La movilización de FRENA contra López Obrador

Espada de Dos Manos

Por Marcelo Fabián Monges /  Escritor y periodista.

Muchas son las ventajas de la movilización de FRENA contra López Obrador, llevada a cabo este sábado 30 de mayo y realizada a través de caravanas de autos en unas setenta ciudades del país.

En primer lugar, esta convocatoria no se ha sentado a esperar a que una oposición pusilánime les dé el visto bueno, o conforme un frente, o al menos tengan alguna iniciativa importante, que mueva a la ciudadanía, para ponerle freno a los delirios de López Obrador.

Hasta ahora, tanto políticos, como comunicadores medrosos han estado muy preocupados por aclarar, al emitir la menor de las críticas, que ellos no eran opositores a López Obrador, quien ha convertido sus caprichos en política de Estado, y al que nada le importan las prioridades del país, las de la población, ni siquiera la salud de los mexicanos. Primero están sus caprichos y nada tiene en sus políticas de gobierno igual importancia que esto.

FRENA realizó una convocatoria por redes sociales, surgida casi espontáneamente, y no ha dudado en manifestarse con dos premisas tan importantes como necesarias para la actual coyuntura del país. En primer lugar, se ha pronunciado como opositora a López Obrador, sin cobardías, sin tapujos, ni falsas simulaciones. Algo que la oposición completa hasta el momento no ha tenido ni el coraje, ni el valor civil, ni siquiera las ideas para pronunciarse en estos términos. En segundo lugar, FRENA lanzó su convocatoria pidiendo la renuncia de López Obrador. Así sin más.

Es decir, cuando hablamos de FRENA estamos hablando de un grupo de mexicanos que están dispuestos a hacer lo que hace falta, lo que es necesario, y a exigir lo que las circunstancias vuelven necesario, para impedir la destrucción de la democracia, de las instituciones y de México.

Pero frente a esto saldrían los medrosos, los cobardes de siempre, que nunca faltan, a decir “yo estoy de acuerdo con manifestarse pero no tanto”, Yo estoy de acuerdo con manifestarse en contra de López Obrador pero no en pedirle la renuncia.

Así saldrían personajes como Carlos Ugalde a escribir esto en Twitter.

Pero López Obrador escribía en Twitter el 14 de agosto de 2014, a tan solo un mes de que asumiera la presidencia Enrique Peña Nieto lo siguiente.

Esto quiere decir que si lo que hacía como opositor López Obrador era válido, legalmente y políticamente, que los ciudadanos conscientes que hoy reclaman la renuncia de López Obrador por el desastre político, sanitario y económico del gobierno de López Obrador, tiene exactamente la misma legitimidad política, legal, y que está dentro de las reglas del marco democrático y no es golpismo.

Digamos, la doble moral de Morena con el cuentito de que haz lo que yo digo pero no lo que yo hago, al estilo el dicho que antiguamente se le atribuía a los curas, ya no convence a nadie, por lo menos no a los ciudadanos que se movilizaron este sábado con la convocatoria de FRENA.

Los medrosos, los abúlicos y los cobardes siempre tendrán un pretexto para no correr riesgos, para no alzar la voz, para no mover los pies y por lo mismo, siempre les será más fácil estar esperando alguna migaja del gobierno de López Obrador y por lo mismo, no se declararán de manera clara como opositores al gobierno de López Obrador. Pero los cobardes no hacen historia, de no ser desde el recuerdo de la vergüenza.

Quienes hablan de golpismo por una manifestación pacífica, en primer lugar, son hipócritas funcionales al gobierno. En segundo lugar, confunden, llegado el caso, un levanta popular con un Golpe de Estado. La izquierda siempre ha propiciado, en todo el continente, históricamente, los levantamientos populares, ah, pero eso sí, mientras no se lo hagan a un gobierno de ellos. Hasta estos límites llega la hipocresía de la izquierda. Un Golpe de Estado siempre va acompañado de la participación del ejército, de las Fuerzas Armadas, y la democracia queda suspendida, como las garantías individuales al igual que la Constitución, y las instituciones quedan subordinadas al poder militar.

