'Hay que conocer profundamente lo que ha pasado para rectificar': Nélida Piñón

Foto: EFE/Zipi

MADRID.- En su afán de conocer a la humanidad, la escritora brasileña de reciente nacionalidad española, Nélida Piñón, regresa a sus 84 años con "Un día llegaré a Sagres", una novela donde viaja a la memoria de Portugal y ajusta cuentas con un pasado que "hay que conocer" para "rectificar la visión" que se tiene de él.

Rodeada de Pilara y Susi, sus dos perritas, Piñón desprende vitalidad en la casa de Madrid donde se aloja estos días de promoción de su último libro (Alfaguara), una historia que le "perseguía" desde 2004, año también en el que le avanzó la idea a su "amiga", la agente literaria Carmen Balcells.

"Cuando se lo conté me dijo que era una historia muy violenta. Pero yo le dije que era mujer y que podría ser lírica y violenta", contó a un grupo de periodistas una animada Piñón (Rio de Janeiro, 1937).

Y así es "Un día llegaré a Sagres", una novela marcada por los vientos que guiaron a los grandes navegantes portugueses, esos que hicieron del país vecino una "nación", y esos que están presentes en la vida de Mateus, el protagonista de esta novela que transcurre en el siglo XIX. Un campesino desclasado, hijo de madre prostituta acusada de brujería y que se cría con su abuelo Vicente.

Una suerte de guía vital y espiritual que al morir hace que Mateus emprenda una búsqueda hacia la utopía de una vida mejor, esa que dejaron impresa en la historia Vasco de Gama o Luis de Camoens dos personajes muy presentes en esta novela donde deja de manifiesto su pasión y conocimiento de Portugal, su otra patria junto a España (sus cuatro abuelos era españoles).

"Tenía esta historia en mi cabeza porque la humanidad es como si fuera mi vecina, la busco desde pequeña", confesó la ganadora en 2015 del premio Príncipe de Asturias de las Letras, quien "no entiende" por qué hay que pedir perdón por lo que sucedió en el pasado.

"Hay que conocer profundamente lo que ha pasado para rectificar nuestra visión. La historia es imborrable, y hay que conocerla más. Tendría que haber más historiadores (...) Hoy la gente no estudia la Historia como se debería para establecer una analogía con el presente", lamentó.

Por eso, añadió, su manera de entender la literatura la lleva a afirmar que ésta no se hace "de información", sino de "misterios" que el escritor "puede rellenar". Y tanto es así que cuando emprendió un viaje por Portugal para conocer los escenarios de la novela cuando veía un tronco pensaba en la "sangre que se había derramado" sobre él.

Lugares por los que transita Mateus, un personaje con el que Piñón se vuelve a meter en la piel de un hombre (ya lo hizo también en "La república de los sueños") con la sensibilidad y verdad que una mujer puede hacerlo.

"Creo que esta historia no la hubiera podido contar con voz femenina, porque una mujer en el siglo XIX no podría ser una peregrina, la mujer en esa época estaba destinada al refugio del hogar", añadió la escritora y expresidenta de la Academia Brasileña de Letras.

Y en esta inmersión en la mente masculina, Piñón profundiza también en la carnalidad y espiritualidad de este campesino que busca la utopía, un territorio que no es exclusivo de "los ricos". "¿Cómo se puede presentar la realidad de un personaje descarnado si no observo su sexo?", se preguntó.

Feminista declarada, la brasileña afirmó que es de las que "hace piropos" y de las que son capaces de "elogiar" a hombres y mujeres. Por eso explica que el feminismo para ella ha sufrido desde los años 70 "varias etapas".

"He conocido a las grandes feministas, eran mujeres cultas, pero nos se puede decir que ha habido una conquista del feminismo, sino que ha habido avances. Solo hay que mirar las fotos del G7, solo eran corbatas", añadió entre risas.

Respecto a su reciente nacionalidad española, la autora reconoció que no tenía el "coraje" de pedirla, pero que fue el embajador de España en Brasil, Fernando García Casas, quien le dijo que el gobierno español se la quería dar.

"Yo tenía ese derecho porque mis cuatro abuelos eran gallegos. Mi abuelo Daniel llegó a Brasil con 14 años (...) ahora es como si yo volviera dar vida a mis muertos", dijo.

Pese a que sus ojos ya casi no la dejan contemplar de manera física la vida, su mente está lúcida y no sólo mira al futuro, sino que, como concluyó la entrevista, le capacita volver a su niñez y recordar así cómo cuando visitaba Madrid con sus padres y pedía en un bar "aceitunas con anchoas" ella se pensaba que ya sabía español.