¿Se siguen vendiendo los cómics?

Por Francisco X. López

El 3 de agosto se rebelaron los datos de ventas de la industria estadounidense del cómic, la cual alcanzó una cifra récord de mil 210 millones de dólares en 2019. Este dato puede generar la impresión de que el medio está mejor que nunca, pero como se dice, el secreto está en los detalles.

Unos 355 millones, apenas el 29.3% están representados por los cómics como tal, la revista de 17 x 26 cm, con 32 páginas, el llamado floppy o grapa, el que acostumbramos comprar en un puesto de periódicos o en una tienda. Por otro lado, los menospreciados cómics digitales han elevado sus ventas a 90 millones, lo cual representa el 7.4%, mientras que el rubro de “Novela Gráfica” se lleva el 63.3% del total. Otro dato revelador, es que las tiendas especializadas tuvieron el 43% de las ventas, comparado con un 47% por parte de las tiendas de libros que, por primera vez, se convierten en el principal canal de venta.

Y aunque el dinero fluye hacia los conglomerados dueños de las editoriales, la triste verdad es que cada vez se venden menos cómics. Paradójicamente, la oferta de títulos es la más grande de la historia, pero esa misma oferta de opciones ha atomizado el mercado. Hace 20 años, los escritores y artistas producían su propio material con la esperanza de conseguir trabajo en un título importante, actualmente crean una base de fans en las series famosas, la cual termina por seguirles a sus proyectos personales en detrimento de los personajes tradicionales.

Hay un núcleo de creativos trabajando en las grandes editoriales, la mayor parte de las series sufren una rotación de talentos cada vez más corta. Nuevos escritores cuyo anterior trabajo era ser guionistas o autores de novelas juveniles, aparecen con ideas que pueden obtener muchos “likes” en las redes sociales, pero que no conectan con los lectores habituales. Nuevos artistas llegan con estilos dispares que derrumban la imagen de los personajes la identificación que los fans tienen con ellos.

Una industria que subsidia creativamente a otras más redituables está cayendo en un abismo cavado por su propio éxito. Las películas adaptaban a los cómics buscando replicar en la pantalla la magia que se veía en las páginas; ahora las nuevas generaciones de ejecutivos, escritores y dibujantes buscan trasladar a los cómics las producciones que, más que contar historias, están diseñadas para vender millones de boletos de cine y toneladas de juguetes y artículos licenciados.

Casi cualquier niño puede nombrar a los Vengadores, pero sólo unos pocos pueden decir que han leído sus aventuras y mucho menos nombrar a los autores de estas. Este mes Marvel y DC anunciaron la cancelación de múltiples series, la cual va más allá del viejo truco de relanzar los títulos para vender más ejemplares, esta vez las cancelaciones vienen acompañadas de despidos en aras de recortar costos.

¿Qué va a pasar cuando las adaptaciones de cómics dejen de ser redituables? Queridos lectores, ¿cuándo fue la última vez que se sentaron con un niño a leer una historieta?