¿Un jueguito?... ¿Lado contra lado?

 

“La vida que es la vida en tratar de entenderla se nos va la propia vida”. (Duerme Soñando / Libres y Locos/ El Gran Silencio) 

Por Omar González

Cada día nos reinventábamos, no había espacio para el aburrimiento. Nuestra capacidad creativa era lo que nos mantenía activos, con retos llenos de diversión infinita. Los escasos recursos económicos y la inexistente tecnología obligaban a que la imaginación fuera nuestra incondicional aliada en los juegos infantiles. 

La colonia Infonavit Monterreal, ubicada en el municipio de Escobedo, Nuevo León, estaba rodeada de monte, escenario de memorables aventuras. Ahí, los integrantes de mi banda (mi raza, mis amigos) de niños, construíamos “casitas” con las ramas de los árboles, encendíamos “una lumbrita” para cocinar alimentos y nos pasábamos tardes enteras. En vacaciones, en la cuadra, organizábamos “olimpiadas”, con disciplinas singulares como “el lanzamiento de balón”, “salto de tablitas”, tiro al blanco (con “tira-fichas” de construcción casera) y “carrera a la manzana”.  

Nosotros no tuvimos la oportunidad de “ir al club”... la calle, el monte y el Cerro del Topo Chico siempre nos acompañaron en nuestra infancia, sin necesidad dispositivos móviles -que llegaron muchos años después-. Vivimos libres y sin dependencia. El tiempo era poco, la diversión era mucha, pero había algo que no podía faltar en nuestros días: echar “un jueguito” -así le decíamos a la “cascarita”- de futbol. 

Bajo el sol, la lluvia e incluso en el intenso frío, “el jueguito” no podía faltar. “Lado contra lado” -traducción, un partido de futbol entre el lado norte contra el lado sur de la cuadra-, “cuadra contra cuadra”, “colonia contra colonia” o el “torneo de retas de a dos”, que podía durar hasta una semana, eran parte primordial de nuestra vida diaria. Los fines de semana desde temprana hora hasta pasadas las 22:00 terminábamos satisfechos de vivir al máximo un día más. 

“El Efra”, “Chachis”, “Chevo”, “Pepín”, “El Bloy”, “Molo”, "Edú" y yo tuvimos una niñez incomparable. Lo económico nunca fue factor para ir desarrollando una amistad que al paso del tiempo se forjó, de por vida, en el Real del Monte. 

El "profe” Tano, el Mr. Miyagi de Escobedo 

Pionero en la colonia Infonavit Monterreal, Estanislao Landeros, mejor conocido como “Tano”, se hizo popular por formar equipos, en los años 80, con chavos muy jóvenes para competir en la Liga de Primera Fuerza de Futbol Amateur de Escobedo, Nuevo León. 

“Tano” hizo del Real del Monte una escuela de futbol empírica, un estilo de vida para los morros, una lección de responsabilidad y empeño para nuestro futuro. 

Después de cumplir con sus ocho o 10 horas laborales, Estanislao se iba al campo de futbol, con su costal de balones, para entrenar al equipo, de lunes a viernes por la noche. Acondicionamiento físico, golpeo de balón, control, cabeceo, táctica fija e interescuadras, eran parte de la práctica diaria. La preparación del partido para el domingo la hacía los viernes, siempre con dedicación, de manera altruista, nunca nos pidió un solo peso, ni nada a cambio. 

Un jueguito... Lado contra lado

Uniformes completos, equipo para entrenamiento, pagos de arbitraje, cancha propia –la única en todo Escobedo con pasto-, todo corría por cuenta de “Tano”. 

Estanislao no comenzó con nosotros, en la colonia Independencia, una de las más antiguas de Monterrey, “Tano” tuvo una “carrera” de árbitro, después dejó el oficio para abrir brecha y dirigir al Tampico Madero, semillero de grandes figuras que después jugaron para Rayados de Monterrey, como Guillermo “El Turbo” Muñoz.  

Pero como a menudo sucede, los mexicanos no estamos preparados para entender las buenas acciones y buscamos el lado oscuro para mancharlas, distorsionarlas y dales en la madre. Las versiones de la vida de “Tano” se fueron elucubrando. Una de ellas, la del hombre que quedó viudo tras perder a su esposa e hijo en un incendio de su casa, hecho que lo motivó a apoyar a los jóvenes con el deporte. La segunda, que Estanislao era homosexual –un tabú para aquellos años- y la forma más fácil de acercarse a los menores era a través de su equipo de futbol... “¿Ya te llevó al cuarto frío? Ahí mete a los que le gustan”, se rumoraba entre los vecinos. 

Lo que puedo asegurar es, que durante casi 20 años que estuve dentro del equipo –de los 12 a los 30-, jamás alguno de mis amigos habló sobre insinuación o abuso de “Tano” e independientemente de su pasado y preferencias sexuales, hoy reconozco y agradezco su tiempo, espacio y conocimientos compartidos, de forma desinteresada: “No importa si perdemos todos los partidos en una temporada, lo importante es el fogueo y la experiencia. Con el tiempo vienen los resultados”... Sabias palabras. 

La rola 

“Mitote”, siempre que la escucho me trae un recuerdo especial de mi niñez. Les dejo esto de “El Gran Silencio”: 

 

Un jueguito... Lado contra lado