La importancia de conservar los videojuegos con Artemio Urbina

preservación de videojuegos con Artemio Urbina

Por Ernesto Becerra 

En el mundo de los videojuegos existe una figura clave para la preservación del medio: Artemio Urbina, ingeniero, desarrollador, divulgador y uno de los referentes mexicanos más respetados en temas técnicos de videojuegos retro, audio, hardware y emulación. Desde hace más de dos décadas ha dedicado su trabajo al estudio profundo y documentación del funcionamiento interno de consolas y juegos clásicos, una labor que, aunque discretamente realizada, ha sido fundamental para que parte del patrimonio del videojuego no se pierda con el paso del tiempo.

Instituciones como la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, el Museo Nacional del Videojuego en Texas o el VIGAMUS en Italia han comenzado a archivar videojuegos como objetos históricos. Sin embargo, gran parte del conocimiento técnico que permite que estos archivos funcionen correctamente no proviene de grandes compañías, sino de investigadores independientes y comunidades especializadas, como en el caso de Artemio.

Artemio Urbina es conocido internacionalmente por ser coautor de la 240p Test Suite, una herramienta utilizada alrededor del mundo para calibrar televisores CRT, monitores profesionales (PVM) y escaladores modernos. Su propósito es sencillo de describir, pero esencial: permitir que las futuras generaciones puedan escuchar y ver cómo funcionaba realmente una consola clásica en su época, sin que las diferencias de tecnología alteren esa experiencia.

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Arte de Jose Salot para la Test Suite

Cómo nace el interés por preservar

Para Artemio, la preservación comenzó con una pérdida. Cuando siendo estudiante programaba en una calculadora, bastaba que se agotara la batería para que todo su trabajo desapareciera. Ese sentimiento de ver algo evaporarse lo llevó a buscar maneras de evitar que materiales valiosos se perdieran para siempre.

Con esa inquietud inició un recorrido que lo llevó a explorar discos, cartuchos y placas arcade. Uno de sus hábitos tempranos consistía en abrir juegos en una computadora para identificar qué había en su interior: textos, diálogos o elementos que podían pasar desapercibidos incluso para quienes habían terminado el juego.

Ese proceso lo llevó a descubrir algo mayor: muchas versiones no estaban documentadas. Había juegos diferentes, variaciones nunca registradas y piezas que nadie más estudiaba. Esa falta de archivo lo impulsó a compartir hallazgos, documentar placas, comparar versiones y escribir software que ayudara a otros investigadores.

El reto: conservar un medio que envejece

Uno de los puntos que Artemio destaca es la fragilidad de los videojuegos como objeto. Las consolas envejecen, los cartuchos fallan, los lectores ópticos dejan de funcionar y las televisiones de tubo ya no se fabrican.

Incluso cuando se habla de emulación oficial, la precisión nunca es perfecta. Existen ejemplos claros en colecciones modernas donde ciertos efectos visuales del Nintendo 64 o variaciones de audio del Super Nintendo no se reproducen de forma idéntica al hardware original, debido a componentes que reaccionan al tiempo, la temperatura o el uso.

“Así como en el cine se restauran cintas antiguas, los videojuegos también forman parte de una memoria cultural que alguien creó para alguien más. No se trata de decir que tienen el mismo peso histórico, sino de reconocer que también merecen ser entendidos y preservados.”

La preservación del videojuego como patrimonio cultural

La labor de Artemio Urbina se inserta en un debate global: el reconocimiento del videojuego como patrimonio cultural y tecnológico. A diferencia del cine o la música, el videojuego combina software, hardware y contexto de uso, lo que vuelve su conservación especialmente compleja. Guardar un archivo no es suficiente; es necesario entender cómo se ejecutaba y en qué condiciones técnicas.

Instituciones como museos, bibliotecas y archivos internacionales han comenzado a integrar videojuegos en sus colecciones, pero gran parte del conocimiento técnico que permite su preservación proviene de investigadores independientes y comunidades especializadas.

El problema de la pérdida silenciosa

Uno de los mayores riesgos para el medio es la llamada pérdida silenciosa. Muchos videojuegos desaparecen sin dejar rastro debido a códigos fuente extraviados, versiones regionales no documentadas, títulos digitales retirados de tiendas en línea o juegos que dependían de servidores ya inexistentes.

Este fenómeno ha provocado que incluso juegos relativamente recientes sean imposibles de experimentar en su forma original, reforzando la importancia de documentar su funcionamiento antes de que sea demasiado tarde.

Las herramientas de preservación

La obra más difundida de Artemio es la 240p Test Suite, utilizada hoy por coleccionistas, restauradores, museos y aficionados de todo el mundo. Aunque nació como una herramienta para evaluar escaladores durante la transición de televisiones analógicas a digitales, terminó convirtiéndose en un estándar de calibración también para CRT.

Una de las secciones más valiosas del programa MDFourier es la dedicada al audio, pues permite registrar una huella exacta del sonido de una consola real. En el futuro, si una emulación no coincide, será posible saber qué tan diferente es respecto al original.

La realidad del juego retro hoy

Aunque muchos jugadores buscan televisores de tubo por nostalgia o fidelidad visual, Artemio es consciente de la complejidad del escenario actual. Las CRT ya no se fabrican, son difíciles de reparar y su precio aumenta conforme desaparecen.

Para él, jugar en cualquier formato es válido: escaladores, pantallas modernas o hardware original. La preservación no debe convertirse en una barrera que impida disfrutar del juego.

“Lo importante es jugar. La obsesión técnica no debe impedir que la gente disfrute los videojuegos.”

Más allá de la nostalgia

Para Artemio Urbina, la conservación no es una moda ni una competencia entre jugadores. Es una forma de evitar que piezas culturales desaparezcan. Así como se heredan canciones, películas o historias, los videojuegos también transmiten experiencias y emociones que merecen ser resguardadas.

Su trabajo representa una parte fundamental de la memoria del videojuego en México y en el mundo, recordando que, en un medio tan efímero como la tecnología, alguien debe encargarse de que estos mundos creados con “una roca, electricidad y lógica” no se pierdan para siempre.

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