¿El impuesto global a multinacionales beneficiará a América Latina?

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Por Moris Beracha

Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de los países del G20, conformado por naciones industrializadas y economías emergentes, aprobaron el pasado sábado 10 de julio un mecanismo de fiscalidad para las multinacionales. El propósito de este plan es luchar contra la evasión fiscal y hacer que las empresas paguen en los países donde hacen negocios, independientemente de dónde coloquen las sedes de sus subsidiarias.

No obstante, este proyecto ya había sido consensuado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que se lleva gran parte del mérito de este plan sin precedentes. 

El 1 de julio, 130 países y jurisdicciones de los 139 que integran el llamado marco inclusivo de la OCDE suscribieron el histórico compromiso para aplicar una nueva fiscalidad a las multinacionales. ¿El propósito? Que no se alojen en paraísos fiscales y eviten pagar impuestos.

Pero todavía queda trabajo por hacer. Está previsto que los esfuerzos ahora se centren en convencer a 9 de los 139 países de la OCDE que se muestran renuentes, para poder tomar una decisión final en una cumbre prevista para octubre. Entre las naciones reacias están algunos miembros de la Unión Europea como Irlanda, Hungría y Estonia, que durante años han captado inversión privada debido a sus bajos tributos.

Sin embargo, ya se ha dado un paso para lograr un mayor consenso. El espaldarazo brindado por el G20 al acuerdo de impuestos internacionales avalado por la OCDE es clave en la implementación del plan, que se centra en dos grandes directrices: imponer un gravamen global mínimo de 15% a las multinacionales, con el fin de evitar que desvíen sus fondos a paraísos fiscales con bajas tasas de impuestos; así como asignar a ciertas jurisdicciones un porcentaje de los beneficios de estas compañías para que tributen donde operan, independiente de si tienen una sede física o no.

Las reacciones de los funcionarios involucrados no se hicieron esperar. Para la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, una vez se ponga en marcha el plan acabará la “contraproducente competencia internacional de impuestos”, que lo que ha hecho “es privarnos de recursos necesarios para invertir en nuestros pueblos, nuestras fuerzas laborales, nuestra infraestructura”.

La OCDE calcula que la propuesta podría generar entre 50 mil millones de dólares y 80 mil millones de dólares en impuestos fiscales adicionales al año que las empresas terminarían pagando a nivel mundial. Esto es positivo tomando en cuenta que organismos multilaterales y economistas pronostican crecientes déficits fiscales como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia.

Y Si bien Argentina, México y Brasil forman parte del G20, junto a naciones de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Reino Unido, China, Indonesia, Japón, Turquía, Rusia, Sudáfrica y Corea del Sur, aún no está claro cómo frenar la práctica de ciertos países de rebajar tasas impositivas para atraer a las multinacionales beneficiará a América Latina, ya que la región no es sede de muchas de esas empresas. 

Así que hay que buscar mecanismos, interna y externamente, para que países latinoamericanos puedan competir por inversiones sin tener que sacrificar los ingresos fiscales. Sin duda alguna, una mayor contribución de las multinacionales a las arcas de los Estados es crucial y supondría un alivio en estos tiempos de dificultades económicas.