Espada de Dos Manos: Robo en despoblado

Por Marcelo Fabián Monges / Escritor y periodista

Espada de Dos Manos

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México

En diferentes códigos penales de distintos países, se configura el delito de “robo en despoblado”, que se refiere cuando este se realiza en un paraje o en una situación en donde se requiere la “inexistencia de poblado”, es decir, en un lugar donde no hay gente. Además el robo en despoblado tiene que tener el agravante de que se realice en “banda”, es decir, entre muchos individuos. Para que el robo pueda considerarse como robo en despoblado lo cual es sin duda un agravante, debe concurrir al menos un elemento más considerado como fundamental, y es que sea realizado en banda. Si el robo es cometido en donde no hay personas moradoras o de paso pero lo comete un solo individuo será considerado robo simple.  Robo en despoblado es una expresión que hace alusión a quienes se aprovechan de una situación donde no hay nadie, una definición sobre este delito dice: “cuando dicho delito se comete en un paraje situado fuera del radio poblado, donde las víctimas no puedan recibir auxilio inmediato de terceros”.

Es justamente esto lo que ha intentado y sigue intentando hacer López Obrador con su iniciativa de Ley para modificar la Ley de Presupuesto, para poder disponer a su antojo de todo el dinero del presupuesto federal. Es robo al despoblado porque el hecho de que alguien quiera todo el presupuesto Federal sin que nadie lo controle, no se puede pensar que sería para otra cosa, al despoblado porque aprovecha una situación donde las calles están desiertas, no hay gente, no se puede salir a manifestarse masivamente, ni siquiera está sesionando el Congreso, pero él quiere amarrar los lazos para instalar la Comisión Permanente y lograr los votos necesarios, puesto que la oposición a duras cuentas puede hacerle frente a la enorme mayoría de Morena. Y es en banda, porque el robo no lo cometería solo, lo realizaría con la mayoría de los legisladores de Morena, quienes estarían renunciando a las facultades del Congreso para decidir sobre el presupuesto Federal para otorgárselas a su patrón, López Obrador.

Como si fuera poca la ineptitud, la impericia y la mentira, López Obrador envió el pasado 23 de abril al Congreso una iniciativa para poder disponer del presupuesto Federal a su antojo en caso de “emergencias económicas”[1]. La iniciativa de López Obrador equivale a poder disponer del presupuesto completo de la forma que le dé la gana, sin el control de la Cámara de Diputados, en caso de emergencias económicas, lo cual en tiempos de López Obrador, equivale a decir de forma permanente. Dicho en otras palabras, el proyecto de López Obrador significa lisa y llanamente un robo al despoblado del dinero de la nación, y disponer de él de forma completa de acuerdo al más entero antojo del actual habitante de Palacio Nacional. Justamente a él, el promotor de la tan mal llamada austeridad. No le ha alcanzado ni su partida secreta de más de 90 mil millones de pesos, ni todos los programas fundamentales que ha recortado, como es el caso del FONDEN. Y entre los problemas que tiene es que le quiere seguir apostando a PEMEX que es un barril sin fondo, a esto hay que sumarle que por los pésimos resultados que tiene está viendo que no habrá planes clientelares que le alcancen, y que la pandemia le “viene como anillo al dedo” para poder alzarse con el presupuesto federal completo, como los cuervos, que están revoloteando desde antes que su presa muera. Así, como un zopilote del tamaño de un dinosaurio sobre la desgracia, se ha levantado López Obrador sobre la crisis que está provocando la pandemia del coronavirus.

Si a un proyecto así lo hubiera presentado cualquiera de sus predecesores, López Obrador sería el primero en estar acusándolo de Traición a la Patria, de querer robarse el dinero y las arcas de la nación, y exigiendo su inmediata destitución, pero como es él quien lo está haciendo, y “él es diferente a los demás”, lo hace sin ningún pudor ni vergüenza, envuelto en altura moral, y otras hipocresías propias de su 4ta Transformación.

Por ahora, la iniciativa no ha pasado. Para tratarla tenían que instalar la Comisión Permanente, para eso necesitaban 13 votos de 13 legisladores de la oposición que hasta ahora tuvieron decoro y no lo consintieron. En muy buena medida gracias a la presión ejercida en las redes sociales, que les hicieron notar que la población los estaba mirando y que sus nombres quedarían en la historia como traidores a la patria y a la democracia, en caso de avalar semejante robo en despoblado.

