Ecoturismo 2020

Por Aranxa Albarrán Solleiro / Confesiones de Turista

Los mejores guardianes del bosque, en su mayoría, dependen de habitantes de zonas rurales que conservan no solo los recursos de su tierra, sino también, el amor y respeto por lo que de ella nace. Un ejemplo de ello son los árboles, de los cuales se sustentan miles de especies, incluyendo la humana, además de plantas que emanan un espacio sano y próspero de vida.

Los espacios naturales, permiten que la cadena de vida fluya y siga su curso como es debido, las mariposas monarcas especialmente, se rodean de hectáreas de pinos mexicanos para permanecer en ellos por lo menos desde el mes de noviembre y emigran a inicios de la primavera, cuando saben, serán más resistentes al clima gélido de su país natal.

Casi el 80 por ciento de la tierra boscosa es propiedad de grupos indígenas y ejidos, comunidades que comparten tierras otorgadas por el Estado. La mayoría de estas comunidades sufren pobreza extrema y dependen de la agricultura de subsistencia y las remesas para sobrevivir.

Con pocas oportunidades de empleo, agentes externos han arrasado sus propios bosques a través de la tala ilegal y legal. Pero en otros casos, las comunidades forestales se han convertido en los mejores guardianes de los árboles.

En México, el ecoturismo es la tercer tendencia turística más realizada por los viajeros, siendo por supuesto, las comunidades rurales las que mayor beneficio tienen de ello, sobre todo las de comunidades que crean sus propios proyectos turísticos y reciben beneficios enteramente de la afluencia de turistas que llega a su destino.

En el 2020, a través de análisis elaborados por sitios de promoción turísticas entre ellos “Despega.com”, “TripAdvisor” e incluso “AirBnB”, los sitios con más reservas desde la reactivación del turismo, han sido los pertenecientes a turismo de naturaleza, turismo rural o ecoturismo. Los beneficios de que las comunidades sean las organizadoras de actividades y proyectos, auspicia a la disminución de problemáticas e incentiva los siguientes puntos: la mejora de equidad de género, al permitirle a las mujeres trabajar e incluso gestionar proyectos o ideas que puedan implementarse al sitio, la preservación de la cultura al demostrar sus productos artesanales, su lengua, gastronomía y vestimenta, y por supuesto, la preservación de la fauna silvestre al proteger el espacio natural en donde subyacen.

Empero, la pandemia ha alterado los beneficios de un turismo doméstico e internacional, siendo éste último el de mayo aporte. Para las comunidades, dicha problemática contribuye a la pérdida de ingresos turísticos, dando permiso a grupos externos e internos a continuar con la tala ilegal. Las comunidades forestales de todo el país están encontrando nuevas formas de invitar al mundo exterior y proteger sus bosques al mismo tiempo.

Por ejemplo, el Estado de México ha sido de los principales precursores del cuidado de la Mariposa Monarca, que en conjunto con la entidad michoacana, conservan la Reserva de ésta, siendo su relevancia tal que fue nombra en 2008 como Patrimonio Mundial de la Humanidad y el cual también, ha sustentado la llegada de turistas a Municipios como Valle de Bravo.

La ausencia de apoyo a ejidos dedicados a la conservación y organización de guías turísticas a través de bosques y zonas naturales, impide que comunidades contemplen al turismo como una fuente de ingresos esencial y eligen por ende, dedicarse a la venta de pinos que –de urgencia- traerá ingresos inmediatos a sus familias.

La reapertura del turismo y espacios dedicados a él, no ha sido suficiente, pues hasta el momento por continuación del semáforo epidemiológico en naranja y el riesgo ascendente de regresar a rojo, los pequeños establecimientos de servicios turísticos, así como los productos de guías turísticas deben seguir trabajando con un 30 % de aforo, lo cual, evidentemente, impide obtener los ingresos deseados o por lo menos, iguales a los de años anteriores.

La Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca (RBMM) se fundó en el año 2000 y ocupa más de 56 mil hectáreas. Está dividida en 59 ejidos, 13 comunidades indígenas y 21 propietarios privados. Por lo que alrededor de 27 mil personas viven dentro de sus límites, de acuerdo a un estudio publicado en La Jornada Ecológica en 2015. Dicho esto, el sustento de la gran mayoría de sus habitantes se incentivó gracias a la unión de comunidades que desarrollaron proyectos de empleabilidad ecoturística y que hoy día, por falta de atención de agentes principales, no solo se continúa con la pérdida de los recursos naturales (fauna y flora), sino también, de un pilar turístico.

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com