2016: Pésimo año para el peso mexicano

El 2016 finaliza a toda marcha, pero lo que no termina son las tribulaciones para el peso mexicano, sometido a una fuerte devaluación ante el dólar en los últimos 12 meses, sobre todo debido a factores externos. La salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) tuvo repercusiones en la moneda local, que ya era víctima de la volatilidad global. También la campaña electoral para la presidencia de Estados Unidos impactó en el cambio peso-dólar, sobre todo a partir de las declaraciones y promesas de Donald Trump, que van desde construir un muro fronterizo a pagar en México y la salida de la Asociación Transpacífico hasta el cuestionamiento del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte. El próximo presidente de Estados Unidos amenaza con deportar a millones de migrantes y recortar las remesas que envían a su país, una de las principales fuentes de ingresos de divisas de México. Además, hace esfuerzos por impedir que empresas estadounidenses inviertan en el vecino del sur, con promesas de subsidios, exenciones fiscales e incluso amenazas de recortar negocios con el gobierno, tal como ocurrió con la firma Carrier que desistió de trasladar a territorio mexicano una ensambladora de equipos de aire acondicionado. Frente a este escenario adverso, las políticas monetarias de la Secretaría de Hacienda y el Banco de México (Banxico) no pudieron impedir la constante pérdida de valor del peso. Poco sirvió el sistema de subastas de dólares a precio preferencial de las reservas internacionales con las que las autoridades financieras intentaron impedir la disparidad peso-dólar. La intención era equilibrar la demanda de billetes verdes, otorgar liquidez al mercado y controlar el alza en el tipo de cambio. Sin embargo, ese mecanismo sólo debilitó las arcas, que durante semanas sufrieron mermas diarias desde 52 hasta 400 millones de dólares, lanzados a la oferta y la demanda. En los primeros días de febrero el dólar estadounidense registró un máximo histórico. Se vendía en 19.60 pesos. Para entonces el peso acumulaba una depreciación del 10.7 por ciento. La Secretaría de Hacienda y el banco central cambiaron la estrategia con un plan en defensa de la estabilidad macroeconómica. El 17 de febrero el Banxico aumentó de 3.25 a 3.75% la tasa de interés interbancaria. La Comisión de Cambio suspendió las subastas de dólares y Hacienda anunció un recorte al presupuesto federal, equivalente a 0.7% del Producto Interno Bruto, en el que la peor parte la tuvo Petróleos Mexicanos. A corto plazo la medida funcionó. Ese mismo día el pesó recuperó 61 centavos, su mayor alza en casi cinco años, pero semanas después el Brexit se encargó de complicar las cosas. Pocos minutos después de conocerse en Londres el resultado del referendo, el dólar alcanzaba en otros mercados los 19.52 pesos, lo cual evidenciaba la debilidad de la moneda mexicana ante los avatares y la especulación foráneos. El gobierno federal decidió otro fuerte recorte al presupuesto público, esta vez por 31 mil 700 millones de pesos (cerca de mil 700 millones de dólares), lo cual generó protestas de diversos sectores afectados por la decisión. A continuación vendría la carrera final por la Casa Blanca. La contienda entre Hillary Clinton y Trump, y sus declaraciones, desestabilizaron más de una vez el mercado cambiario. Para fines de septiembre el dólar rompió la barrera de los 20 pesos, un nuevo máximo. El peso acumulaba entonces una depreciación del 13.4%, en tanto que en el nivel interanual llegaba a 18.60 por ciento. Tras conocerse la victoria de Trump los mercados cayeron y con ellos la moneda mexicana, que se vendió en 20.84 por la divisa estadounidense. Desde entonces, los expertos avizoran que la volatilidad continuará afectando al peso que, para mediados de diciembre, acumula pérdidas por más del 16 por ciento. Cuando comenzó 2016 se vendía en 17.70 por dólar. A estas alturas no baja de los 20 pesos por unidad del billete verde.