Países árabes en aprietos: la culpa es de COVID-19 y los bajos precios del crudo

Por Danilo Díazgranados

Si hace seis meses nos hubiesen dicho que los ricos Estados árabes del Golfo acumularían un déficit para el año 2023 en sus finanzas fiscales, calculado en más de 490 mil millones de dólares, de seguro lo habríamos tomado a risa.

Pero en ese momento los precios del crudo no se habían desplomado, tal y como pasó meses después, a menos de cero dólares de su valor, y COVID todavía andaba paseándose en Wuhan y no había salido de China a causar estragos en la economía mundial.

Julio de 2020 nos sorprende con esta noticia. La calificadora Standard &Poors da cuenta en su último informe que, debido a esas dos imprevisibles circunstancias, los seis países que integran el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG) tan solo este año tendrán un desbalance en sus finanzas de 180 mil millones de dólares.

Esas estimaciones están basadas sobre la premisa de que el precio del crudo se ubique en un promedio de 50 dólares, manteniéndose esa cotización por lo menos hasta 2022. Previsión un tanto difícil de asegurar, por cuanto por todos es conocida la inestabilidad del mercado petrolero durante el presente año.

Los estados que integran la CCEAG (Baréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) han visto crecer sus necesidades de financiación a tal punto que se prevé que para lo que resta de año su deuda se incremente en unos 100 mil millones de dólares.

Y si las cosas siguen así, las proyecciones apuntan a que la situación financiera continúe deteriorándose, ante lo cual el déficit se acercará a los 500 mil millones de dólares de los cuales, Arabia Saudita, considerada la economía árabe con mayor fortaleza, representará 55% de la insuficiencia presupuestaria de este grupo de países, seguido de Kuwait con 17% y Abu Dhabi con 11%.

¿Cuál será el plan de recuperación para tapar el inmenso hueco fiscal? Esa es la pregunta que seguramente una gran cantidad de analistas se están formulando, por cuanto la economía de la CCEAG está prácticamente basada en la explotación y comercialización de energías fósiles, cuya cotización en los mercados internacionales ha sufrido una importante merma, en razón de la baja de la demanda de estas fuentes de energía causada por el COVID-19.