Como la iniciativa no ha prosperado y se encontró con un “frente opositor”, los legisladores de Morena le quieren encontrar la vuelta. Llaman a negociar, a definir “emergencias económicas”. Si el “bloque opositor negocia”, les va a suceder lo mismo que les pasó con la votación de Rosario Piedra para la CNDH en el Senado. Hubo dudas en el recuento de votos. La oposición no aceptaba una nueva sesión hasta que no se reconociera la verdad de los votos. Morena les prometió que habría una nueva votación y de esa forma los llevó a una nueva sesión. En la nueva sesión Monreal traicionó lo que les había dicho, se burló mucho de su propia palabra, y terminaron convalidando el chanchullo de la votación anterior con el fraude en los votos. Si la oposición negocia, no pueden esperar ninguna otra cosa.

Algo que hay que mirar en esto es la “disposición” y los hechos que ha venido teniendo el gobierno de López Obrador para con los afectados de la pandemia, y entonces cuál podría ser el uso del dinero de poder alzarse con todo el presupuesto federal, como una atribución completa del Poder Ejecutivo, sin el control del Congreso, una facultad propia de un dictador sin ninguna duda. En cuanto a los insumos y equipos para médicos, el gobierno de López Obrador se la ha pasado recibiendo y pidiendo donaciones, como si fuera una ONG, o cualquier entidad de beneficencia. No ha querido poner sobre la mesa para el sector salud el dinero de la partida secreta del presidente de más de 90 mil millones de pesos. Y se ha empeñado en sostener sus tres grandes proyectos: el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, que en este momento no son una prioridad para el país.

Pero López Obrador está urgido de retomar su agenda política, en la que están como principales objetivos hacerse del INE e instalar el mayor aparato clientelar que haya tenido México. Una agenda política hasta ahora postergada por la pandemia.

Frente a la pandemia, López Obrador anunció 3 millones de créditos a la palabra de 25 mil pesos para pequeñas y medianas empresas y negocios. Como todo lo que hace, este plan contiene varias mentiras de López Obrador.

En primer lugar, no son para todos los ciudadanos. Quienes pueden anotarse son quienes estén inscritos por los “Servidores de la Nación”, es decir pueden acceder a dichos créditos quienes formen parte de su aparato clientelar. En segundo lugar, hay que decir que para quienes tengan un negocio, con empleados, después de haber tenido que cerrar por dos o tres meses, 25 mil pesos no le van a servir de mucho, o solo de muy poco, puesto que con eso no van a alcanzar ni a pagar la renta, mucho menos la nómina. Las consecuencias de esto serán millones de desempleados y miles de negocios cerrados. Por otro lado, hay que señalar que tanto los 3 millones de créditos otorgados sin ningún control, como los dos millones de empleos que López Obrador decidió crear por decreto, son dos enormes actos de demagogia y nada más que esto. Estas medidas traen a colación una de las promesas de campaña de López Obrador, cuando dijo que sembraría en la Selva Lacandona 4 millones de árboles y con eso crearía 400 mil empleos. Si cualquiera divide 4 millones dividido 400 mil el resultado le da diez. Diez árboles sería lo que tendría que plantar cada trabajador y con eso ya se le hubiera terminado su empleo. De ese tamaño son las promesas y las mentiras de López Obrador para resolver la economía. Y de la misma forma, como el viejito más mañoso y mentiroso del mundo, dice que “El pueblo le ha encomendado cuidar el dinero de la nación” y con ese argumento mandó una iniciativa al Congreso para alzarse con todo el presupuesto público.

Mucha vergüenza debería darle a López Obrador no haber dispuesto ya de su partida secreta de más de 90 mil millones de pesos para el sector salud en medio de la pandemia.

En este contexto, se fueron a manifestar músicos de la Ciudad de México, primero al edificio del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, que ocupa ahora el gobierno de la ciudad, y después a Palacio Nacional, pidiendo apoyo por la situación económica en la que los ha dejado la pandemia. Allí denunciaron que todas las veces les piden los mismos documentos, lo cual es muestra de que no les dan seguimiento a sus casos, ni a otros seguramente, y que el gobierno de Claudia Sheinbaum les ofreció 500 pesos como única ayuda, como único pago para paliar la crisis provocada por la pandemia. Algo así como una buena limosna. Gobierno de miserables si los ha habido alguna vez en la historia.

