Paro Nacional de Mujeres

ESPADA DE DOS MANOS

Marcelo Fabián Monges

Escritor y Periodista

 

Lo primero que hay que decir es que el Paro Nacional de Mujeres es producto de la indignación colectiva, de las mujeres mexicanas, ante la violencia y los feminicidios impunes contra las mujeres. Algo que cualquiera podría decir que es una cuestión obvia. Que aclararlo o decirlo así es redundancia. Sin embargo, no es esta la lectura que se le da al Paro Nacional de Mujeres desde el gobierno de López Obrador, quien ve en cualquiera que lo contradice una conspiración en contra de él y si el cuestionamiento tiene una magnitud seria, importante, entonces por manipulación o por miedo, López Obrador acusa de que la intención es querer derrocarlo.

Al Paro Nacional de Mujeres no lo frenará el gobierno de López Obrador, ni todos sus voceros más provocadores, ni los más oficiosos, ni los más abyectos por repetir las letanías del presidente para descalificar al paro.

Cuando en mi columna anterior escribí que López Obrador nunca se encontró a una encrucijada tal, como es lo que significa para él el Paro Nacional de Mujeres, así es. Pero para que no queden dudas, veamos algunos detalles. El mayor escollo que tuvo en su carrera política hacia la presidencia de la República fue el intento del desafuero, proceso que tuvo lugar en los años 2004 y 2005. En ese proceso se le acusaba a López Obrador de no cumplir la Ley, por no respetar una orden judicial respecto a la construcción de una calle. Violar la Ley, ¿Les suena? Algo que hoy López Obrador hace a cada rato. Digamos, debería haber servido de alerta temprana. Pero lo cierto es que la ciudadanía percibía el proceso de desafuero como un ardid, como algo injusto para sacar a López Obrador de la carrera presidencial. Entonces hubo marchas multitudinarias, que en teoría fueron las que hicieron retroceder al gobierno de Vicente Fox de continuar o insistir con el proceso de desafuero contra López Obrador. Aunque fuentes del antiguo CISEN afirman, que las verdaderas razones por las que López Obrador pudo frenar el proceso de desafuero las encontró en las oficinas de Carlos Ahumada, y las llevó con Vicente Fox. Videos que comprometían a altos funcionarios del gobierno Federal en ese momento. Entonces López Obrador, que había mandado a catear las oficinas de Ahumada con cierta desesperación para que incautaron todos los videos que había allí y no siguieran destrozando con todo ese material a su gobierno, fue y le mostró un video en particular a Vicente Fox, y le dijo, que hacemos, seguimos o paramos? Es decir, con ese material López< Obrador fue y “apretó” a Fox. Si vemos cómo se mueve hoy, que todos lo conocemos más, incluyendo “el apriete” a los empresarios para que le compren sus cachitos de la rifa del avión presidencial, que es otra gran mentira, podemos saber que es totalmente posible. Pero lo que nos importa para este caso son dos cosas de ese proceso, una, que la ciudadanía lo percibía como injusto, y por lo tanto López Obrador tenía el apoyo de la mayoría de la población, y otra, que ha sido el mayor obstáculo que haya tenido López Obrador en su carrera política.

¿Por qué digo entonces que el Paro de Mujeres es la mayor encrucijada en la que haya estado López Obrador? Porque es la causa más grande que ha tenido que enfrentar, en su carrera política, y es una causa percibida como completamente justa por la enorme mayoría de las mujeres informadas del país. Una causa percibida como justa, desde el principio hasta el final, porque lo es, sin que se pueda aceptar ninguna discusión sobre la justicia del reclamo.

La causa y el reclamo presentan otros inconvenientes sustanciales y enormes como una galaxia. Por un lado, el problema de los feminicidios seguirá, y mientras el gobierno de López Obrador no tome medidas en serio, que sirvan en la realidad, no en los discursos, para frenar la ola de crímenes permanentes contra las mujeres en México, el reclamo crecerá. Es decir, es la primera vez desde que está en el gobierno, que López Obrador enfrenta un problema en el cual, si no toma las medidas correctas, el problema y el reclamo serán cada vez más y más grandes. Esto no le ha pasado ni con el narco, con el que está a los abrazos, y de ninguna forma a los balazos.

