El mexicano Carlos Eichelmann denuncia en Venecia el feminicidio en 'Zapatos rojos'

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VENECIA.- El asesinato de mujeres es una "herida universal" muy presente en México y, por eso, el cineasta Carlos Eichelmann Kaiser lo ha denunciado en su ópera prima "Zapatos rojos" desde la Mostra de Venecia: "Hay una dimensión educativa y social que no estamos atendiendo", avisó hoy en una entrevista con Efe.

"Creo que es una herida universal, no es específica de México, pero en México probablemente por desgracia lo tengamos de manera muy cercana y continua. Por ejemplo de promedio en México se asesinan 11 mujeres al día, es una locura", señaló desde el certamen italiano.

"Zapatos rojos", presentada en la categoría "Horizontes Extra" de la competición, es la historia de un campesino de las áridas montañas mexicanas, Artemio (Eustacio Ascacio), que abandona su tierra hacia la ciudad siguiendo la noticia de la muerte de su hija.

En la película, la ópera prima de este director de 42 años y nacido en San Luis Potosí, se abordan varios temas: el contraste entre el mundo rural y el urbano, el duelo, el sentimiento de culpa o de arrepentimiento pero también la cuestión de los feminicidios.

Los datos de asesinatos de mujeres irritan visiblemente al realizador: "¿Dónde están las prioridades de quien sea? Porque aquí hay muchas aristas. En primer lugar tenemos al gobierno como primer responsable pero también hay una dimensión educativa y social que no estamos atendiendo", denuncia.

"Es imposible que haya 11 asesinatos de mujeres al día en México. Eso quiere decir que nos está traspasando a todos, no solo al Gobierno, sino a nosotros como sociedad", lamenta.

No obstante, la película, con algo "muy personal" en su seno, nació de la inquietud del cineasta por hablar sobre lo que denomina el "conflicto del linaje" que, a su parecer, "existe en todas las familias y en la relación intrincada entre padres hijos".

Pero, aunque su intención primigenia era abordar la relación con su propio padre, la trama "giró de manera muy orgánica hacia el tema de la violencia de género".

Uno de los puntos fuertes de la película es su protagonista, un minero que nunca había actuado y a quien Eichelmann Kaiser conoció al ver un documental sobre excavaciones: "Era un campesino rural, desértico, totalmente hermético, casi monosílabo", destaca.

El realizador buscaba precisamente esto y la aparición de Ascacio "por casualidad" precipitó su elección para un papel que, por su dureza y tono recio de campo, no podría habérselo pedido a un actor profesional (a pesar de las dudas iniciales de los productores).

En cualquier caso Eichelmann Kaiser acudió a visitarlo, le hizo una prueba y descubrió cómo aquel minero rompía a llorar porque también él había perdido una hija: "Supimos entonces que la decisión de si era o no el protagonista ya no era nuestra", reconoce.

Ascacio lamentablemente no ha podido viajar a Venecia como habría querido todo el equipo de "Zapatos rojos" -que hasta le había hecho un pasaporte porque nunca salió de su país- ya que una huelga de la compañía aérea Lufthansa le ha dejado en tierra.

El cineasta, "feliz" por encontrarse en Venecia precisamente con su primera película, recordó que el rodaje fue "muy difícil" porque tuvo lugar en medio de la primera ola de la pandemia "cuando no había vacunas y sabíamos poquísimo sobre la Covid-19".

Pues el principal temor era que el protagonista, a sus 72 años en el grupo de riesgo, pudiera enfermar.

"Fue duro filmar así. Me habría gustado grabar mi ópera prima en unas circunstancias más amigables y haber disfrutado más del proceso, pero me costó mucho disfrutarlo porque estábamos siempre al límite", reconoció, ya aliviado desde el uno de los festivales de cine más prestigiosos del planeta.

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