Surfear la patente oscuridad

Foto: Gerson Gómez

Por Gerson Gómez

Toda Europa se va a pique. La mano del imperio ruso lleva ventaja.

Tampoco América está a salvo. Los especuladores en las bolsas de valores y los economistas hablan, escriben, degluten la palabra recesión.

En dos años se fue todo al carajo. 

Los calendarios debieron borrar 2020-2021. Omitir los onomásticos, las defunciones y las clemencias.

Ciencia contra tiempo. Palabra clave: posponer. El sinónimo de reagendar. Iremos sin regresar. Este son los síntomas del tiempo. Nuestra pérdida, la desmemoria.

Al jueves 22 de septiembre del 2022, la multiculturalidad de Nervosa. Platillo fresco de la versión femenina del metal en el Nandas 78. La tribu, los adelantados al festival V y VI del México Metal Fest, ya departen los litros de cerveza.

La voz gutural de la Diva Satánica. Vaya fortaleza. Aguerrida, dulce. El arranque de cuatro días. En la pista, los partisanos de la nueva música clásica pican piedra, entregan diamantes en cada arpegio.

A lo largo de la avenida Juárez, del municipio conurbado de Ciudad Guadalupe, a unos kilómetros de la capital de Nuevo León, la avalancha de camiones de ruta, los transportes charters y la última estación de la línea 1 del metro, en exposición, suman ciudadanos de la patria única.

Viernes 23. Los tours descargan el pasaje en la entrada principal. Desde las primeras horas, los acompaña el sol de Alfonso Reyes. Ese maldito perro faldero, te sigue a todas partes.

En los viajes, muchos de ellos desde el centro del país, del altiplano, el concurso etílico de la ingesta los ha puesto a tono.

Desayuno frugal. La última lata de cerveza y el hot dog. Sus guías ya reciben los accesos. Boletería, brazaletes y VIP con servicio de dieta de proteína asada al carbón.

Tres escenarios. Dos contiguos. Los grandes. El otro en la plaza del jardín cerveza. Más pequeño, sombreado y con ventilación.

Las 48 bandas confirmadas, el 80 por ciento de talento, como nombran a los ejecutantes, provienen de Europa Central y de Europa del Este.

Culturas originales. Detestan la imposición religiosa. La monástica del imperio romano. Prefieren los ritos ancestrales. La doxología del paganismo, como le hacen llamar. También en México hay desertores. En búsqueda de las tradiciones originales de los pueblos indígenas. 

Al abrir las puertas, el gigante vikingo, el tío. Quien entre por estás puertas abandone toda esperanza.

A plomo el calor del día. TOTAL DEATH, CENOTAPH, GRAVE DIGGER, BATUSHKA, DISMEMBER, HELLHAMMER (TRIUMPH OF DEATH), CRADLE OF FILTH, ROTTING CHRIST, OVERSTEEL, CEMICAN, BURNING WITCHES, TANKARD, DESTRUCTION, SODOM, KREATOR, BELPHEGOR, ABYSS OF PERDITION, FIGHTBACK, ANCESTRY, ANIMA TEMPO, INTOXXXICATED, PANTEON, DARK MATTER, DAERIA, ARGENTUM, CARACH ANGREN.

La ceremonia, eso es el festival, incluye el outfit identificador. El negro elegante de la playera blasfema, la mezclilla, el zapato industrial o la bota con casquillo Dr. Marteens. Chalecos deslavados, de cuero, sin incrustaciones metálicas o accesorios con metal afilado no entran. Tampoco los alimentos, el agua, las drogas y los cigarros abiertos.

Eso dice el canon. 

A media tarde, el aroma de mariguana desliza su encanto. La explanada de la exposición ganadera regional cocina a fuego lento. Los golpeados por el calor se esconden en las tarimas delimitadoras en la zona de comidas y de los sanitarios.

El jardín cerveza es el hostal de quienes rinden pleitesía al cansancio. Nada los molesta. Nada los perturba. Ni siquiera los elementos de la policía municipal.

