Independientes culpan a la app

No es su falta de conexión con la ciudadanía. Tampoco la nula o baja calidad de sus propuestas. Menos aún que su independencia sea cuestionada porque –en algunos muy sonados casos– los ahora (ayer, mañana y siempre) suspirantes chapulines abandonaron los partidos políticos donde militaban debido a que no les dieron juego (cumplieron sus caprichos) en el tiempo y forma que querían o porque aún siguen en el cargo que la población de su estado les encomendó a través del voto.

Tampoco es, mal pensado lector, la falta de infraestructura o el débil magnetismo de su figura como candidatos. No. La culpa, dicen algunos de los suspirantes involucrados, recae en la aplicación (app) que el Instituto Nacional Electoral (INE) puso a su disposición. Y si bien es cierto que el requisito de conseguir más de 800 mil firmas en realidad parece una misión imposible (ilógica, incluso con mala fe, pues un partido político con registro tiene mucho menos militantes activos), también es verdad que la tecnología –en la mayoría de los casos– impulsa la efectividad, eficiencia y eficacia, tanto de las organizaciones como de las personas.

Además, bien utilizadas, las nuevas tecnologías (como ejemplo la app que lanzó el INE) son grandes aliadas contra la corrupción y las chapucerías relacionadas con la materia electoral en México (ojo: no escribí infalibles ni perfectas). Cierto, no todos los políticos son corruptos, pero tampoco seamos inocentes al pensar que si regresamos al registro de papel y pluma, algunos de los candidatos chapulines (o independientes, como usted guste) no harán de las suyas para alcanzar su registro.

No comparto que los candidatos chapulines culpen a la aplicación de su baja recaudación de firmas. Pero, eso sí, solicito respetuosamente a los servidores públicos del INE que hagan una revisión crítica de la plataforma y, si es el caso (y si además es posible), lancen una nueva versión mucho más amigable en cuanto a la usabilidad. No permitamos que los chapulines de siempre siembren la duda en la ciudadanía, menos aún que comiencen a curarse en salud por su falta de arrastre y arraigo en el pueblo de México.