Sin solución, habitantes de la U.H. Concordia-Zaragoza
Por Óscar Reyes
Desde hace 19 años, Loreida Aguirre habita el departamento 204, del edificio K3, junto con su esposo y sus dos hijos; uno de sus temores es que se desplome, ya que desde el temblor del 19 de septiembre el inmueble se ha inclinado y presenta grietas en techos y paredes de su hogar.
En entrevista con Diario de México, Aguirre afirmó que el ingeniero dictaminador, Salvador Becerril, de la Unidad Nacional de Asociaciones de Ingenieros A.C. realizó una evaluación del edificio, el cual calificó como “habitable”; sin embargo, temen por un nuevo sismo.
Asimismo, estructuristas voluntarios de la UNAM revisaron el inmueble, quienes detectaron grietas, desde entonces no se han presentado más autoridades.
“El ingeniero hizo el dictamen y nos digo que estamos en riesgo nivel medio, por esa razón no debemos de correr en el pasillo dos y tres; muchas personas ya se fueron y nosotros estamos por irnos porque no hemos tenido una respuesta clara”, aseguró la señora Aguirre.
Detalló que aún no terminan de pagar su crédito Infonavit; al respecto, quieren saber si la dependencia les ayudará a obtener otro departamento. Aguirre aseguró que han buscado rentas, las cuales alcanzan los 13 mil pesos, un gasto que no tenían contemplado.
Otras personas como el caso de Patricia Hernández, habitante del edificio D1, han optado por abandonar su patrimonio.
“Yo me voy porque tengo otra casa en Guadalajara y no tengo en donde quedarme; lo único que hice fue poner una cadena en mi departamento, pero ahorita estamos teniendo problemas con la rapiña”, afirmó Hernández.
Diario de México buscó a la delegación Iztapalapa para conocer su postura; sin embargo, no obtuvimos respuesta para los habitantes de la Unidad Habitacional Concordia Zaragoza.
Lilia Meza, habitante del K6, dijo que su edificio no presentó daños estructurales; sin embargo, el bloque L y M sufrió un hundimiento de 20 centímetros, lo que en un futuro podría dañar las demás torres.
Sostuvo que existe escasez de agua, y en consecuencia, han colaborado para comprar pipas, las cuales cuestan mil 500 pesos con 10 mil litros de capacidad; mientras que las de 40 mil litros tienen un costo de 5 mil 400 pesos, que servirían para llenar una de las 14 cisternas de la unidad.
“No ha caído agua por parte de la delegación, hemos comprado pipas y eso nos genera demasiado costo y pleitos porque desafortunadamente las pipas que pedimos tardan mucho y han tenido que llegar hasta en la madrugada debido a que en los inquilinos de la Unidad Ermita Iztapalapa secuestran las pipas y nos roban el agua”, afirmó Meza.