Al caer la noche, los ritos, las camarillas, los nuevos compas, se atrincheran. Al México Metal Fest se viene a pagar la cuota de la supervivencia emocional. 

Thrashers, metaleros simples, blacks y deaths, entonan letras difíciles de reconocer. Entre las notas altas, pastosas o mixtas, la encíclica de las bandas recurre a la posibilidad del exorcismo. 

En ningún sitio existe la censura. Las buenas conciencias norestenses se han ido de día de campo. Les pasó el balón entre sus piernas. La anotación demuestra, después de los fuegos artificiales, minutos después de la media noche, mientras Dua Lipa reunió a 12 mil en el estadio Banorte del ITESM, en la exposición, en el MMF V, es sold out con más de 30 mil asistentes. Tres veces más. Pero eso no lo conocen. Ni Multimedios ni Grupo Reforma lo mencionan en ninguna de sus páginas, ni en la web. Aunque el director de deportes de MM, Willy González usa su influencia y la pasa bomba en el VIP, con sanitario climatizado y servicio personal de lujo.

En preferente, el sueño, el cansancio y el viaje al derredor de los mundos alterados, es el fade out, el apagón de las conciencias.

Cocidos sí. En sus propios jugos y lamentos. El desvelo de la jornada. Pocos se atreven a viajar en sus autos. La doble A de tránsito guadalupense solo atrapa a familias desprevenidas. Padres alcoholizados después de la boda o el 15 años.
La mañana del 24 de septiembre, la algarabía en caída libre. Le atoran a la comida exprés. Los souvenirs de réplica y a no exponerse tanto al sol. 

AZTECA, BROKEN HOPE, TOXIC HOLOCAUST, NILE, DARK FUNERAL, JINJER, WASP, EL CHIVO, JUNGLE ROT, BRUJERIA, ASPHYX, MAYHEM, MARDUK, BLACKRIDER, MONJE, OBESITY, DEMONS MY FRIENDS, LAST BREATH, THE RISE OF MICTLAN, MASSACRE, NERVOSA, INCANTATION, VEKTOR, CORONER, NARGAROTH.

Desde los sanitarios al aire libre se puede ver un lado del cerro de la silla. La antena de transmisión. El tiempo cruza despacio. Lleva ritmo acompasado. En la sala de prensa el agua escasea. La tropa reporteril, los locales, los nacionales y extranjeros, ya conocen los horarios, las filas, las concertaciones y las dificultades.

A pocos les importa el juego de la Selección Nacional contra el Perú. Tampoco el papel de nuestros representantes en Qatar. El aquí y el ahora son Brujería, Jinjer, Mayhem, Marduk y WASP.
El tótem vikingo del tío anuncia la siguiente edición, el número VII. 2023. 10 y 11 de Noviembre. Blind Guardian, Cancer, Impaled Nazarene, Septioflesh y Los Males del Mundo. 

En el after del domingo 25, en el Nandas 78, se cierra el círculo. La epopeya de los cuatro días más extremos. Por encima de la canícula. De la falta de agua en la ciudad. Los torsos y las cabezas de los ejecutados del sábado con la numeraria fatídica de 13.

Aquí se acumulan experiencias. Millas o kilómetros en el camino a la destrucción personal.

Después de medianoche, ya en los primeros minutos del lunes, los supervivientes, sedientos y arrebatados, en las comodidades de la tienda de conveniencia, se preguntan dónde seguir la condena.

Descubren una ciudad apocada. Hay algunos afters abiertos. Bugas y gays. Cerveza, cristal, porro o cocaína disponible. Eso lo sé. De puertas cerradas al frente y accesos laterales. Solo sonríe a la cámara. Listo. La magia de los hoyos de los tiempos perdidos.

Pero esta vez no. Me encamino con la Giner Ale de litro. Los negocios sacan las bolsas negras de basura. 

Aprendí a surfear las emociones, en esta patente oscuridad.

Detrás del Museo Marco, en el parquímetro, en solitario bajo la luz mortecina, el auto espera. Sin cristales quebrados o chapa forzada. Eso, en estos días, es mucha suerte.