La contienda
En México, la participación ciudadana en elecciones presidenciales es mucho mayor a cuando no se renueva la Presidencia. La gente considera más importante elegir a quien gobernará a todo el país que a su gobernador, presidente municipal, diputado local, o cabildo.
En cuestiones electorales, muchas veces la apariencia de algo es más convincente que la realidad. Aun cuando exista una competencia realmente cerrada entre dos o tres personajes para la Presidencia de México, crear una narrativa de triunfo puede causar vaivenes reales en el ánimo de quienes votaran o incluso de aquellos que no tenían la intención de participar en el proceso electoral. Esto es clave. Los votantes indecisos hoy tienen un peso real.
Independientemente de que elegir Presidente es importante, debemos reconocer que el sistema político mexicano ya no depende enteramente de la voluntad de una sola persona, un grupo pequeño de personas o, incluso un solo partido político. El sistema ha cambiado. Ahora se requiere de consensos entre miembros de los niveles de gobierno, los partidos políticos y la sociedad.
Algunos pretenden no reconocer que los tiempos han cambiado y proponen (sin decirlo abiertamente) regresar a momentos en los que las decisiones aún se tomaban por una sola persona, la lealtad (no la preparación académica o técnica o la capacidad para desempeñar un puesto) era la cualidad más reconocida. México ha evolucionado y los ciudadanos deben reconocerlo.
Como han señalado analistas, proponer soluciones fáciles y rápidas a los retos que enfrenta México puede costarnos décadas de retroceso en materia de democracia y desarrollo económico. No es viable proponer proyectos de Nación que engañen a los ciudadanos hoy y los decepcionen durante los próximos seis años. Los gobernados necesitan continuidad y certidumbre de largo plazo. Las soluciones de corto plazo han demostrado tener efectos adversos.