Carta abierta al presidente Alberto Fernández

Foto: EFE

Mi padre, al que le debo muy poco o nada en la vida, porque me crié con mis abuelos, decía una frase muy buena, que creo que a usted se la deberían haber colgado en el cunero de la nursery, decía: “Hay que poner la mente en funcionamiento, antes de poner la lengua en movimiento”.

La frase no era de él, y la conocen muchos en Argentina, pero quizás, por su responsabilidad como presidente de la Argentina, por la fuerza y lo que producen las palabras de alguien con una voz cuyos efectos se multiplican en el espacio y en el tiempo, le aplican a tal grado, que un día podría ser tal vez el epitafio que más le hiciera honor a su obra en vida.

Hay que terminar Señor presidente Alberto Fernández con esa costumbre argentina de andar por el mundo haciendo menos a los demás. Para empezar porque no es cierto. Y después, porque a nadie le gusta que lo anden haciendo menos. Cualquiera que haya pasado por diversas cosas en la vida, para cualquiera que no sea un junior, sabe perfectamente que en la vida todos necesitamos de todos, y esto vale tanto para pueblos como para personas en particular. 

Siempre digo que las personas somos como los pueblos, todos tenemos virtudes y defectos, y todos sabemos cosas que otros no saben y al igual, los demás saben cosas o tienen experiencias que nosotros no tenemos. 

Soy argentino y vivo en México desde hace muchos años y créame que no es precisamente un favor, ni un motivo de orgullo, las expresiones que ha tenido usted sobre si los mexicanos vienen de los indios y los brasileros vienen de la selva y nosotros de los barcos. Habitualmente, por el contrario, los argentinos de los que usted resulta representativo, que andan por el mundo haciendo menos a los demás y con aires de superioridad, no le suman ningún motivo de orgullo a nuestro país, muy por el contrario, generan un rechazo generalizado y son motivo de vergüenza. 

Vivo en México desde hace muchos años, y desde que he llegado, cada vez que he necesitado la ayuda de algún mexicano, me ha alcanzado con hablar bien y pedirlo de buena manera, y siempre, pero siempre he encontrado esa solidaridad y esa ayuda. Y son así más allá de su origen étnico, o tal vez precisamente por eso, porque desde antes de La Conquista eran pueblos solidarios y generosos. Tuve el enorme placer de vivir en Brasil cuando era chico, porque mis padres se tuvieron que exiliar de la dictadura y lo hicieron en ese país, y Brasil tiene muchas cosas que Argentina no tiene, incluso la alegría. Los brasileros hacen música de cualquier cosa, y nunca les falta un motivo para estar alegres, sean pobres o sean ricos. 

Los argentinos tenemos que aprender que andar por el mundo denostando a los demás no nos hace superiores ni mejores que los demás, al contrario, no ayuda en nada. 

¿Cuántos pueblos talentosos, trabajadores, ve usted que anden por el mundo diciendo que son superiores a los demás y teniendo éxito con eso? 

El talento por ejemplo se muestra en el trabajo y no se dice, habla por sí solo. 

Un talento y un trabajo que su gobierno no puede mostrar por ningún lado. Porque no lo tiene. Porque en medio de la pandemia organizaron un vacunatorio VIP para sus amigos y allegados, porque han dejado fundir miles de negocios y pequeñas empresas por manejar la pandemia no gobernando para todos, sino desde una ideología para resentidos. Porque no saben cómo dejar de imponer la cuarentena más larga del mundo porque no saben qué medidas tomar ni cómo enderezar la economía. 

Le propongo señor Presidente Alberto Fernández, que antes de hablar, piense lo que va a decir, y que se siente y mire la realidad de que conduce un país en el que hay mucha gente que sufre, a la que no le alcanza para comer, y antes de estar presumiendo el origen europeo, que puede tener muchas virtudes, como sucede con cada pueblo, se ponga a arreglar los problemas del país que conduce, que necesita de una visión responsable y de actitudes que procuren el bienestar de todos los argentinos, no simplemente una mirada desde el ego. 

Una propuesta para resolver este problema podría ser que se enseñe en los colegios, desde la primaria, una materia que se llamara: “Los argentinos en el mundo” y que, así como funciona la materia de “Educación Cívica”, para formar buenos ciudadanos, o al menos con un poco de educación, esta nueva materia enseñara las virtudes distintivas de las distintas sociedades, como la japonesa, la norteamericana, los países nórdicos, los franceses, los brasileros, los mexicanos, los chilenos, los uruguayos, que todos tienen virtudes que los caracterizan y que no son propias de la sociedad argentina. Una materia no para sentirnos menos, pero sí para valorar y reconocer las cualidades de otros pueblos, en este concierto de naciones, en donde por sobre todas las cosas, primero somos seres humanos, y después todo lo demás. 

Marcelo Fabián Monges

El autor de la carta es escritor, autor de siete libros.