Más secuelas: COVID-19 dejará 176 millones más de pobres en el mundo

Por Danilo Díazgranados

La pandemia conocida como COVID-19 sigue generando muy malas noticias. Esta vez un informe de la Organización de las Naciones Unidas puso de manifiesto algunas proyecciones acerca del incremento exponencial de los niveles de pobreza en el mundo. Y, a todas luces, son sumamente preocupantes.

El relator especial del organismo mundial para la Pobreza Extrema y Derechos Humanos, Oliver de Shutter, indicó que “la pandemia del coronavirus ha llevado a más de 250 millones de personas en el mundo al borde de la hambruna y desvaneció las esperanzas de erradicar la pobreza extrema para el año 2030”.

El lapidario informe, al desnudar la realidad de la situación, echa por tierra la esperanza de vivir en un mundo, en el cual sus habitantes gocen de mejores condiciones de vida.

Lamentablemente el accionar de los gobiernos, en el diseño de políticas públicas orientadas a propiciar mejoras en términos económicos y sociales, no ha sido el más acertado, ante lo cual una gran cantidad de países se encuentran desprovistos de mecanismos para sacar a la inmensa mayoría de su población del estado de pobreza en el cual se encuentra sumergido.

Aunque la economía mundial se ha duplicado después de la guerra fría, la mayoría de los habitantes del planeta viven en la línea de los 5,5 dólares diarios, ya que los beneficios de este crecimiento han caído en los más ricos, según el informe.

Urgen entonces el establecimiento de nuevas estrategias y líneas de acción que, en la medida de lo posible, se traduzcan en mejoras en la calidad de vida de los habitantes del planeta. Solo así será posible vivir en un mundo mejor, en el cual las personas disfruten de los elementos necesarios para llevar una vida digna.

Si no son tomados los correctivos necesarios, la pandemia del COVID-19 seguirá incrementando las cifras de deterioro y daño a su paso, contabilizando unos 176 millones más de pobres extremos en el mundo, incluidas personas de bajos ingresos, entre ellos mujeres, trabajadores inmigrantes y refugiados. Triste estadística, por cierto.