Simpatía por el diablo

Por Gerson Gómez Salas

El mundo torea con un irracional. El presidente de los Estados Unidos de América presiona desde la única trinchera a su favor. Las redes sociales son su Waterloo.

Agoniza su período como jefe máximo. No esta despojado de sus poderes facticos. Aun la constitución le permite desarrollar órdenes ejecutivas. Invasiones, congelar cuentas extranjeras y detener el flujo de migrantes.

Apresurar la expulsión diplomática, mantener tropas en Afganistán y rebelarse contra todas las instituciones democráticas. Firmar indultos incluyendo el suyo, contra investigaciones de carácter criminal.

Quienes apostaron de inmediato, al reconocer al candidato opositor como ganador, destaparon el juego de cartas del oportunismo.

El mandatario lo ha dicho: quienes apuestan contra mí, pierden. Es una advertencia sonora y válida.

México, al ser un país pobre, no está capacitado a sortear la embestida de un toro embrutecido por el poder.

En poder de inmigración existen miles de connacionales en situación por debajo de las humanitarias. Niños y mujeres separados.

A lo largo de la frontera cauterizada, solo disfrutan de sus viajes al extranjero, quienes viajan en sus aviones particulares. Para ir a jugar a Las Vegas o a desentumir el cuerpo en Miami o Nueva York.

México, de Andrés Manuel, ha mostrado su simpatía por un régimen decadente. Si el presidente 46 logra acceder al poder, tendrá mucho trabajo el Canciller Ebrard. Para sanar las venas abiertas de la diplomacia.

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México