El turismo de mujeres

Por Aranxa Albarrán Solleiro

Creció con el estigma de que toda mujer, deberá obedecer lo que los demás le impongan. La vida es demasiado belicosa para deshacerse de cadenas aferradas a un sistema vulgar, abyecto y doloroso en su mayoría de ocasiones.

Soy vanidosa, déspota, blasfema;
soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa;
pero conservo aún la tez de rosa.
La lumbre del infierno a mi me quema.
-Pita Amor

Estudia lo que los demás consideren de gran relevancia, que crean que eres útil para el mundo. ¿Qué te parece doctora? Se dice médica, papá. Bueno, ¿qué te parece dentista? Tal vez puedas ser abogada o psicóloga. Nada de ingenierías porque ahí hay puro hombre, ni tampoco química o física, en esas carreras ni se conoce a las mujeres. ¡Uy! Mucho menos eso de ser chef o cosas de turismo, ahí la mujer solo va a tender camas o lavar los trastes, para preparar la comida está tu casa. Bueno… Maestra no está mal. Profesora, sería, no maestra. Como sea, ser enseñante está bien. Ay bueno, lo que decidas pero que te respeten.

Se enlistó a los 17 años en una de las licenciaturas más demandadas por el género femenino y denostada por ser incluyente con estudiantes de género LGBT. Los varones son escasos, de una generación de 130, solamente 30 o 40 lo son, los demás integrantes se difuminan en arcoíris en cada pasillo que conforma a la Facultad de Turismo.

La formación, en efecto, se compone en una serie de áreas de oportunidad donde la imagen de la mujer se proyecta: jefa de ama de llaves, cocinera, mesera, hostess, recamarera, recepcionista, agente de ventas, guía de turistas, entre otros. Enseñan a cómo tender una cama, sí, efectivamente, son en su mayoría privilegiadas por tener oportunidad de hacer practicas semestrales en hoteles de despampanantes cadenas donde practican doblados de sábanas especiales, doblados de toallas con figuras de cisne y doblados de papiroflexia en servilletas para vestir las mesas de restoranes lujosos. La atención al cliente ni se diga, “buenas tardes, señor. ¿En qué le puede ayudar? Sígame, lo llevo a su mesa. Con todo gusto, le hacemos los cambios en su reservación con vista al mar, ¿le incluyo servicio de room service de una vez o un masaje en nuestro spa?”

Las jornadas laborales exhaustivas en empresas de hospedaje y restauranteras, para enfocar específico el ejemplo, son avasalladoras, puesto que la mayoría de las empresas no cuentan con un área de comunicación efectiva en donde los trabajadores expongas quejas, dudas, comentarios, entre otros. En un Hotel de Ixtapa Zihuatanejo de cadena importantísima en México, quien escribe la presente, realizó encuestas de motivación laboral a empleadas de áreas que comúnmente son consideradas como “bajo nivel”: “pisos y cocina” en la cual las mujeres a las que se les aplicó el cuestionario respondían: “es que no sé si decirlo para no tener algún problema, mire señorita, ¿le puede decir, pero sin poner mi nombre?”

El silencio, la inscripción de “alias”, nombres ficticios o anónimos para protegerlas, continúa deslumbrando la portentosa desprotección hacía ellas. Violaciones de parte de huéspedes o comensales solo para satisfacción y puntajes que obtendrá la empresa para seguir en un camino exitoso, son oscuros que un turista convencional desconoce. Danny, una entonces trabajadora de un resort espectacular en Guerrero, comentó a Aranxa de escasos 20 años: aquí se puede tener relaciones sexuales si el huésped lo pide, hay quienes nos consideran como cualquiera y sin respeto nos piden hacerlo. Hasta los compañeros, por pasar mejor su estancia en el hotel, a veces se aprovechan de compañeras bajo la amenaza absurda de decirle al jefe que estamos incumpliendo con nuestras actividades.

Sin embargo, visualizar los espacios turísticos sin el esfuerzo laboral de las mujeres sería vaciar a los más de 22 mil hoteles y 600 mil restaurantes registrados en México, según Datatur e INEGI, no solo eso, es quitarle la riqueza cultural de mujeres artesanas que inyectan de color las callecitas de pueblos, ciudades y playas, de vendedoras de crema de coco y tamarindos, creadoras de arte hecho trencitas en cabezas de mujeres, de sonrisas receptoras en espacios diciendo: bienvenidos y magníficas jefas o gerentes que aún portando un uniforme estorboso, se desplazan a las mesas mencionando “¿todo bien?”

El turismo sin nosotras perdería investigaciones académicas, ingresos en aquellas rimbombantes empresas, en viajes de aerolíneas donde ellas caminan aún en turbulencia, en la magnífica luz de destinos rurales, en la sazón de un sinnúmero de fondas de comida, salvavidas de mochileros, de hostales o posadas para viajeros jóvenes y de limpieza en donde tú, él y ellos, deciden comer, dormir, nadar, bailar y conocer. El turismo es de las mujeres como lo es de los varones, deseando aún en el 2021 ser reconocidas y valoradas.

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com

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