La devoción iraní por los poetas persas

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SHIRAZ, Irán.- Un dicho iraní afirma que en cada casa del país hay un Corán y un libro del poeta Hafez. Por una vez el dicho se acerca a la realidad. Este literato del siglo XIV es hoy un icono cultural que pone de manifiesto la devoción iraní por sus poetas.

El mausoleo de Hafez en la ciudad meridional de Shiraz es un lugar de peregrinaje para los devotos de Khwāje Shams-od-Dīn Mohamad, más conocido por su seudónimo Hafez, donde viven una experiencia casi mística y religiosa.

“Sus poemas son sagrados para mí”, dice a Efe Shahrzad Mohammad, una elegante señora vestida de blanco y acompañada por dos amigas.

Shahrzad lee poemas sentada en la escalinata de la tumba mientras sus dos compañeras la escuchan, ajenas al ajetreo a su alrededor, con una multitud haciéndose “selfies”, pagando sus respetos al literato o simplemente pasando la tarde en los jardines de rosas del mausoleo.

Esta residente de Teherán, en su cuarta visita a la tumba, define la experiencia de leer al poeta como “mística”.

“Leer a Hafez es como retornar a mí misma”, sostiene.

Entre el enjambre de visitantes que se arremolinan alrededor de la tumba, una mujer está profundamente ensimismada con los ojos cerrados mientras sostiene un libro entre sus manos.

“Vivo con Hafez cada día. Para mí es una experiencia mística”, dice a Efe Soheila Qhazvune, profesora de Literatura en un instituto de 46 años.

Soheila se aprendió de memoria todos los versos de Hafez de adolescente, estudió Literatura en la universidad, se casó con un calígrafo que escribe versos del poeta y ahora enseña Literatura en un instituto.

Hafez es “su vida”.

En los aledaños del recinto se ven a personas solas leyendo libros de poeta, algunos recitando los versos en voz alta.

Antes de la pandemia unas 7.000 personas visitaban el mausoleo a diario y en fechas como Noruz, el año nuevo persa, se llegaba a los 70.000, explica a Efe el administrador del lugar, Amin Tajalee.

“En Hafez la gente encuentra algo que ha perdido. Es algo más allá del tiempo y del espacio”, subraya, recurriendo casi a la metafísica, como casi todos los entrevistados.

Una práctica común es el denominado “Faal”, que consiste en pensar en un problema o una preocupación, cerrar los ojos y abrir el libro al azar: los versos que aparezcan serán una indicación de lo que depara el futuro o de lo que se debe hacer.

Esta práctica también se realiza con el Corán.

IDENTIDAD

Pero ¿por qué un poeta de hace varios siglos es tan relevante para muchos iraníes hoy?

“La lengua y literatura persa representa un componente fundamental de la identidad de los iraníes”, explica a Efe Raffaele Mauriello, iranólogo y profesor titular de Lengua y Literatura Española de la Universidad Allame Tabatabaí en Teherán.

Para el experto los poetas clásicos ayudan a los iraníes a explicar “quiénes somos” y “sienten a estos personajes como suyos, como miembros de su familia o comunidad”.

Y no solo es Hafez. Esa pasión e identificación iraní por la poesía y los literatos se extiende a los otros tres grandes poetas del panteón de la poesía persa: Ferdowsi, Saadi y Rumi.

SAADI

Así, en el cercano mausoleo de Saadi Shirazi, poeta del siglo XIII, cientos de personas pasean por los jardines y pagan sus respetos a su tumba.

“Esta es nuestra cultura. Otros países tienen otras artes, nosotros tenemos poetas”, cuenta a Efe Payam, un joven que se encuentra realizando los dos años del servicio militar obligatorio en Irán.

Si Hafez habla del amor, religión y la condición humana, los poemas de Saadi tienen un trasfondo ético y moral.

“Saadi habla de lo que está bien y lo que está mal”, dice a Efe Amin, un estudiante de Ingeniaría, que reconoce que le gusta más Hafez.

De vuelta en la tumba de Hafez, Mehdi, un ingeniero de una fábrica de azúcar, afirma que “adora a Hafez con pasión”.

Al ser preguntado por qué repite una y otra vez que el poeta y sus poemas son muy importantes para él, pero no encuentra las palabras para explicarlo.

“Hagamos faal”, afirma.

El ingeniero cierra los ojos y piensa en por qué Hafez es importante para él.

“Estar con él es mejor que la vida eterna”, lee el primer verso que parece al abrir el libro de poemas. Jaime León