¿Nuevo sistema penal a juicio?

Son varias las voces que claman por cambios en el sistema penal acusatorio. Entre ellas las de Miguel Ángel Mancera Espinosa, funcionario público que tiene a su cargo la responsabilidad (lato sensu) de la administración de la Ciudad de México. Entre otras cosas Mancera dice que la reforma penal es “hipergarantista”; que él sí “impulsaba la reforma, pero no lo de la [eliminación de] la prisión preventiva”.

Pero como no soy partidario de alimentar la desinformación (hoy le llaman fake news, ayer sofismas) consideré relevante intercambiar ideas con Gonzalo Alanís Figueroa, Coordinador de la Comisión de Derecho Penal de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA).

El abogado penalista explica que “no se ha eliminado la prisión preventiva de nuestro marco normativo. La prisión preventiva establecida en el Código Nacional de Procedimiento Penales y en la Constitución puede operar a través de una necesidad de cautela, misma que tendrá que ser acreditada por un ministerio público y resuelta por un juez de control. También existe la prisión preventiva oficiosa establecida en el artículo 19 constitucional y que se aplica o se acuerda con relación a diversos delitos”.

Ahora que si la tarea es trabajar las áreas de oportunidad en la implementación del nuevo sistema penal acusatorio, entonces coincido con Alanís Figueroa cuando dice que “uno de los problemas más graves, y que se repite día a día, es la deficiente ejecución de algunos operadores jurídicos. Igual urge mejorar la capacitación de policías, disminuir las deficiencias en las que incurren algunos agentes del ministerio público y perfeccionar la actividad de la fiscalía”, por mencionar ciertos temas relacionados.

El sistema penal acusatorio mexicano tiene que madurar aún, sin duda. Pero también requerimos una adecuada política criminal, crear una verdadera perspectiva de crecimiento económico, impulsar la capacidad adquisitiva de las personas, disminuir la brecha entre multimillonarios y extremadamente pobres… Además de romper con las inercias y los círculos viciosos que tienen a nuestro país sumergido en la corrupción y en la impunidad.