Arcade Fire sale intacto de polémica por acoso sexual en su show en Madrid

Foto: @arcadefire

EFE

MADRID.- Pocos habrían vaticinado que un día una visita a Madrid por parte de Arcade Fire, grandes predicadores de la causa social, sería casi tan mediática por lo musical como por un escándalo de acoso sexual que les salpicó directamente pero del que, aparentemente, han salido indemnes si no victoriosos.

En su ya larga tradición de conciertos a rebosar, como el celebrado hace cuatro años en su última gira por España que acabó con la música en la calle, la banda canadiense ha vuelto a dejar la taquilla del Wizink Center seca, con un aforo diseñado en esta ocasión para 12 mil personas (si bien es cierto que hoy con las gradas más altas tapadas).

Precisamente "WE" (2022), el disco que les ha traído de forma exclusiva a la capital, celebra desde su título el reencuentro con la comunidad tras los meses de aislamiento pandémico, un reencuentro que en su caso no se ha resentido pese a la relativa desafección por sus últimos álbumes, la sobreoferta musical de 2022 en directo o, claro, la grave controversia en su contra.

La polémica, tan reciente que podría ser que muchos de los asistentes ni se hayan percatado de ella, saltó a finales de agosto a raíz de un reportaje con testimonios de cuatro personas que denunciaban haber sufrido acoso sexual entre 2016 y 2020 por parte de Win Butler, líder del grupo.

Tres mujeres y una cuarta persona de género fluido contaban entonces con edades comprendidas entre los 18 y los 23 años, unos 20 menos que los que tenía el músico cuando, según su testimonio, este se aprovechó de su fama para establecer contactos que él en un comunicado calificó de "consensuados".

Como consecuencia, varias emisoras radiofónicas de Canadá dejaron de programar su música. El efecto más notable, no obstante, fue el abandono de la gira de la artista Feist, quien debía ejercer como telonera, tal y como figura en muchos de los carteles pegados por Madrid.

El clima dentro del Wizink Center ha sido sin embargo bien diferente y lejano al malestar. Es más, ha sido completamente festivo, apoyado por una escenografía que reproduce la estética de una antigua sala de baile, con una gran pantalla en forma de arco que enmarca a la banda y una bola de discoteca en mitad de la pista.

A eso se ha sumado que, o ignorantes acerca de la polémica o sintiéndose invulnerables a ella, Arcade Fire se ha regalado un paseíllo desde el fondo del antiguo Palacio de los Deportes hasta el escenario, un baño de multitudes para todos sus miembros, Butler incluido, que lo ha repetido más tarde en solitario.

En lo puramente musical, y con seis discos de estudio en el mercado hasta "WE" (2022), muchas eran las permutaciones posibles en un repertorio con dos únicas constantes en el mismo: el inicio con "Age of Anxiety I", tras media hora de espera amenizada por un "Bolero" de Ravel que parecía no tener fin, y la conclusión, cerca de dos horas después, con "Wake Up".

Entre medias no han faltado como pilares estratégicamente situados los grandes hitos de su carrera, véase "Reflektor", "Rebellion (Lies)" o "Sprawl II", dejando a los temas nuevos (que han sonado casi íntegramente) la función de rellenar los huecos con lustre y coherencia, especialmente "Age of Anxiety II (Rabbit Hole)", muy bien recibida por los asistentes.

No ha habido que esperar para escuchar "Ready to Start", segunda del listado. En momentos así vuelve a la cabeza el dilema sobre la separación entre una obra y un autor moralmente reprobable, sobre todo ante trallazos como este, con su doble percusión, también el doble teclado y un sinfín de cuerdas.

Cada vez más cerca del rock de estadio, sin que eso suponga menoscabo para un directo contundente, voluminoso e igualmente hipnótico gracias a sus juegos de luces y proyecciones, han demostrado una vez más que saben insuflar los ánimos con himnos esperanzadores que se revuelven eléctricos como "The Lightning I".

En ese desfase, "Rebellion (Lies)" explota como una fiesta universitaria de "uoohs" colectivos en la que Paul Beaubrun, uno de sus miembros más recientes, se ha dejado llevar en pleno éxtasis hasta golpear las congas con sus rastas, poco antes de que en "Here Comes The Night Time" aparecieran de la nada los típicos gigantes hinchables de colores en una onda muy Coldplay.

"Muchísimas gracias", ha agradecido Butler los aplausos en perfecto castellano antes de afrontar una segunda parte en la que han sobresalido "The Suburbs" y "Sprawl II" en la voz de la colíder de Arcade Fire, Régine Chassagne, brillante bajo la bola de cristales y sobre un piano transparente teñido de luces púrpuras al fondo del recinto.

Tampoco puede olvidarse la pegada de "Everything Now", que está entre lo poco que se suele reivindicar de su álbum homónimo y que, convertido en un himno, les ha llevado hasta unos bises en los que, en clave acústica, han reivindicado el espíritu Beatle de "Imagine" en "End of the Empire IV".

El punto final, de nuevo en pleno éxtasis, lo ha puesto esa llamada al despertar de las conciencias que es "Wake Up", un mensaje que ojalá no se vuelva en un futuro no muy lejano en contra de esta noche en la que Madrid se dejó seducir por Win Butler. 

cmd