Roberto Palazuelos: Los juguetes del 'mirrey'

Por Carlos Meraz

El adagio popular es lapidario para el género masculino: “Los hombres no crecen, sólo cambien el tamaño y el precio de sus juguetes”. De niño fue rodearse de futuros famosos; de adolescente, los automóviles de alta gama; de joven, los jets privados; de adulto, edificar su industria hotelera y de viejo vaticina que será la carrera política. Así se podría concebir la glamorosa vida del actor, abogado y empresario mexicano de 53 años, Roberto Palazuelos Badeaux, la encarnación mediática del mirrey en transición a sugar daddy.

Con sempiterno bronceado, camisa desabotonada, ropa y accesorios de marcas exclusivas con uso opcional de gafas oscuras, Palazuelos ha materializado el concepto del nuevo milenio del niño bien de familia acaudalada al seductor self made que capitalizó su propio imperio hotelero en la Riviera Maya, pero con estilo no sólo para la ropa sino también, cómo suele aclarar el histrión originario de Acapulco, para tratar a la “gente común” con la educación que él ostenta, alejada de la prepotencia del junior que vive a costa de papi.

“Claro que he soñado con estar en la política, pero todavía no es el momento. Mi carrera está en un gran momento, necesito terminar de explotarla y también terminar de crecer como empresario; para que luego no digan que lo que tengo lo obtuve de la política, sino cuando yo ya esté bien estirado como actor y como empresario puedo dar ese brinco a esa faceta.

“Viene una serie que se llama Sugar daddy o Papi sugar, no sé cómo le van a terminar poniendo (los del canal estadounidense Comedy Central), es una producción de Gustavo Loza que seguro se arrancará el próximo año. Y mi libro Alquimia para el éxito: Guía para emprendedores fue un fenómeno editorial que se acabó en tres meses, tiraron 10 mil ejemplares, más lo que se hicieron por línea y por audiolibro.

“Gracias a Dios no me ha faltado trabajo. Estoy concentrado en mis cosas, no ando en la fiesta ni haciendo tonterías; hago deporte, leo, estudio y siempre ando trabajando. Ante el caso pandémico por Covid, mis negocios por ahora están recuperados, tal vez no hemos llegado a las tarifas que teníamos antes de la pandemia, pero seguimos con las más bajas y ya tenemos una alta ocupación hotelera. En Tulum se está dando el fenómeno de un turismo de naturaleza, pues son lugares y restaurantes abiertos y por ello se está teniendo una fuerte recuperación”, advirtió Palazuelos.

De ser un metrosexual más, egocéntrico y desinhibidamente hedonista del elenco artístico de Televisa, en 2003 pasó a convertirse en fenómeno mediático: un Diamante negro, como fue denominado durante su confinamiento voluntario en la casa del reality Big brother VIP, donde pulió al personaje encantador, con características igual de galán, frívolo y sibarita que del tipo simpático, emprendedor y hasta sensible.

Hace un año monetizó su manifiesto del lujoso estilo de vida que ostenta en otro show de telerrealidad, ahora para la cadena estadounidense MTV, con Palazuelos mi rey, serie que se encumbró entre las más vistas en la plataforma de streaming Netflix, donde la celebridad difunde al mundo los mandamientos de cualquier mirrey que se jacte de serlo: "procurar viajar mucho, mantener perfil bajo y no hacer nada de mal gusto pues simple is nice, vestir con estilo sin ser ostentoso y siempre ser cortés con las mujeres".

Big brother es un parteaguas en mi trayectoria artística, un antes y un después. Me coticé mucho en mi carrera en lo que cobraba antes y después, además mis niveles de popularidad crecieron mucho. En 2004 transmitieron mi boda y eso fue lindo porque en México solo lo han hecho con cuatro bodas: la de Eduardo Capetillo, de Lucero, de Eugenio Derbez y la mía. Pero las que tuvieron más promoción fueron la de Lucero y la mía, y la empresa me pagó una fortuna por transmitirla.

“En el momento que te dedicas a esta carrera uno tiene que entender que se van a meter en tu vida y no te puedes molestar por ello. Siempre tendrás el derecho de opinar o no de lo que quieres, y ese derecho no te lo puede quitar nadie”, sentenció.

AS DE DIAMANTES

En un ejercicio de ping pong periodístico, Roberto Palazuelos participa en un retrato hablado donde cada respuesta describe al ser humano detrás del personaje, en una suerte de charla de diván, a través del cuestionario de Proust, en una conversación diferente con una celebridad ídem.

— ¿Con qué personaje de la historia te identificas?

— Con Cristo.

— ¿A quién te hubiera gustado conocer?

— A Pancho Villa.

— ¿Qué maestro te hubiera gustado que te diera clases?

— George Washington.

— Si no hubieras sido hombre, ¿qué mujer te hubiera gustado ser?

— Angelina Jolie.

— ¿A quién le pedirías un autógrafo?

— A Robert de Niro y Al Pacino.

— ¿Qué personaje del Mago de Oz serías?

— El mago.

— ¿Qué superpoder te encantaría tener?

— Me gustaría tener el superpoder de transmutar amor, es decir, donde yo vea que hay mal poder mandar amor.

— ¿Quiénes son tus héroes en la vida real?

— Mi abuelo, mi tía Susana y mi hijo.

— ¿Qué fotografía o imagen nunca colgarías en tu sala?

