Lo leí en Círculo de Poesía

Marin Sorescu en el Zócalo de la Ciudad de México

Por Rubén Márquez Máximo

Sobre los tiempos de Aquiles y Odiseo

Nos cuenta Homero que la guerra de Troya duró 10 años y que otros 10 años tardó el rey Odiseo en regresar a Ítaca. Ahora ha pasado el mismo tiempo desde que Círculo de Poesía vio la luz, 10 años en que se ha buscado sin cesar la mirada de la bella Helena. No olvidemos que la poesía nace con Calíope, Erato llegará algunos siglos después. Es por ello que Círculo de Poesía desde su nacimiento ha asumido las grandes empresas de la épica para llevar a la mayor cantidad de lectores las voces de los poetas más diversos, tanto en tiempo como en espacio. De este modo, la difusión de la poesía la empezamos con la foja de poesía 01. Cuando llegamos a la publicación de 100 fojas creíamos que ya eran muchos poetas, sin embargo, apenas era el inicio. Esa cuenta llegó a 499 y desde ese momento la enumeración se ha perdido porque el número ha aumentado tanto que ya no tiene mucho sentido continuarlo. De ser un blog de wordpress la revista pasó rápidamente a ser una página web. De tener unos miles de visitantes con los años se ha llegado a millones de lectores. No podía ser de otra manera, la gran poesía es ante todo épica y los ejércitos son innumerables.

A la par de estas publicaciones electrónicas se comenzaron a trabajar algunas ediciones dispersas. Tal vez uno de los ejercicios más importante fue El oro ensortijado. Poesía viva de México, donde se buscó dar una conjetura sobre la mejor poesía de poetas que, hasta el año de 2009, todavía se podían encontrar en la mesa de algún café. La antología la abría Alí Chumacero con su poema clásico “Poema de amorosa raíz”. Posteriormente para 2014, en Círculo de Poesía se decide trabajar con el sello Valparaíso México, iniciando la colección con El tigre en la casa de Eduardo Lizalde. En 2017, se recorre un nuevo camino y Círculo de Poesía comienza la serie Visor México con Dime dónde, en qué país de Marco Antonio Campos. Con ambos títulos se abre un diálogo desde la tradición mexicana con las tradiciones de los cuatro puntos cardinales del mundo.        

Este 2018 llega la XVIII Feria Internacional del Libro en el Zócalo CDMX y también este año se inicia una colección conmemorativa de los 10 años de Círculo de Poesía, unos libros muy bellos de portada blanca con una pequeña imagen que sirve como distintivo en la parte superior derecha. Esta colección la inaugura la poeta hindú Sujata Bhatt con Shérdi y otros poemas. A partir de esta maravillosa escritora, cuyo poema “Shérdi” comienza a ser un clásico entre los lectores mexicanos, desfila una serie de grandes nombres como el del rumano Marin Sorescu o el del coreano Ko Un. De la tradición mexicana se encuentra la reedición de El deseo postergado de Mario Bojórquez y por parte de Latinoamérica está publicado el poeta ecuatoriano Xavier Oquendo y la poeta boliviana Paura Rodríguez. Hay dos antologías de un gran aporte para conocer la poesía del mundo. Primero tenemos Puente y precipicio. Última poesía rusa con la traducción y selección de Indira Díaz, probablemente la mexicana que mejor conoce la poesía que ahora se está escribiendo en Rusia. Después se encuentra En el lugar de la luz. Poetas de los cinco continentes, que recupera los trabajos de este año del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México que organiza también Círculo de Poesía desde 2014. Por último, recientemente ha salido de la imprenta Nunca nadie en ningún lugar del poeta esloveno Aleš Šteger.  

En 2008, invitados por el poeta Mario Meléndez, varios de los fundadores de Círculo de Poesía leímos en esta misma Feria Internacional del Libro en el Zócalo. En aquel tiempo, los más de 70 libros que llevamos publicados eran apenas un leve destello de la imaginación. Por eso regresar a la Feria del Zócalo 10 años después es como regresar a la antigua Ítaca para recuperar el reino.

 

Breves notas sobre Marin Sorescu y la tradición rumana

Nada es casual en el trabajo editorial de Círculo de Poesía. Todo libro publicado en este sello tiene una razón de ser. Era diciembre de 2010 cuando vio la luz La Mesa del Silencio. Once poetas rumanos contemporáneos. La portada de esta antología ya luce el logo de Círculo de Poesía y de la Colección Gláphyras que inició su labor con la publicación de Pretzels de Mario Bojórquez en el 2005. La selección y la traducción estuvo a cargo del poeta de habla castellana que mejor conoce la poesía rumana del siglo XX, se trataba del chileno Omar Lara que vivió exiliado durante varios años en Bucarest, por lo que pudo conocer a fondo la obra de estos poetas. En esa ocasión, Círculo de Poesía ofrecía un excelente panorama de esta tradición que albergaba poetas como Geo Bogza o Ion Caraion. En 2016 Círculo de poesía junto con Valparaíso México publica El frío intermediario del poeta más joven que aparecía en La mesa del silencio, se trataba de Dinu Flamand. Este 2018 se vuelve la mirada a La mesa del silencio para publicar Alma para todo servicio. Antología poética de Marin Sorescu, poeta fundamental que compartió momentos con Octavio Paz, Vasco de Popa y con el mismo Paul Celan.          

Existe una sensibilidad peculiar de los países de Europa del Este frente al resto de Europa. Milán Kundera comenta en El telón que cuando llega a Francia se siente como un extranjero. El cine del polaco Krzysztof Kieślowski nos puede dar cuenta de esta atmósfera extraña que cubre al hombre de una luz sublime y melancólica muy propicia para mostrar la ironía y la complejidad de la vida, vida que muchas veces raya en el absurdo obligándonos a pensar sobre el mundo con profundidad y ligereza. De este ambiente se impregnan los poemas de Alma para todo servicio.

