Liddell: Tauromaquia y teatro forman parte de la idea de tragedia griega

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AVIÑÓN, Francia.- A la dramaturga española Angélica Liddell el Festival francés de Aviñón le hizo recuperar la fe en el arte y el teatro en su primera visita a la muestra hace diez años. Ahora vuelve con el estreno de "Liebestod", un homenaje al torero Juan Belmonte.

En él, icono de la tauromaquia y emblema del sevillano barrio de Triana, encontró Liddell un reflejo de su trabajo y su particular sentimiento trágico de la vida, que ha traspuesto en "Liebestod. El olor de sangre no se me quita de los ojos. Juan Belmonte", estrenada esta semana en Aviñón y que irá después al Grec de Barcelona.

"Creo que la tauromaquia y el teatro forman parte de la idea de tragedia griega, donde el acto es una liturgia", dice Liddell en una entrevista con EFE.

La entrevista debía tener lugar en uno de los palacetes que Aviñón moviliza en esta 75 edición de su festival, pero Liddell cambia de opinión media hora antes y la conversación tiene lugar por teléfono.

Al parecer, la dramaturga ha cancelado a última hora la mayoría de encuentros con la prensa, confirmando así su rechazo a todo aquello que huele a sistema y orden.

A los críticos y al público les responde con las palabras de Belmonte, recogidas por el periodista Manuel Chaves Nogales en la biografía de 1935: "Dentro de dos horas estaréis en vuestra casa cenando como si nada".

Liddell desata pasiones: el público reacciona abucheando o levantándose para aplaudir. Su forma de escupir sobre el mundo, su puesta en escénica, a menudo violenta y escatológica, no es apta para todos. "Se torea como se es", decía Belmonte. En el teatro, tampoco cabe el engaño.

"El artista que trabaja con pudor no es una artista, es un cobarde. No se puede trabajar con la idea de agradar", dice la figuerense, de 55 años.

WAGNER Y LAS GRECAS

"No, no puedo vivir yo sin su amor. No viviré, no viviré". Lo canta Liddell a voces y podrían ser sus palabras, pero es el éxito del grupo español Las Grecas de 1974, Asingara, protagonista de esta representación musical en la que también suena Wagner, creación de una mujer "enamorada y mortal".

Enamorada de un hombre, dice, porque esta obra ha ido creciendo a medida que crecía un enamoramiento. Y mortal porque "el amor siempre es mortal".

- ¿Se crea mejor en el amor o en el desamor?

- Es que el amor, como yo lo entiendo, es trágico.

- ¿El sentimiento de tragedia, que marcó la vida de Belmonte, es inherente al artista?

- Por supuesto. El arte solo puede existir si uno tiene el sentimiento trágico de la vida, como decía Unamuno. Eso no se puede fingir.

Liddell no finge. O lo hace muy bien. Lo que recita en la obra le sale de las tripas, y se hace cortes en pies y manos para llenarse de sangre, estampa de sacrificio inspirada de la lidia y en Jesucristo.

Aficionada a la tauromaquia, "la muerte rodeada de la más deslumbrante de belleza, como decía Lorca", Liddell, mujer de contrastes, revela también su gusto por el fútbol, que ya no sigue tanto.

"Echo de menos a Juanito. Ahora todo es muy 'fair play', hasta el VAR. Se ha perdido la dureza, la idea del enemigo", explica.

Percibe en él la misma lacra que achaca al toreo actual y al arte.

"Tuve un encuentro maravilloso con Rafael de Paula, el último torero trágico. Me hago cargo de sus palabras cuando habla del embuste actual de la fiesta. Y eso es una cosa bastante general en todas las artes", defiende.

La directora cree que los gestores en Europa tienen miedo a que las obras no sean complacientes, lo que explica que algunas de sus piezas salgan de España sin haber sido estrenadas en su país, y de ahí que se sienta en comunión con en este festival.

"Cuando en España lo único que nos daban eran pelos, llegar aquí en 2010 y tener un patio de butacas en pie con la misma obra... eso fue muy grande. Aviñón fue un nacimiento".

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