Kike Vázquez: Todos cojeamos del mismo pie
Por Carlos Meraz
La vida es bella porque puede no serlo o llegar a serlo, y como infancia es destino, una enseñanza paterna en la niñez cambió para siempre su existencia y a la postre forjó su futuro: La comedia. “Te puede parecer raro y hasta difícil de creer, pero si aprendes a cargarte carrilla a ti mismo ante los demás, y también hacia la banda, ya nadie sabrá cómo molestarte. Créeme, así funciona en el barrio, en la Obrera”. Desde aquel día y hasta sus 33 años, Enrique Vázquez ha vencido al bullying riéndose de sí mismo para que nadie se burle de él.
Nació a los cinco meses y tres semanas de gestación, y esa prisa por vivir cobró factura con un episodio de hipoxia, que generó daño neuronal en una parálisis cerebral que afectó su desarrollo motriz y “eso hace que camine chistoso”. Con el tiempo aprendió que el miedo y los prejuicios son la más grande discapacidad y que ésta no lo define como persona, sino el cómo enfrenta los desafíos que su condición le presenta.
“El problema es que la gente se les olvida que somos personas y nos dicen: ‘Ahí va el ciego o el chueco’, o nos quieren tratar con pincitas cuando lo único que debieran de hacer es llamarnos por nuestro nombre.
“No sé si mi vida daría para una película, pero en ningún medio existe la representación de una persona con discapacidad como protagonista de la historia y sólo por eso me encantaría”, afirmó.
El stand up se convirtió en su terapia y así se reinventó como Kike bien parado, un mote que se convirtió casi en una declaración de principios: Salir siempre bien parado, en una desternillante terapia que aplica en el escenario y en su carrera de psicólogo con maestría por la UNAM, con algo que muy pocos esperaban de él... una sorprendente agilidad mental.
“Debuté el 2 de agosto de 2014 en el stand up y mi apodo surgió de un chiste que hago en mi rutina. De qué yo tengo una condición muy evidente de que estoy bien pinche guapo... y la gente esperaba que yo les dijera que tengo parálisis cerebral y camino con dificultad. La cosa no es pararme bien, sino que con mi comedia yo termine bien parado.
“Esto se puede entender como empezar el partido con el marcador en contra. Pero esa batalla, que fue mi aparición en Duelo de Comediantes en Comedy Central, demuestra la habilidad que tenemos las personas con diversidad funcional de defendernos con chistes.
“Me hice fan del stand up negro, de las personas de color. Pero, por un lado, por mi papá conocí la comedia mexicana de los albures de Chaf y Queli, Polo Polo, Cantinflas, Héctor Suárez y Tin Tan, y por mi mamá me hice fan de Les Luthiers y Tres Patines. Y por mi cuenta descubrí a Chris Rock, que me enseñó a denunciar cosas de una manera simpática, como también lo hace Héctor Suárez Gomís, uno de los primeros mexicanos standuperos. Yo intento hacer ver que los prejuicios hacia la discapacidad son tan grandes y absurdos que, al final, todos nos damos cuenta que cojeamos del mismo pie”, advirtió.
Por ahora, Kike Vázquez planea subir a YouTube su gira interrumpida por la pandemia, Bien parado para todos, también escribe su siguiente show Impaciente y afina los detalles para incursionar en el podcast.
EN LA VIDA SALE BIEN PARADO
En un ejercicio de ping pong periodístico, Kike bien parado participa en un retrato hablado donde cada respuesta describe al ser humano detrás del personaje, en una suerte de charla de diván, a través del cuestionario de Proust, en una conversación diferente con un comediante ídem.
— ¿Qué maestro te hubiera gustado que te diera clases?
— Me hubiera encantado ser el jalacables de Tin Tan, que para mí es el mejor comediante mexicano de todos los tiempos. Ser su pupilo sería un honor.
— Si no hubieras sido hombre, ¿qué mujer te hubiera gustado ser?
— Emma Watson o Simone de Beauvoir.
— ¿Si pudieras elegir en quién reencarnar a quién escogerías?
— José Saramago o Hugh Laurie (Dr. House), un gran comediante y músico, del que me hubiera encantado tener la mitad del talento que posee.
— ¿Qué personaje del Mago de Oz serías?
— El león cobarde.
— ¿A quién le pedirías un autógrafo?
— A Eric Clapton.
— ¿Quiénes son tus héroes en la vida real?
— Mi familia. Mi hermana, mi papá y mi mamá. Han hecho mucho para que sea la persona que soy.
