"Estrella", de víctima de trata a trabajadora sexual

Por Patricia Guillén

Todo ocurrió hace 11 años. “Estrella” tenía 17, y vivía en Tlaxcala.

De su grupo de amigas era la única que no tenía novio, cuando apareció “Roberto” no dudó en comprometerse con él “de la noche a la mañana”; seis meses duró su felicidad. Cuando se dio cuenta ya estaba parada en alguna esquina de la Ciudad de México, vestida con prendas miniaturas, maquillada y obligada a prostituir su cuerpo.

Su pareja se había convertido en su “padrote”. Ella debía trabajar de la 1 de la tarde a las 10 de la noche esperando clientes. Esa pesadilla duró siete años; un día, él desapareció de la zona y nunca más volvió a verlo.

“Acepté irme con ‘Roberto’ porque me trababa bien, de hecho mejor que en mi casa; mis papás siempre andaban peleando, mi papá era un alcohólico y no teníamos dinero. De chiquita siempre quien anduvo al pendiente de mí fue mi abuelita, ella me abrazaba cuando me pegaban mis papás, quienes no me compraban juguetes ni ropa, yo me vestía con la que encontraba y que ya no usaban mi mamá y mi abuelita”, relató.

“Estrella” recordó que “Roberto” era drogadicto y alcohólico.

"Cuando vine a la ciudad me llevó a vivir a una casa en la Gustavo A. Madero, era bonita, estaba amueblada, me mostró muchas cosas bonitas, por eso yo le creí. Pero una noche llegó borracho y acompañado de dos de sus amigos, yo estaba dormida y a la fuerza hizo que tuviera relaciones con él, yo no quería y me golpeó; después sus amigos entraron uno por uno a la recámara y me violaron, a partir de esa noche mi vida cambió, en la madrugada me llevó a vivir a una vecindad”, lamentó.

Sin embargo, pese a que “Estrella” quedó libre, de manera independiente lleva seis años más ofreciendo el sexo servicio.

“Nunca supe si Roberto había engañado a más mujeres, yo vivía aislada en un cuarto de una vecindad en donde solamente estaba la cama y una mesa en donde tenía ropa; la que me traje de Tlaxcala se quedó en la otra casa y a cambio me dieron cosas de medio uso, mini vestidos, minifaldas, toppers, muchas tangas de colores, ahí comencé a usar tacones y a maquillarme, es una tontería pero después de lo que ya había vivido, ahora era mi decisión seguir en esto, dinero fácil y rápido”.

Al desaparecer “Roberto”, quien la cuidaba todos los días en la calle en donde le tocaba laborar, “Estrella” siguió siendo prostituta para comprar lo que necesita su hijo, su pequeño de cinco años, de quien desconoce quién es el papá.

“En un inicio yo no me cuidaba con ninguna protección, porque siempre los clientes usaban condón, pero después ‘Roberto’ me dijo que cuando alguien me pidiera hacerlo sin condón debía acceder, y ahí fue cuando supe que había tarifas para lo que piden. No sé cómo sucedió pero quedé embarazada, yo decidí tener a mi hijo; y como ya me conocían en la zona, y tengo mi lugar para trabajar, ahora elijo cuántos clientes y horas debo trabajar”.

Cuando era custodiada, “Estrella” tenía que estar con 25 hombres al día; cobraba desde 400 hasta 600 pesos por cada relación sexual, diariamente obtenía más de 10 mil pesos. Ahora son menos horas, se conforma con tener máximo cinco clientes, aunque cobra 300 pesos, prefiere que siempre sea con protección.

“Cuando estaba Roberto nunca pude comprarme nada, todo lo que ganaba se lo daba; me quedaba con 500 pesos a la semana, con eso adquiría mi comida, porque la renta del cuarto él lo pagaba. He decidido que sean pocos clientes porque más de 20 es muy difícil, recuerdo que ya me dolía mi parte, ya estaba lastimada y aun así me obligaba a tener sexo, de hecho aunque estuviera menstruando me decía que con unos tampones ya estaba lista, y cuando así era el sexo tenía que ser por atrás, y obviamente era mejor para Roberto porque por ahí se cobraban 200 pesos más”.

“Estrella” opinó que aunque la prostitución no haya quedado en la Constitución de la Ciudad de México, “ésta se ejerce libremente con el aval de las autoridades”.

“En su discurso político dicen una cosa, que van a combatir la delincuencia; son los mismos que ocultan lo que sucede. En la zona de la Merced, Lagunilla y Peralvillo he sabido que cuando van a haber operativos, los policías avisan, así los jefes aprovechan para esconder o quitar a las prostitutas que son menores de edad, ya cuando pasan aquí no hay nada”, denunció.

“Estrella” también evidenció que los padrotes que operan en la Merced y Centro Histórico utilizan el dinero para la compra y tráfico de drogas.

“Donde hay mujeres prostituyéndose, hay puestos de comida, tiendas o algo, y se verán clientes pero son los que andan vigilando que alguna chava no se mueva de su lugar, que haga algo no permitido o incluso intente escaparse en caso de que esté siendo obligada a venderse tal como me lo hicieron a mí”.

A finales del año pasado, la Asamblea Constituyente discutió si la prostitución debía ser reconocida como trabajo no asalariado en la Carta Magna capitalina. Activistas manifestaron que aumentaría la explotación sexual de las mujeres y que no garantizaría mejores condiciones en la vida y seguridad de quienes lo ejercen.

La entonces legisladora constituyente Lol Kin Castañeda indicó que el término de trabajo sexual se eliminó debido a que no hubo “un criterio por parte de los diputados para reconocer su labor”; no obstante, sí ha sido respaldado por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Por otro lado, la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado Castro, informó a Diario de México que no fue contemplado porque no era un tema constitucional, porque no se podían definir los trabajos no asalariados, pero en la Ley Reglamentaria estará nuevamente el debate. “La discusión sigue adelante”, puntualizó la funcionaria local.