López Obrador ha elegido para enfrentar el tema de los feminicidios, de los reclamos por la violencia contra las mujeres, incluso a el Paro Nacional de Mujeres, el camino de la descalificación, de la minimización, del reparto de culpas y de la auto victimización. Por un lado López Obrador responde con el abecedario básico de respuestas de su Manual del Buen Manipulador, que tal vez no lo tenga escrito, pero lo ha usado siempre y lo conoce a la perfección. El problema es que en este caso ese manual no va a funcionar para nada. No va a tener ningún resultado. Y por lo tanto lo llevará, al menos en este tema, al más completo fracaso. ¿Cuál sería la razón extraordinaria por la que a López Obrador no le funcionará el Manual del Buen Manipulador? La razón es simple: porque López Obrador subestima a las mujeres. Las respuestas de López Obrador sobre el tema han sido un insulto para la inteligencia. Y no solo un insulto para la inteligencia, han sido también algo absolutamente impropio de la investidura presidencial y de la alta dignidad que representa el cargo más alto de un servidor público para una nación. Hablo del momento en donde un grupo de feministas van a reclamar por los asesinatos de mujeres y López Obrador, lejos de asumir el tema, de buscar soluciones, de escuchar las demandas, de tener empatía con las mujeres asesinadas, con sus familias, con quienes se solidarizan con un dolor colectivo, pide que no le pinten las paredes de Palacio Nacional.

Digamos, tenemos por un lado un problema enorme, que son los feminicidios permanentes, la falta de justicia, la violencia contra las mujeres. Sin solución a la vista. Y por otro lado, un presidente que quiere ponerse en víctima de un reclamo al que van a adherir, después del Paro Nacional de Mujeres del 9 de marzo, por lo menos medio país.

Es más fácil descalificar, echar un rollo, decir que es la derecha, acusar golpismo o inventar cualquier otra excusa, que el hecho de asumir el tema seriamente, ponerse a trabajar, informarse, armar equipos de expertos, exigirle a sus funcionarios planes y resultados a la brevedad, hacer cambios si hacen falta. Todo esto no forma parte de la forma de gobernar de López Obrador. Él es más bien un autócrata, alguien que, según él, con él basta. Un autócrata no necesita un equipo de expertos para cada tema. Según el diccionario de la Real Academia Española la autocracia es:

“Del fr. autocratie, y este del gr. αὐτοκράτεια autokráteia.

f. Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”.

Nada define mejor la forma de gobierno de López Obrador que esta palabra.

Y para un autócrata como él, proveniente de las filas más tradicionales de la clase política mexicana, acostumbrado a resolver los problemas con discursos, minimizando el tema, haciendo explotar la caja china con sorpresas, con detenciones de ex funcionarios si lo necesita,  tal vez hasta de ex presidente, si llegado el caso,  en presidencia tienen datos reales de que la popularidad del habitante de Palacio Nacional anda por los suelos. Pero con todos los trucos de un mago experto, produciendo tretas como un experto en la creación de corrientes de opinión y de cortinas de humo, López Obrador no podrá acallar el reclamo de las mujeres si no ofrece resultados.

Entonces, la obra volverá a comenzar. Después del Paro Nacional de Mujeres lo que se puede esperar de López Obrador es que le reste importancia, aunque todo el país haya visto sus efectos, aunque no hayan estado las conductoras de televisión de siempre en sus noticieros, aunque no haya habido mujeres ni en las universidades, ni en la radio, ni en los bancos, ni en muchos lugares fundamentales del país. Y la gente normal, que piensa y vive en la realidad se pregunte ¿Cómo puede ser que López Obrador no entienda, que sea así? Y se digan unos a otros ¿Cómo puede ser que el presidente tenga esa insensibilidad? Incluso cuando muchas de sus funcionarias y funcionarios más cercanos adhieran al paro y ofrezcan abiertamente su solidaridad con la causa de las mujeres.