Por cierto, no se les ha visto ni a Hugo Gatell, a López Obrador ni a Zoe Robledo visitar un solo hospital con gente internada durante la pandemia. Ah, pero de lengua se comen a todos sus oponentes.

Ayer se publicó un video donde se le ve a Zoé Robledo en una visita al autódromo Hermanos Rodríguez donde se construirá un hospital en dicho lugar. Desde el primer día el gobierno de López Obrador quiso terminar con la Fórmula 1 en México. La ven como un evento para ricos, no de primer mundo, sino algo que los ofende. Es la visión del odio de clases y del resentimiento con la que gobierna López Obrador y su cuarta transformación. Y encontraron en la pandemia una oportunidad, según ellos inmejorable, para que nadie les pueda decir que no está bien construir ahí un hospital y terminar con la Fórmula 1. Por supuesto, como es costumbre, no anunciaron cuándo va a estar terminado y lo más probable es que ni ellos lo sepan. Hay cientos de lugares para construir nuevos hospitales, desde la mansión del Señor de los Cielos que acaban de rematar, justamente el día de ayer en vez de usarla para esto, hasta Los Pinos, pero la 4a Transformación, al estilo de los conquistadores, quieren destruir cualquier símbolo de progreso. La mediocridad como forma organizada de gobierno, eso es la 4a transformación. Y caracterizarlos de mediocres, puede ser en realidad demasiada consideración.

 

Las medidas necesarias en el Sistema de Salud contra la pandemia que nunca se tomaron

Lo que había que hacer no era tan difícil. Había que instrumentar una orden ejecutiva para que se distribuyera en todos los hospitales del país y a cada médico que trabaja en ellos, equipos de protección para el coronavirus, que debe incluir batas especiales, barbijos o cubrebocas N95, guantes, gorros, botas del mismo material que las batas. Debían establecerse protocolos claros para la atención de los pacientes con síntomas de coronavirus, que consideraran desde la llegada del paciente al hospital, hasta la forma de su internación, las opciones de los medicamentos con los que se decidió tratar el coronavirus en el país, hasta en qué momento se le debía dar el alta, si es cuando ya no tiene más síntomas, o cuando se le realizó un nuevo estudio para saber si ya no tiene coronavirus en el cuerpo. Nada de eso se hizo. En vez de esto, el gobierno de López Obrador salió a hacerle al cuento, a ejercer de mercader de feria barata que se preocupa por llamar la atención hablando permanentemente lo que sea, al punto que ahora ya realizan cuatro conferencias de prensa diarias que ocupan cinco horas de televisión. Como si la pandemia y la crisis económica provocada por esta se combatiera con palabras y más palabras. Así, el gobierno de López Obrador se ha ocupado de estar en el centro de la foto, sin importarle los resultados en realidad. Al punto de que el Canciller Marcelo Ebrard ha recibido ya un número considerable de aviones provenientes de China con equipos de protección para médicos, supuestamente, pero esos equipos, que le encomendaron a la Sedena que los distribuya a los hospitales de todo el país, no llegan nunca. Allí siguen los médicos sin equipos y sin insumos, manifestándose todos los días porque siguen igual, mientras se multiplica el caso de contagios y de muertos entre el personal que trabaja atendiendo a los enfermos de coronavirus.

En vez de hacer lo que corresponde, el gobierno de López Obrador se ha dedicado a mentir sobre el caso de números y de muertos. Las pruebas sobran. López Gatell, el subsecretario a cargo de la lucha, es hoy un engañabobos que ya no engaña a nadie. Que se ha convertido en el rostro de la mentira oficial de la pandemia. Esto para cualquiera que piense y que esté medianamente informado. Porque también hay de los otros, la gente que dice que el coronavirus no existe, o que escribe columnas sobre Hugo Gatell como “El Hombre del Momento”, todas encargadas desde el gobierno, y que si no fuera así, tendrían que describirlo como “El Hombre del Momento del Desastre”.

