Xochimilco, lugar donde renacen los muertos

Por: Erick Miranda

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Destellos amarillos de velas destacan de entre las sombras, y, aunque esté oscuro, los niños caminan por las calles. Coplas, oraciones y risas son los sonidos que envuelven a las personas de todas las edades que deambulan en Xochimilco durante las noches consecutivas del 31 de octubre y el 1 de noviembre: “Días de Muertos”.

La tradición de salir a “calaverear” o “pedir la calavera” no tiene fecha de registro, sin embargo, los residentes de los 18 barrios de dicha demarcación, así como algunos habitantes de los pueblos aledaños, saben que mientras más se aproxima tal fecha será imprescindible montar la ofrenda en casa, así como acudir a comprar lo necesario para compartir “la calavera” con todo aquel que lo amerite y la pida de puerta en puerta.

En las calles, familias enteras y grupos de amigos desfilan con disfraces completos, máscaras de monstruos o antifaces. También hay quienes visten capas negras, llevan maquillaje en el rostro e incluso exhiben caracterizaciones hechas con látex. Sus pasos son guiados por los chilacayotes decorados, mismos que proyectan luz en el suelo al contar con una vela en su interior.

Cada año el propósito de “calaverear” es el mismo: visitar el mayor número de casas con el fin de recaudar, principalmente, el tradicional pan de muerto y fruta de temporada; no obstante, también hay quienes regalan dulces o dinero en efectivo.

Asimismo, y en al menos dos barrios de Xochimilco, “Casas del terror” son montadas por vecinos, quienes en lugar de proporcionar “calavera” brindan unos minutos de entretenimiento gratuito.

Los peregrinos que acuden a estos festejos se forman ante zaguanes decorados y no decorados, entonan la oración de El Padre Nuestro, así como otra canción religiosa adaptada a la fecha, y, además, demuestran su ingenio con coplas alusivas a las ofrendas y a lo que esperan recibir de recompensa.

En relación a los festejos, Cesar Mendoza, de 29 años de edad, y quien es originario del Estado de México, explicó que era la primera vez que pasaba las fechas en el sitio y que “no había visto nunca nada parecido, ni siquiera en provincia, porque casi en todos lados sólo se pide la “calavera” y acá no; aquí se tiene que cantar y rezar, y eso todavía lo vuelve más tradicional”.

“Ya llegó Jorge Negrete, a pedir su gollete. Ya llegaron los abuelitos, a pedir sus tamalitos. Ya llegó la chilindrina a pedir su mandarina. Ya llegó el Hombre Verde, a pedir su mole verde. Ya llegó Pancho Pantera, a pedir la calavera” son algunas de las rimas famosas que se pueden escuchar en las calles.

Por su parte, Mary Contreras, residente del barrio de San Cristóbal y quien desde hace más de 20 años adorna la entrada de su casa para recibir a los “calavereros” explicó que “siempre es un gusto recibir a quien llegue, sean vecinos, familiares o desconocidos, porque el chiste es que todos se diviertan y coman de lo que las demás personas puedan obsequiarles en estos dos días”.

Pese a que en la capital el Día de Muertos suele festejarse de distintos modos, la familia González, que es originaria de Iztapalapa y quien acudió por tercera vez a Xochimilco por invitación de sus familiares, aseguró que “en ninguna otra delegación se festeja igual, porque acá todos te regalan mandarinas, pan, cañas, plátanos, dulces y hasta tamales, mientras que en otros lados no se hace nada o simplemente no se puede salir por la inseguridad”.

“Xochimilco es uno de los pocos lugares donde todavía se guardan tradiciones como ésta o la de las Posadas de diciembre […] y, aunque ahorita esta medio destruido por varias obras inconclusas, creo que todos deberían visitarlo alguna vez para que se enteraran de cómo se festejaban estos días anteriormente”, resaltó Marco, jefe de la familia González.