La manada

Por Gerson Gómez Salas

El debate es extenso.

Las maquinas risueñas de la imaginación, las neofeministas, calzan el estandarte barroco de los críticos antisistema.

El sentido común es autoritario. Muera el patriarcado. Viva la nueva sexualidad. La trivia es efusión de un modelo futurista igualitario.

La batalla principal se gesta en las postrimerías etílicas. El problema teórico es desconocimiento de los antecedentes. No las fábulas hebreas, egipcias y mezo americana. El sentido del grupo y la convicción del clan condenan a la herencia de la jerarquía generacional.

Por aullidos se guía la patria, la presunción de una retórica subversiva. Abortar al macho opresor, el ideario es la reformulación de realidades por encima de la razón. Grupos de choque en simulacro ininterrumpido de la melancolía. Si ellas son manada, la loba alfa las domina. Estructura piramidal, no igualitaria, es la primera contradicción de sus tentaciones subyacentes.

El capitalismo también es patriarcado. ¿El socialismo queda exento? ¿La anarquía es el nirvana de la cultura pop del siglo XXI?

No hay marcha o movimiento social, ciego y sordo, a las necesidades de quienes busquen audiencia, incluye las venas primitivas del neofeminismo. Sin sangre o carne, el andamiaje montado sucumbe. La desintegración del individuo incluye también alfabeto alterno: así en triunfanda, no es triunfo, la expresión totémica de la intolerancia.

Aguanta hermana, aquí está tu manada.

Tuvimos la necesidad de llenar la plaza del Chorro y la de la Luz con la imagen del abusador. El cartel pegado con engrudo y diseñado en alta resolución. En una semana lo logramos. Hasta los señalamientos viales: ovary gang. Ese intento perverso de fotógrafo quedó expuesto. Su manera de maquinar aprovechar de las mujeres alcoholizadas o en estados alternados.

En asamblea discutimos la posibilidad de encontrarlo en la calle y someterlo a juicio público. Llevarlo atado en una camioneta cerrada. Nadie va a dudar de la integridad de las mujeres si te ven manejando una van.

Castrarlo físicamente, drogarlo y dejarlo inconciente en las laderas del río Santa Catarina, agarrarlo a batazos sugirió nuestra educadora sexual.

De alguna manera debe entender. Esos machos con hijos regados. Sin manutención. Aun así esperan convivencia con sus críos. De ninguna manera. Debemos terminar tajantes con los siglos de opresión. El poder de la mujer no es solo paridad. Es ir por encima del cincuenta por ciento. Presidir las naciones. Permitir los derechos de determinación de los cuerpos. Erradicar los confesionarios de nuestros genitales.

Permitir la salud femenina garantizada. Cárcel para quien en la vía pública chifle, diga piropos y nos mire de manera deshonesta.

Le encontramos en el bar delirando. Con sus propuestas de izquierda radical listas para iniciar la revolución en las calles. Entre sus oyentes, dos novicias de punks completamente anonadadas.

Reviví mi historia personal con él. Tantas mañas aprendidas. Sobreviví a la ciudad gracias a sus cuidados. Era una extraña capitalina en busca de almas afines. En este mismo bar me abordó. Bebimos de la misma botella. Compartimos el cigarro de mariguana. Lo lleve a casa para continuar charlando.

Amanecí a su lado desnuda. Con dolor de cabeza tan intenso. Las piernas mordidas y los pechos con cardenales vivos. Recuerdo hasta cierta hora. Perdí la brújula de orientación de los pensamientos.

Algo de mi estaba dañado y también agradecido. Salimos al OXXO. Lo atracamos llenando los bolsillos de sus pantalones deslavados. Queso, tortillas, salchichas y un par de chocolates. Solo compramos el refresco de ponche. Impresionante bufete gastronómico para dos nuevos compañeros.

Consiguió información de grupos de choque. Nos lanzamos como globalifóbicos a Guadalajara. Nos detuvieron. Pasamos casi seis meses en Puente Grande. Hasta la firma de libertad condicional y de jamás regresar a Jalisco por nada del mundo.

La sangre de nuestras heridas selló sus desplantes. Continuaba a la caza de nuevas aprendices. Llegó oliendo a sexo muchas ocasiones. El perdón es una mancha de la conciencia. Pedía nuevas suertes en cama. Complacido hasta perder la conciencia, decidí dar por terminadas nuestras relaciones sentimentales.

Lo extraño mucho en ocasiones. Sus frases de cariño, la camaradería en los momentos difíciles. Convivir en lo poco. Rascarnos con las uñas y caminar por horas sin cansar los pies o el alma.

La Asamblea Ovary Gang está por encima de nuestros intereses personales. Si nos tocan a una, nos agreden a todas. Va a entenderlo hoy a la salida del bar. Con mis hermanas de sangre, de copa menstrual, la sororidad nos une frente al patriarcado. Yo también aborté a mi macho.

Importante: Este contenido está redactado en sentido literario y es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México