De esta manera, el lector podrá encontrar en la poesía de Sorescu diversas reflexiones que se sustentan a partir de la ironía que pone en tensión la seriedad y el absurdo. Como ejemplo el tema del yo que Luis García Montero y Alí Calderón proponen como problemática de la poesía contemporánea: “Investiguemos bien / Quién se esconde en nosotros. / Mucha atención para ver / A quién llamamos / Yo. // Que ya no se puede / Tener confianza ciega / En nadie. / Mucha atención, sobre todo, para saber / A quién llamamos / Yo.” La ironía surge por la afirmación de un yo que apenas se menciona cae en la duda, un yo que hurga en su yo y que desconfía de él porque en los tiempos que corren ya no se puede confiar en nadie.    

La poesía de Sorescu se nutre de su propia tradición, de tal manera bebe las aguas del cinismo de Emil Cioran al preponderar la pertinencia del suicidio en el momento más alto de la vida: “Eh, vamos a suicidarnos, le digo a mis amigos, / Hoy nos hemos entendido tan bien, / Estuvimos tan tristes, / Esta perfección en común / No la lograremos otra vez / Y es una pena perder este momento. // Creo que en la bañera es el modo más trágico, / Imitemos a los brillantes romanos / Que se cortaban las venas / Mientras discutían sobre la esencia del amor. / Fíjate, he calentado el agua, / Empecemos, queridos amigos, yo cuento: / Uno, dos, tres…” La ironía irrumpe nuevamente, pues la tristeza más profunda puede convertirse en la perfección más elevada, por lo que lo mejor será morir, pues a partir de ella todo será decadencia. Vida y muerte se confunden y se ríen de nosotros.          

De Ionesco toma ese tono molesto para el pensamiento racionalista que se encuentra en la estética del absurdo.  De esta manera, la cotidianidad de la vida da la pauta para reflexionar sobre la pertinencia del mundo cartesiano. “Si tropiezas con una silla / Es buena señal, llegas al paraíso. / Si tropiezas con una montaña / Es mala señal, llegas a la silla.” Por otra parte, también hay una especie de desolación y de humor negro al descubrir el absurdo de la existencia misma: “Los directores de teatro ya habían llenado la tierra con carteles, / Y Shakespeare consideró que después de tanto esfuerzo / Valía la pena ver también él un espectáculo. / Pero antes de eso, sintiéndose sumamente agotado, / Se fue a morir un poco.” Europa del Este tiene un halo propicio para poner el dedo sobre los intersticios por donde asoma el quiebre de la lógica. En el primer mandamiento del Decálogo de Kieślowski un científico calcula siempre el estado del clima. Cuando su pequeño hijo le pregunta si puede ir a patinar al lago, con una actitud confiada por la seguridad de sus conocimientos, mide las variables y le dice que el hielo se mantendrá estable. Al final, el lago comienza a deshelarse y el niño muere, por lo que el absurdo de Dios, su capricho, parece hilvanar todas las cosas sin importar la pobre razón humana.      

El mito del eterno retorno que obsesiona la obra de Mircea Eliade también se encuentra en uno de los poemas más emotivos de esta antología: “Se dice que las cosas vuelven a pasar / Por allí donde un día estuvieron / Como unos sentimientos cometas. / Sólo debes saberlos esperar, / Sólo debes saber romper / -Sin moverte de un sitio- / Innumerables pares de botas. // Esto significa que la acacia / Cortada en otoño / Volverá a renacer por un instante / De su vieja raíz. / Que volverás a amarme verdaderamente / Dentro de unos cuantos millones de años luz. / Ay, tal vez no falta tanto para que ello ocurra, / ¡Quién sabe! / Mira, yo incluso he empezado a esperarte / Midiendo el tiempo con la barba, / Eternidad a eternidad.” Después de leer estos versos nos queda una sensación de tragicomedia. No sabes si alegrarnos o llorar por la espera del personaje. Él mismo se burla de su creencia, pero también en el fondo notamos en sus palabras cierta esperanza, mostrando con esto la esencia de lo humano.  

Por otra parte, Sorescu todo el tiempo está jugando y desmitificando los valores establecidos. Así piensa, por ejemplo, sobre el lugar de la inspiración en la poesía: “La inspiración venía atrás, andando, / El poeta venía adelante, a caballo, / Y recibía los honores.” El poema surge de un ojo delicado que nos recuerda que nadie se acuerda de la pobre inspiración que dicta sus palabras al poeta. No obstante, el poeta muere, va delante en el cortejo mientras la inspiración al fondo sigue viva, sin que nadie la note, pero viva.  En otro momento replantea el mito de don Juan para convertir al personaje en un amante de los libros y así salvarse de las mujeres que buscan vengarse de sus andanzas: “Cada mañana, / Frente al espejo, / Luego de delinearse las cejas, / Se pintaban los labios / Con arsénico. / Se ponen arsénico en el pelo, / En los hombros albos, en los ojos, en los pensamientos, / En los senos, / Y esperan. // Se asoman albas a los balcones, / Lo buscan en los parques, / Pero don Juan, como acometido por un presentimiento / Se hizo ratón de biblioteca. // Ya no acaricia sino ediciones raras, / A lo más encuadernadas, / Ninguna empastada en cuero, / Como el perfume de las alcobas, / El polvo de lo antiguo / Le parece mucho más refinado.”  

Leamos a Marin Sorescu y que vengan cien años más para Círculo de Poesía.