El mismo López Gatell dijo que había que multiplicar los datos oficiales por ocho. Esta semana que pasó ante las reiteradas preguntas de la periodista Dulce Soto, sobre el sistema centinela y la multiplicación por ocho de los casos, siempre se escabulló y dijo que ya lo explicaría el viernes, luego el domingo, y así. Después estarían los expertos que afirman que la multiplicación de los datos debe hacerse por 30, otros por 50. Incluso el infectólogo y especialista en Medicina Interna Alejandro Macías, estima que en México hay al menos un millón de infectados. Algo que nadie hace en México, porque en México lo que no se habla no existe, es multiplicar también el número de muertos. Es completamente ridículo creer que a mayor número de casos igual número de muertos que en las cifras oficiales. En un país con más de 3 mil fosas clandestinas encontradas hasta ahora, donde no se sabe a ciencia cierta cuántos muertos hay en ellas, al gobierno de López Obrador se le hizo fácil dibujar el número de muertos por coronavirus y registrarlos como neumonía atípica, neumonía comunitaria, Epoc, influenza, entre una variedad de padecimientos de infecciones agudas respiratorias. En este marco, ya se había publicado, según el gobierno de López Obrador, que estábamos aún en la primera fase de la pandemia. A estas alturas, ya se había publicado un video donde se mostraban cadáveres amontonados en el área de archivos del Hospital General de Tijuana. Este viernes pasado, México conoció la tragedia que estaba sucediendo en el Hospital de las Américas en Ecatepec, donde familiares de enfermos con coronavirus, ante la falta de información del estado de sus seres queridos por parte de los médicos y autoridades, decidieron entrar por la fuerza, y se encontraron una veintena de cadáveres amontonados. Sobre esto, es preciso hacer varias consideraciones. En primer lugar, el amontonamiento de cadáveres en un hospital habla del desborde del sistema de salud, algo completamente contradictorio con la versión oficial, de la disponibilidad de camas, del número de muertos y de “lo bien que vamos” en el manejo de la pandemia. En segundo lugar, hay que tener muy claro que seguramente lo que descubrieron los familiares de los enfermos de coronavirus en el Hospital de las Américas en Ecatepec, no es el único caso en el país. En tercer lugar, hay que recabar en que salió un coro soporífero a culpar a los familiares de los enfermos por haber entrado de esa manera. Sobre esto, lo primero que hay que decir es que es completamente inaceptable que a los familiares de los pacientes internados no se les brinde información en tiempo regular sobre el estado de sus seres queridos. Y esto no es una actitud aislada ni ocasional producto del exceso de trabajo por la pandemia. Es una actitud autoritaria y habitual por parte de médicos y autoridades del sistema de salud mexicano. Esto viola los derechos humanos de los pacientes como de los familiares. Los médicos y las autoridades de salud deberían tener un mínimo de sensibilidad y de empatía y ponerse en lugar de los familiares de las personas internadas, y entender que estamos hablando de sus seres queridos, y que al no estar bien, esto provoca angustia, dolor, ansiedad y en muchos casos, como sucedió en ese hospital de Ecatepec, hasta desesperación e incluso violencia. Todo esto se puede evitar si desde la autoridad se dispusiera la obligatoriedad de que al menos dos veces por día, los médicos tuvieran la obligación de informarle a los familiares de las personas internadas el estado de los pacientes correspondientes. Es una cuestión de humanidad. De simple respeto por las personas que quieren al enfermo que ellos están atendiendo. No hacerlo es desidia, desdén, falta de humanidad y autoritarismo. Eso tiene que terminar. No se puede aceptar.

Al ataque hacia los familiares que entraron de esa forma al hospital de Ecatepec le siguió un ataque en las redes sociales, orquestado con bots desde el gobierno, donde con total impudicia se culpó a la gente de Ecatepec de los contagios y de sus consecuencias, por no haber respetado la cuarentena. No hay mayor responsable de esto que el gobierno Federal y que López Obrador, que mientras la mayoría de la humanidad ya estaba en cuarentena, López Obrador seguía diciendo que había que salir, ir a restaurantes, que había que abrazarse, y que las pandemias no nos harían nada.