— Ninguna con el símbolo nazi.

— ¿Con quien nunca trabajarías ni aunque te pagaran triple?

— Con nadie que hiciera pornografía.

— ¿Qué canción te genera inevitablemente el deseo de bailar?

Don’t stop, de Fleetwood Mac.

— Si tuvieras el DeLorean de Volver al Futuro, ¿irías al pasado o al futuro?

— Me encantaría ir al futuro para ver cual fue el destino de los lugares que amo, como Tulum, Acapulco y Cancún, iría a ver quiénes son mis descendientes para saber cómo son, dónde y cómo están.

Y también me gustaría ir al pasado, estar en los tiempos en que los españoles iban a colonizar México, y así asesorar a todos los aztecas para avisarles que ahí venían estos güeyes y cómo darles en la madre.

— ¿Ante qué personaje que coincidieras en la calle optarías por cambiar de acera?

— Ante cualquier hombre que tuviera señalamientos de pederasta o gente que atente contra los niños, no podría estar ni en la misma acera, ni compartir cuarto con él y no podría aguantarme sin insultarlo o golpearlo.

— ¿Cuál es tu más grande tesoro?

— Mi familia.

— ¿Cuál es tu mayor extravagancia?

— Ser coleccionista de arte.

— ¿Cuál es tu pasatiempo?

— La lectura, meditación y contemplación de mis obras de arte.

— ¿Qué es lo que menos te gusta de tu aspecto físico?

— Que tengo las patas muy flacas.

— ¿Qué hábito ajeno no soportas?

— La gente que es hiperactiva, que está moviendo constantemente la pierna o pegándole a la pluma, y no puede estar tranquila. Yo les digo: “¡Ya cálmate, me estás poniendo nervioso!”.  Eso me pone muy mal.

— ¿De qué palabra abusas?

Güey, cabrón y ¿qué onda?

— ¿Qué platillo comerías antes de ser fusilado?

— Una langosta al mojo de ajo, acompañada con verduras y arroz.

— ¿Cuál ha sido tu concierto favorito?

— Duran Duran en la Arena de Wembley, más o menos por 1986.

— ¿Cuál es tu placer culpable en la música?

— Me gusta todo tipo de música, menos las cumbias y la salsa.

— ¿Qué canciones describen tu personalidad?

— Me fascina Frank Sinatra y la que más me conmueve es la de My way y la de El rey, de José Alfredo Jiménez.

— ¿Quién es el mejor actor del mundo?

— Marlon Brando.

— ¿Cuál fue el último libro que leíste?

— Estoy leyendo ahora uno que se llama El mito del emprendedor: Por qué no funcionan las pequeñas empresas y qué hacer para que funcionen, de Michael E. Gerber.

— ¿A qué político le darías un pastelazo?

— A Antonio López de Santa Anna.

— Si fueras presidente de México, ¿cuál sería tu gabinete ideal?

— Como secretario de Defensa, Winston Churchill; de Fiscal General de la República, Robert Kennedy y en la Secretaría de Hacienda, Margaret Thatcher.

— ¿Cuál es tu máxima favorita?

— Llega como el viento, parte como el rayo y jamás serás vencido.

— ¿Qué estarías haciendo si el dinero no importara?

— Estaría haciendo el amor.

— ¿Qué te hace reír?

— Me encanta la gente con buen sentido del humor. Creo que debemos estar siempre contentos para mantenernos jóvenes.

— ¿Y qué te hace llorar?

— La gente desprotegida, las matanzas y la tragedia que hubo en el temblor al desplomarse el Colegio Enrique Rébsamen.

— ¿De qué te arrepientes?

— De imprudencias, por ejemplo, cosas que no debí haber dicho en su momento, pero son cosas mínimas.

— ¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?

— Nunca estar esperando más, porque cuando lo haces siempre estás viviendo la futura felicidad y no el aquí y el ahora.

— ¿Cómo se titularía la película de tu vida?

— Contra viento y marea... pues aunque aparentemente se me dio todo, no ha sido fácil.

— En la última cena de tu vida, ¿quiénes serían tus 12 hipotéticos invitados?

— Mis familiares más queridos. Mi hijo con un buen abogado a su lado para que lo asesore en la sucesión de todo lo que le voy a dejar, y mis amigos más cercanos.

— Y como tú Judas, ¿quién sería el invitado?

— No tengo Judas en mi vida, gracias a Dios.

— ¿Cómo te gustaría morir?

— Después de una buena cena irme a dormir y morir sin sentirlo, en mi camita, y antes de ello elevar una oración al Señor, como lo hago todas las noches, y agradecerle por una vida maravillosa así, cuando me quiera llevar, ahí estaré. 

— ¿Qué diría tu epitafio?

— Como dice la canción de Frank Sinatra: I did it my way.

— ¿Qué opinas de un periodista?

— Como en todas las profesiones hay buenos y malos, comprados u objetivos, los preparados y los que no. No puedo generalizar, pero el periodismo bueno juega un papel importante en la vida de cada país, es igual de importante que la política. Por eso está considerado como el “cuarto poder” y creo que es importante que existan los buenos periodistas para guiar a la patria al buen camino. Además de que va dejando huella del acontecer diario, siendo un relator de la historia del mundo. 

— ¿Cuánto cuesta un boleto del Metro?

— Ni idea.