Nos equivocamos, usted disculpe

Foto: Cuartoscuro

Por Gerson Gómez

Duele una sociedad tan normalizada a lo banal. Creyente de lo efímero y lo sin importancia. Agobia en cada segmento de la vida menuda. Los resultados de las elecciones son el espejo de lo peor de una sociedad convulsa y retrógrada.

Muchos de quienes hicieron la labor de funcionarios de casilla, recibieron todo tipo de agravios y de agresiones.

Los ciudadanos votantes deben entender sobre sus vecinos. Empáticos y de buena fe. Colaboran con una Comisión Estatal Electoral y con un Instituto Nacional Electoral, sin recibir pago alguno por la jornada y por la preparación previa.

Nos hace falta mucho de clases de civismo, de la época estudiantil de secundaria.

Serenidad y sobriedad al momento de emitir los sufragios. Soltar a todos aquellos charlatanes, influencers y nuevos paradigmas podridos.

Adentrarse en el pensamiento a los planes a futuro. No como bravatas de borracho en medio de una pandemia y de una cantina o antro de la zona nice de cualquier ciudad.

Ahora, con los resultados preliminares, es imposible ajustar a una mejora de un contexto tan vacuo y sin sentido.

Asumir el costo de una insignificante y no representativa mayoría. Los ganadores, a grosso modo, del padrón electoral, en números concretos, son menos del 22 por ciento de los electores. A eso llamamos. Una segunda vuelta debe ser necesaria.