Perú

Por Aranxa Albarrán Solleiro

Hay un lugar donde el tiempo se percibe incauto. William Burroughs describe preciso en su novela “The Police of Dead Roads” cuando se tiene experiencias de viaje a través del tempo: se puede estar vivo cuando estás completamente despierto o incluso cuando tienes momentos de sofocación, cuyo sentimiento emergente te hace emigrar del presente. Así, de la misma manera se dibuja la vida cuando viajas al Perú.

Primera parada del itinerario: Yakumama

Empezamos por el lago Yakumama, Rodolfo nos lleva por una selva maravillosa que parece incendiarnos el cuerpo, la temperatura marcaba poco más de los 36 ° Centígrados y nuestra deshidratación crecía, mientras nos acercábamos al destino. La riqueza que impregna el lugar, se debe en parte por su preservación cultural y de tradiciones, pues Yakumama es uno de los poblados donde la gastronomía se hereda y se trasmite de generación en generación, lo más atractivo, deriva en la pesca controlada permitida para turistas, siendo ellos guiados por Rodolfo e integrantes de la comunidad por el río Madre de Dios, mientras enseñan la técnica idónea para capturar las pirañas necesarias. El guía es esencial, debido a la peligrosidad que puede ser la pesca si no se tiene el conocimiento debido.

Comer el pescado, se transforma en un hecho exquisito, su sabor sumerge cada rincón de la boca, cocinada frita o asada, su riqueza alimenticia se potencia, siendo acompañada por una guarnición de verduras, arroz o ensalada verde.

Yakumama es mágico, su gente te envuelve con su hospitalidad, te conviertes en parte de la familia y te da por no querer alejarte pero, el camino debía seguir y tuvimos que realizar la siguiente escala en uno de los pueblos con mayor riqueza cultural del mundo.

Cusco, segunda parada del itinerario

Oxígeno a punto de extinguirse, sofocación alarmante, un paso más y las rodillas estarán por claudicar, arribamos a la segunda ciudad más importante de Perú, ubicada a 3 mil 399 pies de altura. Los Andes se perfilan en cada paso dado. El imperio Inca acordonado a la cultura española, se entreteje entre la mirada de los visitantes y sus hijos residentes, no obstante, los ojos externos se enamoran de la arquitectura que enaltecen los edificios danzantes.

El primer sitio visitado fue el Convento de Santo Domingo de estilo barroco, compartiendo cual raíz, la base del Templo del Sol Inca. Sus calles empedradas y el rojizo flamígero naciente de la madera de los balcones, impactan fuertemente, así como la Piedra de los 12 Ángulos que conocimos por casualidad en nuestro andar, sitio conservado como Patrimonio Cultural de la Nación, cuya ubicación está a minutos del Convento Dominico, en la calle Hatunrumiyoc.

Desembocamos después del regocijo de bellezas arquitectónicas, en el Mercado Central de San Pedro, considerado un santuario gastronómico, dado que se consumen los alimentos que fueron sustento de antepasados, pues es el más antiguo de la ciudad, fundado en 1950.

Rodeados de un calor ya no solo meteorológico sino humano, nos sentamos frente a Cucu, la dueña de uno de los locales más famosos de calderillas, como se le conoce a los sitios de venta de caldos, en donde se sirve una sopa de chongos fenomenal que provoca la disolución exhaustiva del paladar, acompañado de un vaso de maíz morado o chicha morada, con tres hielos deslizándose en el interior.

Cusco nos invadió de energía, así como nos robó el aire. Nos instalamos en el Hotel más famoso de todos: el Hotel Monasterio, sitio que conserva la arquitectura colonial del siglo XVIII y piezas de arte extraordinarias que provoca una sensación de cohabitar dentro de un Museo. Se encuentra a unos pasos de la Plaza de las Armas, donde los residentes lucharon por su tierra en tiempos guerrilleros y el corazón late incontrolable si nos ponemos en el centro.

Nos preparamos, dormimos un poco acompañados de magníficos arcos circundantes a nuestra habitación y dimos paso a una mágica experiencia al siguiente día.

Tercera parada del itinerario: Machu Picchu

Sagrada en cada una de sus montañas que le rodean, el tren salió de prisa de Cusco por la mañana, nos rodeamos de paisajes encantados, sin embargo, ninguno pudo superar la belleza que ilumina a la ciudadela construida en el año 1450.

Fue descubierta por el arqueólogo Hiram Bingham, quien a través de sus estudios menciona que está dividida en dos sectores: el agrícola, con una vasta red de andenes o terrazas artificiales, y el urbano, con bellas construcciones como el Templo del Sol. No obstante, cuenta con aproximadamente 196 puntos turísticos, que van desde complejos arqueológicos, plazas, templos, fuentes de agua, hasta monumentos y residencias, cada uno de ellos entrelazados entre sí y haciendo una cadena dadivosa en conjunto con la naturaleza que le rodea.

Machu Picchu enamora desde el primer segundo en el que el viento penetra los pulmones, especialmente por su aire puro y su riqueza de biodiversidad, pues se sabe que es el hábitat de 420 especies de ave, 377 especies de mariposas, 15 de anfibios y 25 de reptiles, de los cuales 9 son tipos de lagartijas y 16 serpientes. Además, cuenta con más de 30 mil hectáreas en las que se existen áreas boscosas, montañas escarpadas, picos y nevados. Así como especies de árboles como el aliso, el cedro blanco, la cascarilla, el yanay y el laurel; no sin olvidar los bosques de unca, queñua y t’asta. Es único, por eso es hasta ahora, Patrimonio de la Humanidad, emanando orgullo en cada uno de sus residentes.

Los pasos se doblegaban no solo de cansancio, sino de un amor que inspiraba el destino, encausándonos con su divina luz. Lo cual nos hizo abandonar de manera física el lugar, para llevarnos despacio a la capital del país.

Lima, última parada del itinerario

Nuestra hambre era vasta, un puesto de ceviches peruanos nos recibió, de manera literal, con los brazos abiertos, el sabor nos regresó el correr de la sangre en las venas, lo que nos permitió continuar con el viaje.

Nos llevaron los fuertes soplos del viento a Miraflores, el malecón, donde el sol ilumina más que en cualquier rincón del país y sitio ideal para rentar una bicicleta mientras se recorre toda su longitud alrededor de la costa. Arribamos a las Catacumbas, ubicadas en la Basílica, lugar en donde subyacen alrededor de 25 mil cuerpos, que por curiosos conocimos gracias a un recorrido subterráneo dado por Ricardo. Aunque la vibra y tensión de las almas que continúan misteriosas rondando el lugar, permeando con intensidad, las Catacumbas nos volaron la mente, como si nos hiciera todavía falta a lo largo de nuestros días en el país peruano.

Lima es rica en historia, en cultura y naturaleza, por algo los antepasados la nombraron capital y por eso de Perú prevalece como la ciudad precisa para estudiar la vida.

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com