Entrometidito y pequeñito

Por Mike Volta 

Resulta muy curiosa la forma en que en nuestra cultura históricamente ha existido la costumbre de hacer las cosas diminutas, bien sea para llamarlas con cariño, identificándolas como entes apreciados por nuestra persona o bien para tratar de disminuir su participación en nuestra existencia, de minimizar su importancia o incluso para hablarlo en forma de burla.

En nuestro hermoso lenguaje, pocas son las palabras que no hemos pasado por ese filtro del empequeñecimiento o disminución, como para incluso hacer pasar desapercibida su existencia.

Esta costumbre viene incluso de la cultura prehispánica y nos ha dejado un curioso modo de expresión que no podemos evitar con la finalidad de aderezar el concepto para atraer, minimizar, dar cariño o cualquier acepción que pretenda destacarse. 

Así tenemos al “compadrito” que se va con la “comadrita” y hace una visita chiquita para tomar una “cervecita” y un “tequilita”. Ya que los niñitos no están en la escuelita se dieron un “tiempecito”. Además de que quiere hablar con un amiguito para ver lo de un trabajito por ahí, pero antes de que se haga más tardecito, también echaremos una platicadita, ah pero claro que con unas quesadillitas con rico quesito en tortilllitas de manita.
Igualito y me cuentas el chismecito de aquellito que traías con la chavita de la faldita que viste en el parquecito, la que paseaba su perrito chiquitito.
Ya ni me diga compadrito porque hubo bronquita con la comadre (ahora si) porque anduvo metidita en el chismecito con sus amiguitas que de bromita le dijeron que yo había tenido ¡rapidín con la chamaquita!

Y que fue ¡la puntita nada más compadrito!, cuando el del delito fue un chamaco cabroncito que ya le daba sus besitos de lengüita, pero se hizo mensito en cumplir que le daría el anillito y la llevaría con el padrecito.

Esta mañanita aún se antoja un cafecito con panecito dulcecito, ya que aún que me eché mis traguitos no ando crudito como para echar una pancita picosita, o unos taquitos de cochinita con un pozolito, pero cuidándome porque no me quiero ver muy gordito, pero le guardo las migajitas para los pajaritos.

Así qué hay papayita, platanitos, huevito con jamoncito y lechita, y creo hay agüita de limón. 

El abogado contento de que le cayó un asuntito del doctorcito que regala las paletitas que no le quieren pagar un dinerito que porque hubo un errorcito en la cuentecita de unas cositas que pagó.

Y luego nos da por oír musiquita para estar contentitos, dan ganas de un rocanrolito, o una salsita o algo que no sea quedito, que recuerde el calorcito cuando estuvimos hace poquito allá en la playita echando un coctelito en ese pueblito cerquita de Acapulquito, al que fuimos hace tiempecito con nuestros ahorritos. Igual ponte una baladita o un metalito.

Amorcito corazón, espera un poco un poquito más, en ese caminito, besitos de chocolate, y echamos un partidito con ¡tirititito nada más!

Y le rezamos a Diosito y la Virgencita, o a otro Santito para que nos hagan el milagrito. Y ya digo adiosito, me voy a la camita porque ya me dio sueñito.

A veces pienso que este empeño en hacer las cosas chicas puede tener el efecto nocivo y pretencioso de minimizar nuestras cargas o vivir en un entorno pequeño pero ...¿no podría ser también que nos limite los pensamientos en gran escala y aspirar a cosas más grandes?

Quizá si lo hacemos ¡liberamos al Kraken!

Comenten con historias de más diminutivos, ¡dense un tiempecito!

¡Quédense en casita!