De futbol y otras cosas

Cada cuatro años, en México hay un evento que une a la mayoría: el Mundial de futbol. Desde 1994, nuestro país ha participado de este torneo de manera continua. Previo a que se lleve a cabo esta competencia existe una expectativa en relación al desempeño que la Selección Nacional tendrá y 2018 no es la excepción. 

En el sorteo previo, para determinar ante que equipos se jugaría la primera fase, se definió que los contrincantes de México serían Alemania (campeón del mundo en 2014), Corea del Sur y Suecia. La emoción de haber calificado al Mundial se dosificó al saber que el primer partido de México sería en contra de Alemania. De nuevo, los críticos señalaron que “la suerte no acompañó” a México. 

Por su parte, el director técnico de la Selección Mexicana mantuvo un hermetismo total en relación a los jugadores que participarían en el encuentro y si el objetivo sería buscar un empate ante el indiscutible equipo de mayor jerarquía en el grupo. En ningún momento se dio a conocer cual sería la forma de enfrentar a este rival. 

Tras la victoria de México por marcador de 1-0, se realizaron diversas entrevistas a jugadores y al propio técnico. En resumen, todos coincidieron que existió un cambio de mentalidad. Aceptaron que, a diferencia de otras ocasiones, lo que permitió lograr un resultado favorable fue trabajar en equipo, dejar a un lado las individualidades y reconocer que la única forma de salir adelante es utilizando las habilidades de cada individuo dentro del equipo para potenciar el desempeño del grupo. Que bueno sería si en otras disciplinas los mexicanos trabajáramos por el bien de la mayoría y no en beneficio de unos cuantos, si reconociéramos que no es necesario frenar el desarrollo de los que nos rodean para lograr beneficios personales o de grupo y si entendiéramos que para que nuestro país avance todos tenemos que dar nuestro mejor esfuerzo todos los días.