Como autor del Proyecto de Convención Contra los Golpes de Estado siempre voy a estar en contra estos. Pero otra cuestión muy distinta es un levantamiento popular.

La convocatoria a la movilización de FRENA nada tiene que ver en absoluto con un Golpe de Estado, o golpismo, ni siquiera con un levantamiento popular.

Sin embargo, es una convocatoria imprescindible en este momento del país donde la oposición completa no ha sabido parar a López Obrador ni en uno solo de sus abusos, ni en uno solo de sus caprichos, ni en una sola de sus decisiones insensatas.

La única medalla que se puede colgar la oposición es cuando en el Senado de la República, pudieron sumar los 13 votos necesarios para frenar las pretensiones de López Obrador para prescindir del Congreso y poder disponer del presupuesto completo de la federación según le venga en gana al austero presidente que vive en Palacio Nacional con una partida secreta de más de 90 mil millones de pesos.

El hecho de exigir la renuncia de López Obrador es una consigna clara, políticamente correcta para las necesidades del momento, que a la vez pone contra las cuerdas al presidente que todos los días, desde su púlpito presidencial se burla con holgura de cualquier oponente político, e incluso de los ciudadanos que se atreven a peticionarle algo fundamental para su propia vida o la de sus hijos, como sucede con los padres de los niños con cáncer, o con los médicos y trabajadores de la salud, o con el hombre que enfermó de coronavirus y se instaló en la puerta de Palacio Nacional porque en su casa, la CFE le cortó la luz en medio de la cuarentena.

No es lo mismo estar riéndose todos los días de todo el mundo desde Palacio Nacional con una sonrisa burlona, insultando a medios de comunicación, a periodistas y a todo el que se le antoje, a mirar por la venta, la misma que abrió subiéndose a una silla con zapatos y todo, para mostrar así una vez más que él puede hacer lo que quiera, pisar lo que quiera, y destruir lo que se le antoje,  que ver cómo una enorme caravana de autos han llegado en medio de la pandemia hasta las mismas puertas del Palacio Nacional exigiéndole la renuncia.

Quien crea que López Obrador no siente pasos en la azotea se equivoca. Tanto es así, que él mismo salió este domingo en un video a victimizarse, a decir que lo están atacando mucho, y a contrarrestar esta consiga de la movilización convocada por FRENA.

La consigna de “Con vida se los llevaron, con vida los queremos”, que sin duda es un reclamo justo, por ejemplo, en el caso de los 43 desaparecidos, es una consiga de máxima, porque en la realidad quienes la levantan, saben perfectamente que es un imposible. Sin embargo, es una consiga que pone de una manera definitiva políticamente contra las cuerdas al gobierno de turno, porque no la podrá resolver, por más voluntad política que tenga. De la misma forma, la exigencia de la renuncia es una exigencia de máxima, que por más que no dimita, que no se haga realidad, está diciendo claramente “estamos hartos”, “ya no aguantamos tus errores”, “sería mejor para el país que te vayas” y esto tiene una importancia crucial, incluso en el mensaje emocional hacia el presidente.

Elementos todos que la oposición no sabe ver.

La mayoría de la oposición seguirá pidiendo unidad, buscando una dádiva del gobierno, algún negocio, una oportunidad. Y no se dan cuenta que López Obrador los seguirá pasando por encima, que no les va a conceder nada, y que no le interesa ninguna otra cosa que hacer su suprema voluntad, ni tampoco ninguna unidad, de ningún tipo, con quienes desprecia y puede vencer, según él cree, comprando votos con sus planes clientelares a diestra y siniestra.

