Las buenas influencias (tercera y última entrega)

Foto: Especial

Por Francisco X. López

El boom del cómic en los 90 hizo que los fans se enfocaran en el trabajo de artistas visualmente espectaculares. Jim Lee y Todd McFarlane, junto a otros colegas, renunciaron en grupo a Marvel y fundaron Image Comics, que en sus inicios se destacó por producir nuevas series que vendían cientos de miles de ejemplares, pero que duraron muy poco, a excepción de Spawn y Savage Dragon, que continúan hasta la fecha.

Lee se volvió un referente editorial con el sello Wildstorm y posteriormente se convirtió en la imagen y hombre fuerte de DC Comics, ya que todo lo que hace es garantía de ventas y sus transmisiones en redes sociales son de lo más comentado.

McFarlane se convirtió en un empresario. No sólo transformó a Spawn en una franquicia con cómics, animación, juguetes y una película, también incursionó en el mercado de los artículos coleccionables deportivos haciendo que su nombre fuera conocido por el público en general. Además fundó una compañía de juguetes que revolucionó el mercado; sus figuras, su línea de dragones y personajes de cintas de terror tenían una calidad y detalle que rebasaba lo que se podía conseguir en cualquier tienda y ayudó a establecer una industria de figuras de colección que cada vez genera más dinero.

El camino estaba marcado y cada vez más creadores buscaron convertir sus nombres en marcas, algunos con mucho éxito.

Alex Ross, un ilustrador que provenía de una agencia publicitaria, comenzó a pintar cómics con una técnica realista, pero que al mismo tiempo exalta la epicidad de los personajes, convirtiendo a los héroes en mallas en verdaderos dioses contemporáneos. Sus pinturas se convirtieron en piezas de colección y objeto de pósters, libros de arte y exhibiciones; hay un antes y un después en el diseño de personajes y arte de portadas a partir del trabajo de Ross.

Con el nuevo siglo, muchos artistas consiguieron millones de seguidores, pero fueron los guionistas quienes alcanzaron más éxito, llevando su trabajo al cine y la televisión. Ejemplo de esto son tres nombres. Brian K. Vaughan, quien a partir de Y: the Last Man, llamó la atención de los estudios y escribió varios guiones para las series Lost, Under the Dom, Runaways y Paper Girls. Sus historias siempre obtienen buenas críticas y su estilo ha influenciado a una generación de nuevos escritores.

Mark Millar es un nombre mucho más conocido. Después de causar controversia con The Authority, ganó notoriedad con la miniserie Superman: Red Son. Dio el salto a Marvel donde estableció el Universo Ultimate, en el cual se basa gran parte del Universo Cinematográfico y escribió una de las series más importantes de los últimos 20 años: Civil War. Millar aprovechó el momento y desarrolló sus propias series, consiguiendo que varios de sus guiones se adaptaran al cine y estableciendo MillarWorld, una compañía que se dedica a desarrollar y adaptar sus propias historias, la cual consiguió un contrato multimillonario con Netflix.

Finalmente, una autora que no es tan conocida, pero cuyo trabajo y activismo ha impulsado a una generación de escritoras y dibujantes, es Gail Simone. Sus historias en Secret Six, Birds of Prey, Wonder Woman y Red Sonja han establecido nuevos cánones para personajes como Batgril, Huntress, Black Canary, así como para la Princesa Amazona y la Diablesa con espada. Sus comentarios sarcásticos y agudos en redes son el pan nuestro de cada día.

En conclusión, los verdaderos influencers en los cómics no se limitan a conseguir likes, pues su verdadera motivación es transformar al medio y a su público.