Dash Shaw engarza en el cómic 'Blurry" una cadena de vidas asediadas por la indecisión
La vida es una sucesión de elecciones: una profesión, una pareja, el sabor de un helado, un divorcio... Decisiones que, acertadas o no, adoptan los protagonistas de 'Blurry', la nueva novela gráfica de Dash Shaw, que entrelaza las existencias de todos ellos, con ecos del Max Ophuls de 'La Ronda'.
Este dibujante estadounidense de 42 años, que compatibiliza las viñetas con la animación -es director del filme 'Cryptozoo', premiado en el festival español de Sitges- pasó por la ciudad española de Barcelona para presentar su último trabajo, que corrobora su maestría para hablar con sutileza y tono minimalista de temas complejos como la identidad y las relaciones humanas.
Un hombre que duda al comprar ropa para la boda de su hermano, una escritora de éxito que no sabe si decantarse en su siguiente obra por lo experimental o por una novela de misterio, un modelo al que no le gusta que lo miren o una mujer abandonada por su novio poco antes de un viaje a Brasil son eslabones de este milimétrico relato sincronizado.
"La primera idea partía de alguien incapaz de elegir entre dos camisas, dos opciones prácticamente idénticas. Una premisa absurda para, a partir de ahí, exprimir esa sensación de indecisión. Pasarla luego por distintos personajes vino de explorar, precisamente, esa emoción, ese estado de ánimo", explica en una entrevista con EFE.
Shaw construye 'Blurry' (Blackie Books) como un juego de espejos, una especie de cuento de Sherezade en el que alguien cuenta una historia sobre otro alguien que, a su vez, cuenta otra historia, y así sucesivamente.
Es un hilo argumental que se repliega sobre sí mismo y cuyos protagonistas retoman la narración como si recogiesen las migas que han dejado en el camino para no perderse a la vuelta.
"Para mí, se trata de una única historia, no de historias interconectadas. Por eso no quería dividirlo en capítulos. Si fuera una película, sería el corto de Charles y Ray Eames 'Powers of ten': un 'zoom in' que se acerca a alguien tumbado en la hierba y que entra en los átomos de su mano y luego se aleja con un 'zoom out' hasta llegar a la galaxia. Es maravilloso", comenta Shaw.
Soledad y dudas
Los personajes de esta historia gráfica se muestran vulnerables en su soledad, desamparados en la cotidianidad de sus dudas, que el dibujante hace evidentes al mostrar en una misma viñeta las contradicciones entre lo que dicen y lo que piensan.
Shaw reconoce que él mismo es una persona a la que le afecta la toma de decisiones, como cuando tiene un libro en marcha, al que abandona y vuelve, algo que le ocurrió con su anterior trabajo 'Discipline'. Le generó "una indecisión tan dolorosa" que, curiosamente, sirvió de base a 'Blurry'.
Desde el punto de vista gráfico, la novela mantiene una estructura rígida de cuatro viñetas en la práctica totalidad de sus casi 480 páginas, un armazón que se desmorona en el relato de uno de sus personajes que decide, a sabiendas del riesgo que conlleva, adentrarse en un espeso banco de niebla mientras conduce camino de casa.
Montar el libro como un puzle
Ahí, las viñetas se disuelven hasta fundirse en un blanco total, metáfora de ese miedo a lo que depara el futuro o a la incertidumbre de no saber hacia dónde lleva la vida.
"Hay símbolos visuales que pueden parecer básicos pero que a la vez me resultan profundos. No es un cliché. Dibujar tebeos se basa en utilizar un lenguaje reducido, que, idealmente, lo que busca es hacer comprensible aquello que se quiere contar", analiza Shaw sobre su estilo, que en 'Blurry' maneja como una especie de puzle.
"Las viñetas las dibujé una a una para poder reubicarlas y montar el libro. Así, ideas que había pensado para el final, si quería las podía colocar al principio. Intenté deshacerme de muchos elementos para centrarme sólo en el relato, en el interior de cada viñeta", explica el historietista sobre unas fórmulas narrativas que, cree, sólo el cómic puede ofrecer. EFE
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