— ¿Qué fotografía o imagen nunca colgarías en tu sala?
— Un bodegón.
— ¿Ante qué personaje que coincidieras en la calle optarías por cambiar de acera?
— Nunca lo había pensado... Quizá ante alguien con un arma.
— ¿Cuál es tu mayor extravagancia?
— No puedo estar sin música. Soy fan enajenado del ajolote y su mitología. Soy de abrazar a la gente, lo disfruto mucho y mis colores favoritos son negro y rojo.
— ¿Qué te tatuarías?
— Ya tengo un tattoo del sello de Heráclito, otro de un pentagrama musical con la clave de Fa, La noche estrellada de Van Gogh, dos ajolotes y un reloj de arena.
— ¿Cuál es tu pasatiempo?
— Leer, escribir, tocar la guitarra y los videojuegos.
— ¿Qué es lo que menos te gusta de tu aspecto físico?
— Mi nariz y la panza que me está creciendo.
— ¿Qué hábito ajeno no soportas?
— La gente que asume cosas.
— ¿De qué palabra abusas?
— Sentir, escuchar y entender.
— ¿Qué canciones describen tu personalidad?
— Aquí saldrá mi fanatismo por Eric Clapton. Me gustan Superman Inside; Las hojas de otoño, de Édith Piaf, que también la grabó Clapton (Autumn Leaves) y otro cóver que hizo de Robert Johnson, If I Had Possession Over Judgement Day, y en español, Al lado del camino, de Fito Páez.
— ¿Qué película marcó tu vida?
— El secreto de sus ojos, Margarita con popote y Mi pie izquierdo, esta última protagonizada por el mejor actor el mundo, Daniel Day-Lewis.
— ¿Qué libro te cambió la vida?
— El conde de Montecristo, de Alexandre Dumas.
— ¿A qué político le darías un pastelazo?
— A todos, sin excepción. Salvo Gilberto Rincón Gallardo no me he topado con ninguno que atienda las necesidades de la población con discapacidad; ellos, con sus políticas públicas, han perpetuado el concepto de la discapacidad.
— Si fueras presidente de México, ¿cuál sería tu gabinete ideal?
— Gilberto Rincón Gallardo y Pepe Mujica.
— ¿Cuál es tu máxima favorita?
— “El cambio no sólo es posible, es inevitable”, de Heráclito, y “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda para contarla”, de Gabriel García Márquez.
— ¿Qué estarías haciendo si el dinero no importara?
— Grabando discos de blues, haciendo comedia en todo el mundo y poniendo una institución para formar psicólogos.
— ¿Qué te hace reír?
— Soy una persona con muy buen humor, pero poco tendiente a la risa. Me considero como un niño chiquito que ve una y otra vez las cosas que le causan risa, como rutinas y caídas que visto más de 100 veces y me siguen haciendo reír.
— ¿Qué te hace llorar?
— El dolor propio y ajeno, así como la sensación de incomprensión y soledad.
— ¿Qué es lo mejor y lo peor de tu discapacidad?
— Lo mejor es que nadie la entiende y eso me ayuda a sensibilizar a las personas; lo peor es cuando me tengo que enfrentar a cuestiones en donde mi cuerpo o mi estado físico son un factor que me excluye de experiencias. Creo que la parálisis cerebral me ha dado más cosas de las que me ha quitado.
— ¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?
— No creo que exista tal cosa. Es un proyecto que vas construyendo todos los días, lo vas perfeccionando. Mi idea de felicidad es vivir esto que ya tengo y que me hace ser feliz. Me levanto todos los días diciendo: “Quiero ser el mejor comediante o terapeuta de lo que fui ayer”. Siento que ese es mi camino hacia la felicidad.
— En la última cena de tu vida, ¿quiénes serían tus 12 hipotéticos invitados?
— Mi familia. Mi hermana, mi papá, mi mamá, mi tía Laura, mi tío Paco y Fer, mis primo Hugo y Lalo con sus esposas, no hay que ser excluyentes, también mi amigo Javier Villalvazo, al igual que Pedro e Israel con sus respectivas parejas.
— Y como tú Judas, ¿quién sería el invitado?
— Cristo no invitó a Judas sabiendo que lo iba a traicionar.
— ¿Cómo te gustaría morir?
— Dormido, sin darme cuenta.
— ¿Qué diría tu epitafio?
— Soñó su vida y vivió sus sueños, amó la vida y vivió el amor.
— ¿Cuánto cuesta un boleto del Metro?
— Cinco baros.