Ante cada protesta de médicos por falta de insumos y de equipos, el gobierno en vez de resolver el problema ha orquestado un ataque para acallar las protestas amenazándolos. Ante cada nota periodística que ha denunciado las carencias en el sistema de salud para atender la pandemia, el gobierno en vez de resolver el problema ha organizado un ataque sistemático a esos periodistas, incluyendo la condena de López Obrador desde el púlpito presidencial, como lo hizo con la Revista Proceso, ante la portada que mostraba una imagen atroz de la pandemia. Al ataque de López Obrador contra cualquiera que denuncie las ineficiencias de su gobierno para manejar la pandemia, le siguen los bots de Jesús Ramírez Cuevas, para masacrar en redes sociales a los que cuestionan al gobierno. Pero en ningún caso le siguen soluciones. De ese tamaño es la vileza y la inutilidad del gobierno de López Obrador. Justo este sábado fue el día de la Libertad de Prensa. En México la libertad de prensa se ejerce contra un gobierno que se toma toda la libertad de castigar, golpear, ningunear, descalificar, condenar mediáticamente y en redes sociales, a cualquiera que se atreva a cuestionarlo.

En este contexto, el gobierno de López Obrador anuncia la creación de 124 nuevos hospitales de la SEDENA, y los anuncian con la misma imagen de López Obrador inaugurando un hospital en Oaxaca, hace más de un mes, que todavía no estaba equipado ni mucho menos operando. Pero no dicen ni para cuándo estarán terminandos ni disponibles para los enfermos de coronavirus estos 124 nuevos hospitales, mientras siguen anunciando que el Plan DNIII ya viene, ahí viene, desde hace ya más de dos meses pero nunca llega. Si los miembros de la SEDENA fueran Boy Scouts lo harían más rápido. Hasta ahora, en la lucha contra la pandemia sirven lo mismo que la Guardia Nacional en su lucha contra el crimen organizado. En este contexto, también el subsecretario López Gatell, como un buen prestidigitador de las cifras al servicio de López Obrador, según guste y mande su jefe en Palacio Nacional, ya sabe cuándo serán los días con picos más altos de contagios, y hasta incluso cuándo bajará la curva de las cifras de la epidemia en México. Algo que si fuera cierto, sería un lujo que ni los extraterrestres tendrían, lástima que no es verdad. López Gatell administra los datos de la pandemia, haciéndose el de la boca chiquita a la hora de contar los casos y los muertos, y haciendo equilibro entre las órdenes de López Obrador, y tratando de dibujar las cifras de lo que sucede en realidad.

 Y en este contexto también, este domingo, la esposa del presidente escribió este tuit:

 

Su fundamento para decir esto son los exclusivos deseos de su esposo el presidente, que al parecer por ser quien ordena la manipulación irresponsable de los datos de la pandemia, termina creyendo tanto él como parte de su entorno, que pueden decidir y torcer la realidad.

 

López Gatell es un insulto a la inteligencia de los mexicanos

 

La enorme lista de frases y conceptos insensatos que ha dicho el subsecretario de Salud desde que comenzó la pandemia, hasta sus gravísimas mentiras sobre las cifras de casos y de muertos, se han convertido en un show de la desgracia y en un insulto a los mexicanos. Pero eso sí, hay gente a la que le gusta que le tomen el pelo y la charlen. Esa gente puede seguir creyendo y escuchando a Hugo López Gatell.

Este domingo, cuando toda la prensa esperaba que explicara “cómo funciona” el sistema centinela, con el que hasta ahora ha administrado el avance de la pandemia, frente a las reiteradas preguntas, en particular de la reportera de Reforma Dulce Soto, quien lo inquiría si de acuerdo a este sistema había que multiplicar por 8 o por 30, o por 50, López Gatell dijo textualmente: “Olvídense del sistema centinela”. De lo cual, puede deducirse según la mala broma que es López Gatell, que “vamos bien”, y así mismo él lo dijo, total ya no hay que multiplicar por ocho, ni por 30, no por 50. Y para ahorrarse nuevos escalofríos y papelones, Hugo López Gatell terminó la conferencia de prensa de este domingo, diciendo “se nos acabó el tiempo, ya no hay tiempo para preguntas”. Como si después de determinado tiempo ya no le rentaran el salón donde realizan las conferencias de prensa en Palacio Nacional.