosario Piedra en la CNDH. Pero todo esto a Rosario Piedra no le importó ni un poco, y con el mismo descaro que ahora es política oficial de Morena, se hizo de un hueso grande, como la CNDH, que tiene más de mil 900 millones de pesos anuales de presupuesto.

Así, con la política del descaro de la 4a Transformación, hecha forma de gobierno, podemos ver cómo se derrumban proyectos como los del aeropuerto de Texcoco, ver como se dice que ahí había huachicol cuando no había, decir que se combate la corrupción cuando se la encubre, podemos ver una guerra contra el huachicol sin ningún detenido, y la inseguridad que aumenta y sigue mientras López Obrador reparte abrazos.

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