Bailaor Joaquín Cortés: 'Estoy en un momento pletórico'

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MADRID.- El bailaor Joaquín Cortés regresa a los escenarios tras casi seis años de ausencia. Una lesión en el pie lo apartó del baile y la pandemia le obligó a cancelar su reaparición; ahora regresa donde lo dejó, con "Esencia", un espectáculo flamenco renovado con el que planea una gira mundial.

"Estoy en un momento pletórico", dice Cortés en una entrevista con EFE, junto al cartel que anuncia su regreso, una fotografía con una pose muy suya, inclinado hacia delante con los brazos y el cuerpo dispuesto a echar a volar.

"Es una fotografía con mucha simbología en la que siento mis brazos como si fueran alas", explica, la misma expresión que utiliza cuando habla de su infancia en Córdoba, en el sur de España, y su deseo de echar a volar a través de su pasión por la danza.

El bailaor presenta "Esencia" el 14 de marzo en el Teatro Real de Madrid, después actuará en otras ciudades españolas, una gira que espera ampliar para luego viajar a Estados Unidos, Europa y Asia.

En "Esencia", Cortés (Córdoba, 1969) aborda su historia, la de un niño de 12 años que quería ser bailaor para imitar a su tío, su héroe, Cristóbal Reyes.

Asegura que sigue estando en él aquel niño que le impulsa a soñar y a tener alerta la imaginación para crear.

"Estoy con muchas ganas de volver a bailar y conectar con el público y las nuevas generaciones. Para mí, la danza es pasión, no es un trabajo", afirma.

Un espectáculo que ha ido renovando desde su inicio, que considera que "realmente no está visto: no pudimos hacer gira y luego la pandemia paró el mundo".

Joaquín Cortés ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el Premio de Cultura 2001 y premio Foro Iberoamericano de las Artes, entre otros galardones.

Fue designado "Español Universal" (1998) por la Cámara de Comercio Española en Miami y Artista de la Unesco por la Paz (1998), y está considerado como uno de los diez mejores bailarines del siglo XX.

El artista se considera un privilegiado profesional y personalmente. "Soy padre de familia, tengo dos hijos (Romeo y Andrea) a los que disfruto criando y el público no me ha dado la espalda. Soy afortunado".

Con una sonrisa subraya que ha dado "más vueltas que Willy Fog" llevando el flamenco por todo el mundo, y se alegra de que esté cada vez más reconocido, "pero habría que darle mayor difusión, estamos muy lejos de lo que debería ser".

Con más de cuarenta años de carrera no está dispuesto a renunciar a su filosofía. "Empecé fusionando estilos y así sigo. Me criticaban, pero mientras funcione la fórmula para qué cambiar. Ahora resulta que la fusión está de moda", concluye.

Aquel joven que bailó con falda supo también cómo transformar la imagen estética del flamenco. Con "Pasión gitana" cambió la manera de iluminar la danza, "más rock and roll", y a ello sumó grandes nombres de la moda como Armani, Gaultier o Dolce&Gabbana como autores de su vestuario.

"Son épocas y cambios necesarios para dar otra amplitud al mundo de la danza", señala.

Hoy piensa que de alguna manera esos cambios hacen que se le pueda ver como un "visionario, vanguardista y un poco revolucionario", al contribuir a cambiar un poco la historia de la danza española y el flamenco en España, "aunque antes de mí ha habido grandes genios, me siento orgulloso por ello".

Al final, "mi mayor premio es el reconocimiento del público", asegura, y que las jóvenes generaciones descubran a través de él el flamenco. "Lo importante es que la cultura siga viva".

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