Y al tiempo habrá otros crímenes de mujeres que indignen a la sociedad. Y la voz de las mujeres se levantará de nuevo. Y la inutilidad de las autoridades seguirá la inercia de siempre. Como de costumbre, la saldrán a buscar cuando ya sea tarde. La podrían haber salvado de haber hecho algo, y siempre así, como si la inutilidad en la función pública fuera un mal endémico, algo sin solución, o que el ciudadano común debiera terminar aceptando como lo normal.

Por eso este Paro Nacional de Mujeres es grandioso. Porque confronta todas las causas de la impunidad. Desde la desidia del Ministerio Público, el machismo de los jueces, el machismo en la casa, hasta la insensibilidad y el machismo del presidente. Y a las mujeres no las podrá acallar López Obrador, y no dejarán de levantar la voz, mientras la injusticia, los abusos y los crímenes sigan. Por todo esto es que López Obrador a pesar de estar frente al problema político más serio y más grande con el que se haya encontrado en su carrera política, no está a la altura de las circunstancias, y ha elegido el camino equivocado, confrontando a las mujeres, en vez de ofrecerles soluciones.

Porque tal vez alguien le tendría que hacer ver, que al no asumir la justicia de sus causas y la magnitud del reclamo, las está confrontando, al acusar, al comparar a quienes lo han promovido, con todos los movimientos previos para darle el Golpe de Estado a Salvador Allende en Chile en 1973.

Ya han intentado desde el gobierno tirar barro suficiente en la cancha para desacreditar y desvirtuar el paro de mujeres del 9 de marzo “promoviendo que mejor sea un paro de hombres”, “que sean ellos los que se queden en sus casas”, como dijo Irma Eréndira Sandoval, sin expresar la menor solidaridad con las de su género o argumentos como que “si están en contra del aborto, que me vienen acá a defender ahora el derecho de las mujeres”.

La convocatoria a la marcha no incluye un debate sobre el aborto o sobre los distintos tipos de feminismo, o sobre las feministas equivocadas o las correctas. La convocatoria al Paro Nacional de Mujeres es en contra de los feminicidios, en contra de la violencia contra las mujeres y en contra de la falta de medidas del gobierno por estos crímenes y esta epidemia.

El resto de los debates deberá hacerse en su momento. Pero para eso primero tienen que estar vivas, debemos ocuparnos de que no las maten, de que el gobierno y las autoridades se ocupen de protegerlas por “el hecho de ser mujeres”. Y eso implica terminar con el machismo y la desvalorización histórica de la mujer. Una desvalorización en la que mucho ha tenido que ver la religión, aunque no a todo el mundo eso le resulte fácil de ver. Porque la concepción de que la mujer tiene como función sobre todo procrear, y casi nada más, viene de ahí, de la religión.

Lo mejor que podemos hacer sobre esto es no empantanarnos con el barro que tiran los enanos de siempre de las luchas sociales. Porque en las luchas sociales muchas veces hay enanos, a falta de buenos argumentos y altura de miras. Expertos en repartir lodo, logrando empantanar todo y que nunca se llegue a nada. Frente a esto, lo que hay que hacer es no empantanarse en ese barro, esquivar a los enanos, no reducir nunca una gran causa a cuestiones de ego, y tener en claro el bien superior por el que se lucha, que en este caso es la defensa de la vida, en particular de las mujeres.

Por todo esto, las mujeres mexicanas tienen que saber que están haciendo historia, que el Paro Nacional de Mujeres hará historia, y que son ellas las protagonistas, valientes, decididas, contra una cultura machista que debería defenderlas, y que si no lo hace, es, sobre todo, porque inconscientemente ven a la vida de una mujer como de menor valor que la de un hombre, como en tiempos del Imperio Romano. Porque esta es la única explicación real, al hecho de que desde el Estado, a los crímenes cotidianos de mujeres y a la epidemia que esto significa en México, no se le dé la importancia debida, ni se urjan soluciones, ni se tome como algo completamente inaceptable desde las instituciones.

Por todas estas razones el Paro Nacional de Mujeres tiene una importancia fundamental en la coyuntura del México actual y por todo esto y más, este 9 de marzo las mujeres mexicanas harán historia.

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