Entrometido en educación inclusiva

Por Mike Volta

No debe ser extraño que con motivo de esta pandemia, haya cambios importantes en muchos aspectos; el trabajo, la economía familiar, la forma y tiempos para hacer las cosas, los viajes, cambio de residencia y con ello por supuesto, las escuelas. 

Aunado a que muchas escuelas en nuestro país, de por si con una situación complicada tuvieron que cerrar sus puertas, muchas familias cambiaron su residencia y aunque conservaron la educación a distancia, es un hecho que en algún momento de la vida y paulatinamente se regresará a la educación presencial.

Seguramente muchas escuelas en el interior del país recibirían a más niños que vienen de otras partes de la República o de las ciudades si tan solo entendieran este fenómeno. 

La oferta educativa en las ciudades puede ser más amplia, desgraciadamente en algunos estados no es así, por ejemplo el Estado de Morelos. 

El arraigo de la educación tradicional en la zona de Atlatlahucan y Cuautla es muy preocupante, las instituciones particulares catalogadas como las de mayor prestigio en la zona, simplemente no tienen empatía con la situación y se oponen discretamente a la aceptación de niños de capacidades diferentes, evitan ser inclusivos pretextando para ello que “están completos” o que su nivel académico impide el recibir alumnos que puedan atrasarse; es evidente que por mucho prestigio que tengan, no cuentan con la experiencia, preparación o personal para, además de formar futuros profesionistas, también tener formación humana inclusiva.

Se supone que las escuelas hoy en día, manejan una alta formación en valores, y con esto que ocurre en estos “centros educativos y Colegios” nos preguntamos ¿en dónde están los valores como la igualdad, equidad, inclusión, compasión y empatía por otros?

Simplemente sus directivos no se avientan el paquete, prefieren continuar en su zona de confort que proceder a conocer a los niños que aspiran a ingresar a estas escuelas a pesar de que su personal administrativo generó la posibilidad de esta dinámica previa que resulta desde luego muy importante e incluyente. 

¿Se habrá perdido la vocación educativa? ¿No existen disposiciones para evitar la discriminación? 

Resulta obvio que esta situación es preocupante y más con el evidente éxodo de las grandes ciudades a lugares menos concurridos como Cuautla, Lomas de Cocoyoc, Oaxtepec etc, tratándose de la cercanía con la Ciudad de México. 

Ojalá que alguna autoridad tome cartas en el asunto para evitar esta discriminación y se de una vuelta por estos lugares; porque resulta más complicado encontrar en sus dueños o Directivos ese espíritu emprendedor para poder encontrar nuevamente esa vocación formativa y educativa humana y poder recibir en su conjunto a niñ@s con capacidades diferentes.

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