Caso Lozoya: entre el circo y la verdad histórica

Por: Un chairo fifí

Por fin, después de un largo preámbulo alguien filtró a los medios de comunicación la denuncia formal que - a petición de la propia fiscalía, según relata el documento- el exdirector de PEMEX Emilio Lozoya Austin hizo el pasado 11 de agosto ante la Fiscalía General de la República (FGR) para salvar algo de su pellejo y ratificar todo lo que desembuchó previamente cuando fue apresado en España.

Se debate si la filtración de la denuncia que involucra a 17 altos funcionarios y legisladores en actos de corrupción (tres expresidentes, dos gobernadores en funciones y dos excandidatos presidenciales, entre otros) podría afectar el proceso contra Lozoya si se acredita que fue la FGR la que publicitó el documento, porque también pudo ser difundido por el propio "testigo protegido" o sus abogados. Por lo pronto la Fiscalía se deslindó y aseguró en un comunicado que investigará quién fue.

En la mañanera del jueves desde Zacatecas, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó saber quién filtró el documento, pero ya que la información está hasta en los chats donde mis tías de Querétaro comparten bendiciones y memes de Piolín, el presidente llamó a leer y difundir, pues lo importante, dijo, es que el proceso sea transparente y que el pueblo conozca la verdad de cómo funcionaba la corrupción en regímenes pasados.

Como quien descubre el agua tibia, la oposición tan desconfiada ve un trasfondo político y califica el asunto de un circo mediático, Felipe Calderón, José Antonio Meade y Ricardo Anaya han negado públicamente las acusaciones de Lozoya y junto con la mayoría de opositores argumentan que la difusión viola el debido proceso.

No todos están de acuerdo con este argumento, según el abogado Gabriel Regino la filtración no afecta la investigación contra Emilio Lozoya, pues el documento no es un acto de autoridad sino una simple narrativa de hechos cuya veracidad debe ser comprobada por la fiscalía. Es a penas el principio de un asunto que va para largo y al fiscal Gertz Manero se le acumula la chamba, pues varios de los mencionados están dispuestos a demandar daño moral.

Les presumo que ya leí toda la declaración, pero no les quiero hacer muchos “spoilers”, sólo diré que me gustó más que el libro “Decisiones difíciles” de Felipe Calderón, porque al menos tiene algo de autocrítica. Lozoya reconoce que se embolsó millón y medio de dólares de los 4 presuntamente “donados” por Odebrecht a la campaña de Enrique Peña Nieto. Ya se rumoraba desde hace tiempo, que el exdirector de PEMEX cobraba sus “gestiones” e intermediaciones.  

Si me preguntan mi opinión, estoy totalmente de acuerdo en que los probables delitos que involucran a los altos funcionarios se ventilen con nombres, pelos y señales, no veo cómo esta información le pueda afectar a la población y si me dan a elegir entre el debido proceso de un político y la verdad histórica, elijo la verdad por subjetiva y politizada que esta sea.

Recordemos que no es la primera vez que se intenta llevar a tres expresidentes al banquillo de los acusados, en 2002 el primer presidente de la transición, Vicente Fox Quesada creó con bombo y platillo la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado con la intención de enjuiciar a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo. Se debatía ya entonces si valía más la pena el castigo penal o que se revelara la verdad de los asesinatos contra opositores y crímenes de Estado de tres décadas.

Fox se decantó por la primera opción y ¿qué pasó? Absolutamente nada, ni verdad ni castigo. Eso pasa cuando la oposición, aunque "moralmente derrotada", conserva el poder económico y suficiente influencia política tanto en el Congreso como en el Poder Judicial.

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