Aumenta el hambre en el mundo: ¿se va en la dirección correcta para erradicarla?

Foto: EFE

Por Moris Beracha

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mejor conocida como FAO, no está muy satisfecha con el papel que el G20, integrado por países desarrollados, así como por economías emergentes, ha desempeñado en estos casi dos años de pandemia por la covid-19.

Tan es así que su director general, Qu Dongyu, reclamó el pasado lunes en el G20 de Salud en Roma “un enfoque universal e inclusivo”, para prevenir futuras pandemias, que tenga en cuenta que la salud está vinculada con el medioambiente y la salud animal.

Según recogieron varios medios, Qu advirtió que el enfoque ‘Una salud’, que tiene en cuenta la interconexión de los seres humanos, los animales y el medioambiente, “resulta pertinente para luchar contra cualquier amenaza a los sistemas agroalimentarios y a los medios de vida”. 

Para lograr tal objetivo aseguró que es necesario intensificar la colaboración entre fronteras, sectores y disciplinas, porque “nos encontramos en un punto de inflexión histórico para poner en marcha las medidas necesarias a fin de prevenir futuras pandemias”.

Que también hizo énfasis en algo que es crucial y es la relación entre sistemas agroalimentarios y los de asistencia sanitaria, y recordó que la pandemia ha afectado a la agroalimentación, que es la base de la salud.

De hecho, según organismos internacionales, desde el comienzo de la pandemia las muertes por hambre superan a las provocadas por el virus. Sin embargo, la covid-19 no ha sido la única causa. Ciertamente las alteraciones económicas, producto de la propagación del coronavirus, han agravado la pobreza y la inseguridad alimentaria en las zonas con más hambre en el mundo, pero también lo han hecho los conflictos armados y la creciente crisis climática.

A las cifras me remito. Los cálculos apuntan a que aproximadamente 11 personas están muriendo cada minuto a causa del hambre extrema provocada por la combinación de los conflictos, la covid-19 y la crisis climática. De seguir este ritmo, los organismos alertan que superaría la actual tasa de mortalidad de la pandemia, que es de siete personas por minuto.

En julio de este año, las agencias de la Organización de las Naciones Unidas - FAO, Unicef, Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Programa Mundial de Alimentos y Organización Mundial de la Salud- presentaron un informe en el que reiteran que la situación del hambre en el mundo se deterioró drásticamente durante 2020, en gran parte por la pandemia. 

Aunque no a los extremos de gravedad como en África, donde una de cada cinco personas pasó hambre en 2020, lo que representa 21% de la población según el informe, la inseguridad alimentaria también aumentó en América Latina y el Caribe para situarse en 9.1%.

“El año pasado 118 millones de personas más, en comparación con el año anterior, padecieron y siguen padeciendo hambre, que las Naciones Unidas denuncia como uno de los mayores incrementos de las últimas décadas”, advierte el reporte. 

Esta cifra indica que el mundo tendrá que hacer un gran esfuerzo para cumplir su compromiso de acabar con el hambre en 2030, pues se prevé que 660 millones de personas sigan padeciéndola para ese año. 

Esto obliga a los países a reflexionar y preguntarse si van en la dirección correcta, tomando en cuenta que David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos, no se muestra muy optimista. “Vamos en la dirección equivocada. Pensar que vamos a terminar con el hambre en 2030, no es ni siquiera posible dada la trayectoria en la que estamos. Si no lo abordamos de forma muy seria tendremos hambrunas masivas, desestabilización de naciones y migraciones masivas”, ha asegurado. 

Es por ello que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y FAO sostienen, en la novena edición del informe “Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas, una mirada hacia América Latina y el Caribe”, que es central reconocer el papel que cumple la agricultura como fuente de ingreso, empleos y alimentos para la región y el mundo.

El documento, hecho público recientemente, señala que, dado su carácter esencial, la producción de alimentos, junto a la salud, “debe estar en la primera línea de prioridades de financiamiento e inversión en la fase de recuperación y transformación del período de post pandemia”.   

Así que los gobiernos deben actuar de forma urgente para abordar la inseguridad alimentaria y sus causas. Deben centrar sus recursos en financiar sus sistemas de protección social y programas que aborden las necesidades de las personas vulnerables, así como construir sistemas agroalimentarios resilientes ante futuros riesgos. 

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