Otros países con mayor participación ciudadana, acostumbrados a movimientos sociales más espontáneos como Brasil por ejemplo, ya han destituido a dos presidentes por corrupción, con los ciudadanos en la calle exigiéndoles su renuncia. Uno fue Fernando Collor de Mello, quien tuvo que renunciar a su cargo el 29 de diciembre de 1992. La otra, en este caso una mujer, sería Dilma Rousseff, quien fue destituida el 31 de agosto de 2016, mediante un "Impeachment", que fue acompañado por millones de brasileños que exigían su dimisión en las calles. La acusación central contra Rousseff en el Congreso fue que violó normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal. Imagínense que la justicia en México existiera y que López Obrador tuviera que enfrentar esta acusación, con lo que ha hecho hasta ahora con el presupuesto, sobraría para enjuiciarlo y destituirlo una decena de veces.

Otro caso fue el de Fernando de la Rúa en el 2001, cuyo gobierno estaba enterrado en la parálisis, la inoperancia, la ineficacia y escándalos de corrupción. Cuando De la Rúa se saltó todos los límites, y parecía que había cometido todos los errores posibles, incluyendo probar instalar las exigencias del FMI de pagar el último aguinaldo de su vida a los argentinos, y de instalar el corralito, los argentinos se cansaron de De La Rúa, salieron a la calle, y terminaron con su gobierno.

El miedo a deponer a un gobierno está más vinculado al miedo al Tlatoani que a la inteligencia colectiva. En la evolución de las especies, sobreviven los más aptos y esto vale tanto para personas como para sociedades. Quedar a expensas de un hombre que está dispuesto a hacer por sobre todas las cosas sus caprichos personales, a cometer cuanto abuso del poder le venga en gana, por encima de los intereses del país, de las necesidades y prioridades de su población, y por encima de la constitución, como lo hace López Obrador, no es algo ni inteligente, ni que esté vinculado a la supervivencia de una sociedad y menos al progreso y al bienestar.

Todos conocemos los resultados de López Obrador. Crecimiento cero. Inseguridad a todo lo que da. Récord de violencia y de muertes. Muertos escondidos por la pandemia y medidas insensatas para poder seguir con su agenda política, sin otra ciencia que la compra de votos y la demagogia pura.

Lo mejor que le podría pasar hoy a los mexicanos es sacarse de encima cuanto antes a López Obrador. Y en este sentido, la convocatoria de FRENA y la marcha del sábado 30 de mayo son un claro mensaje de que México no está muerto, y que no se dejará matar por los delirios de López Obrador.

Por fortuna para el país, seguramente será la primera convocatoria de muchas. Y aunque salgan los Monreal, o los defensores del gobierno diciendo que esperen al 2021, estas manifestaciones cada vez serán más grandes, hablarán más claro, y serán más contundentes.

Y si al gobierno de López Obrador y a sus personeros no le hiciera mucho ruido la movilización de este sábado convocada por FRENA, no saldrían a tratar de conjurarla por todos los medios.

La marcha de FRENA de este sábado 30 de mayo, es el principio del fin de López Obrador, guarden este artículo. Así como dicen, guarden este tuit.

Lo ideal sería que las movilizaciones de FRENA resultaran también una llamada de alerta para la oposición, para dejar la cobardía, las actitudes pequeñas, y enfrentar en una sola alianza a Morena en todas las elecciones sucesivas hasta echarla del mapa electoral de México. Nada se los impide. Solo la pequeñez de sus intereses y sus ambiciones. Ojalá entendieran que es una necesidad imperiosa del país. Para que no pase el tiempo y estén como la oposición venezolana, mirando por la ventana como la dictadura decide a sus antojos la vida de todos los ciudadanos de su país.

En Derecho Positivo, lo que no está prohibido, está permitido. Y en ningún lado del compendio legal mexicano está prohibido que un ciudadano o un conjunto de ciudadanos le exijan la renuncia a un funcionario. Por lo tanto, la exigencia de la movilización convocada por FRENA, es absolutamente legal.

Además, es un reclamo completamente legítimo acorde a las exigencias de preservar el bien de la Nación y de sus ciudadanos, incluyendo la salud de su población.

Hasta la próxima.

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe, no refleja la línea editorial del Diario de México